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“No viajo más”: Gustavo Gutiérrez Cabello

El apego a Valledupar, su terruño del alma, es algo que ha caracterizado a Gustavo Gutiérrez Cabello desde siempre. A pesar de que estudió Administración de Empresas en Medellín para complacer a su familia, regresó a su casa para entregarse de lleno a la música y a sus costumbres vallenatas. Fiel a su filosofía de hombre bohemio y soñador, pero no trotamundos, permaneció en el valle de sus amores, se dio el lujo de despreciar becas para estudiar música en el extranjero, ponderando siempre su vida en la provincia. La mayoría de los viajes de Gustavo no fueron por iniciativa propia, los que hizo dentro de Colombia, y algunos al exterior, se realizaron gracias a los gestores culturales que le insistieron en la promoción del vallenato a través de su obra y que lo convencieron en algunas ocasiones.

A pesar de su edad, varias veces viajó por el país en los últimos años, especialmente a ciudades y pueblos de la Costa Atlántica acompañado de su hijo Kike, realizando presentaciones como cantautor. Sin embargo, el pasado 11 de enero, en un centro comercial de Valledupar, donde la emisora La Voz del Marquezote, organizó un recital en su honor, el precursor del vallenato romántico hizo una declaración fiel a sus convicciones: “No viajo más”. Se expresó con la tranquilidad del deber cumplido, con la certeza de permanecer en la tierra que lo parió hasta que Dios lo permita.

Gustavo Gutiérrez seguirá en su valle, recordando que cuando comenzó a mostrarle al mundo sus composiciones, con letras románticas, chocó con el estilo costumbrista que caracterizaba las canciones de la época en la región del Valle del Cacique Upar. Fue el inicio de una escuela que marcó la evolución en la música vallenata y con la que se fueron identificando compositores del Cesar y La Guajira.

Ahora, retirado de la composición, pero entregado a los conversatorios y recitales en los que cuenta su historia musical, el Flaco de Oro, recuerda que hizo poco caso a esos comentarios sobre su forma de crear y es así como sus primeras canciones fueron entregadas a la orquesta de Pacho Galán y La Billos Caracas Boys que grababan música tropical.

“Cuando escucharon La Espina y Confidencias en las emisoras y grabadas por esas orquestas, comenzaron a mirarme con respeto” dijo Gustavo evocando que así inició una carrera en la que durante más de seis décadas entregó a los amantes del vallenato sus inspiraciones cargadas de poesía, interpretadas por los cantantes más famosos del folclor para luego retirarse y disfrutar de la tranquilidad de su hogar y del entorno de la tierra que lo vio nacer.

“En el año 1995 terminé de componer, pero yo guardaba mis cosas en un baúl, y entre esas, aparecieron en el año 2004, unas canciones que había escrito. Estoy buscando más”. Expresó entre risas.

Entre los asistentes surgieron varias preguntas, por ejemplo, cuál era el cantante vallenato que mejor interpretaba sus canciones, a lo que Gustavo respondió que pese a que Jorge Oñate fue quien más le grabó temas, con Diomedes Díaz tuvo más fama.

“Yo hacía mis composiciones con sus arreglos y todo y me gustaba presentárselas al cantante, no como ahora que se las entregan a los representantes. Como mi hermana era amiga de Jorge Oñate, apenas veía que yo terminaba una canción enseguida llamaba a Oñate y él se presentaba en mi casa.  Diomedes me grabó “Camino largo” y   después “Sin Medir Distancia”, canciones que tuvieron un éxito rotundo”.

Otra de las inquietudes fue la inspiración “Paisaje de Sol”, uno de los temas más emblemáticos del vallenato. “Yo venía de Atánquez después de cuatro días de parranda en las fiestas del Corpus Cristi y al pasar por el puente Hurtado, vi ese paisaje con ese sol radiante y eso fue el motivo para componer”

Para este insigne compositor todo en el mundo evoluciona y el folclor vallenato no es la excepción, por eso, cuando le preguntan por el vallenato moderno, responde: “En cada época, en cada entorno, hay expresiones diferentes, pero no debemos alejarnos de la raíz. Le digo a los jóvenes que hacen música vallenata que pueden expresar el mensaje que quieran, pero deben procurar que la melodía tenga el sabor del vallenato tradicional”.

A sus 85 años, de lo que sí puede estar seguro Gustavo Gutiérrez, es que su legado será inmortal y lo ha visto en vida a través de tantos homenajes, de tantas muestras de cariño y de reconocimiento a su obra, a su sencillez como persona y a su ser vallenato de pura cepa.

Por Alba Quintero Almenárez

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