4 de diciembre
Opinión

La captura  del estado y su recaptura criminal

“Llegan a las instituciones vestidos de demócratas, ya no llegan con armas revolucionarias o vestidos de uniformes militares, sino vestidos a través de las instituciones, ganando elecciones. Pero una vez dentro de esa institucionalidad empiezan a socavarla desde el interior […] son los Burros de Troya de la democracia.”
Cayetana Álvarez de Toledo, Licenciada y Doctora en Historia por la Universidad de Oxford, Diputada al Parlamento español.

La captura del Estado.

Existe en el ámbito de la teoría política un discurso que sus autores y tratadistas han denominado La Captura del Estado, el cual constituye ya un constructo acabado, con conceptos y enunciados definidos y una abundante bibliografía, una teoría que de manera medular trata de la influencia de organizaciones transnacionales de empresarios y de grupos delicuenciales de cabildeo y tráfico corrupto en el diseño de políticas públicas para lograr ventajas y privilegios ilegales, fenómeno que afecta por igual a los Estados de los tres mundos, sin que importe su forma de organización política, su grado de desarrollo socio-económico o su ubicación en el tradiicional espectro derecha-izquierda.

Emblemática es la obra del peruano Francisco Durand[1], especialista en el análisis de las relaciones entre los grupos empresariales, autor de libros y artículos, entre ellos La captura del Estado en América Latina: Reflexiones Teóricas, Perú: Élites del poder y captura política y Odebrecht, la empresa que capturaba gobiernos.

La teoría de la Captura del Estado, anota Durand, “postula que, dada las marcadas asimetrías de poder entre las corporaciones y el Estado y la sociedad civil, se generan con más frecuencia y se desarrollan con mayor profundidad formas de influencia excesiva (legal) e indebida (ilegal) sobre las políticas públicas que favorecen a intereses privados.”

Nicolás Lynch, catedrático de la Universidad de San Marcos, acerca del libro de Durand, anota:

“Francisco Durand ha escrito un libro notable, La captura del Estado en América Latina. Reflexiones teóricas. Su argumento es que el Estado en el mundo, y particularmente en América Latina, ha sido capturado por las grandes corporaciones, nacionales y multinacionales, poniéndolo a su servicio. […] Su tesis central es que la concentración del poder económico por las grandes corporaciones, su correlato en la hiperconcentración del poder político desconectado de la población y el debilitamiento de la sociedad civil, son los grandes factores que permiten esta captura. Todo ello producido en una época de globalización neoliberal en la que se hace aparecer este proceso como el único posible y el pensamiento que desarrolla como las ideas exclusivas y excluyentes de nuestro tiempo.”[2]

Esta captura también  ha hecho presencia en los Estado Unidos de Norteamérica, Michael J. Sandel lo registra en su libro En busca de una filosofía pública. El descontento democrático:

“A un lado del espectro político, son muchos los estadounidenses que entienden que el Gobierno ha sido secuestrado por poderosos grupos de interés que dejan al ciudadano medio muy poca voz a la hora de decidir como gobernarnos. La financiación de las campañas electorales y las hordas de representantes de los lobbies dan a las grandes corporaciones y a las personas ricas poder suficiente para deformar las reglas a su favor. Un puñado de poderosas empresas dominan sectores claves como los de las grandes tecnologías, las redes sociales, los buscadores de internet, el comercio electrónico, las telecomunicaciones, la banca o las farmacéuticas, entre otros, y destruyen la competencia, impulsan los precios al alza, agudizan la desigualdad y desafían los controles democráticos.”[3]

Entre nosotros constituye ya un clásico la obra de Luis Jorge Garay Salamanca, escrita en colaboración de Eduardo Salcedo-Albarán, Isaac de León-Beltrán y Bernardo Guerrero, La Captura y Reconfiguración Cooptada del Estado en Colombia.[4]

La obra de Garay enriquece de manera amplia el concepto de la teoría de Captura del Estado, la cual se circunscribía en principio al ámbito de las prácticas económicas de organizaciones transnacionales legales y de grupos delicuenciale especializados; Garay y sus colaboradores amplían el concepto a lo político-administartivo, a lo legislativo y a lo judical y anotan que  “… el soborno a funcionarios del poder judicial,  y específicamente la posibilidad de incidir en decisiones judiciales, es un elemento conceptual indispensable para entender niveles de Captura del Estado más complejos que lo tradicionalmente analizado”[5], y un poco más adelante señalan nuevas caraterísticas de la Captura de Estado:

«Teniendo en cuenta el tipo de institución capturada, las siguientes son las situaciones de captura consideradas por Hellman et al. (2000c): (i) captura legislativa, definida como la “compra” de decisiones  parlamentarias; (ii) captura del Banco Central, definida  como la manipulación del uso de fondos estatales y la manipulación de las decisiones e intervenciones económicas; (iii) captura legal, definida como la “compra” de las decisiones de las altas cortes legales; y (iv) financiamiento no transparente de partidos políticos por parte de agentes privados con el propósito de favorecer intereses de los grupos financiadores».[6]

La recaptura criminal del Estado

La entronización del poder del crimen, es decir, la instauración de la criminocracia y la demolición programada del Estado democrático, parte del reconocimiento de que el Estado ha sido capturado en los términos arriba analizados, del debilitamiento de las instituciones gubernamentales, de la aparición desembozada de una cultura de corrupción y de la infravaloración de la ética pública.

Podría decirse, entonces, que la criminocracia, que el poder del crimen es una fase superior de la Captura del Estado. Ya no se trata de infiltrarse con el poder de la economía del delito y con la institucionalización de una moral de frontera -que justifica lo antiético y lo ilícito porque “todos lo hacen”- se trata de capturar todos los sectores del entramado estatal, de tomarse el Estado con todas sus instituciones, de recapturarlo para ponerlo al servicio de una causa criminal total. Es la construcción de un nuevo totalitarismo, de un nuevo socialismo, el socialismo del crimen.

En Colombia este proceso totalizador y criminal se inció con la perpetración de la magna maroma juris que se ha dado en este país de rábulas y cagatintas: convertir en triunfo una derrota plebiscitaria y pactar una rendición incondicional con las FAR-EP contra la voluntad manfiesta de las mayorías nacionales. Lo demás es sabido, el reclutamiento en las cárceles y en las nóminas de viejos grupos armados ilegales de convictos de delitos de lesa humanidad para que con su conservado poder político y económico contribuyan a la construcción de este nuevo orden: La Paz Total, el Estado Total, el Crimen Total.

Valledupar, diciembre de 2024

[1] Francisco Durand es Ph.D. por la Universidad de California, Berkeley. Es profesor principal de Ciencia Política y Gobierno en la Pontificia Universidad Católica del Perú y ha sido profesor principal de Ciencia Política de la Universidad de Texas, donde actualmente es Profesor Emérito. Ha sido profesor invitado de la Universidad de Harvard, Oxford, Notre Dame y la Freie Universität de Berlín.

[2] Disponible en: https://nicolaslynch.pe/opinion/la-captura-del-estado-de-francisco-durand

3SANDEL, Michael J. En busca de una filosofía pública. El descontento democrático, Penguin Random House Grupo Editorial, Bogotá2023, p. 22

 

4 GARAY SALAMANCA, Luis Jorge et al. La Captura y Reconfiguración Cooptada del Estado en Colombia. Fundación Método, Fundación Avina y Transparencia por Colombia, Taller Imprenet. Bogotá́, 2008

5] Op. Cit. p. 18

[6] Ibídem p. 39

Por LUIS OROZCO CÓRDOBA

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