24 de noviembre
General

Cuídado: El ciclo del Éxito es similar al Ciclo del Fracaso. En la Form de pensar subyace la diferencia

Mientras Guillermo hablaba llegó a mi memoria las gráficas que, tanto él y yo, habíamos vistos en el video de la charla por él aludida.

Pero las palabras de Guillermo me sacaron de mis cavilaciones, y me concentre nuevamente en su narrativa.

—Las creencias son dinámicas, y por tanto las podemos cambiar. Lo ideal es convertir una creencia negativa y volverla positiva, y evitar lo contrario. Aun cuando parezca ilógica, una creencia positiva no es perenne y se puede volver negativa con el transcurrir del tiempo. Por ejemplo, una mujer que afirma: “Los hombres son malos”, dado que fue violada siendo una niña. Esta creencia la mantiene alejada de los hombres, pues justificó su creencia con las noticias de violaciones que veía en la televisión, escuchaba de la radio, leía en los periódicos o de parte de familiares y amigos. Ese conocimiento la llevó a tomar una acción: alejarse de los hombres; acción repetitiva que se le convirtió en un hábito. En un principio esto le fue de mucha utilidad, pues tuvo éxito para no ser ultrajada nuevamente por un hombre, y este éxito consolidó su creencia. Pero con el transcurrir del tiempo, lo que consideró un éxito se transformó en un fracaso para su vida, eludiendo una relación de pareja. Ahora, a la edad de 50 años, es una mujer soltera, amargada y envejecida. —

Y a manera de cierre, Guillermo dice para concluir: —Las creencias negativas nos limitan, por lo que algunos la denominan Creencia Limitantes, es decir, nos impiden lograr lo que deseamos; mientras que las creencias positivas nos ayudan a expandirnos, nos ayudan a crecer y trascender, es decir nos permiten alcanzar las metas definidas, por la que también se les conoce como Creencias Expansivas. Por tanto, si se quiere convertir una vida de fracasos en una vida de éxitos, es menester modificar las creencias limitantes por creencias expansivas, dado que los actos y comportamientos de una persona están determinados por sus creencias, por lo que cree que es cierto y deseable. Marilyn Ferguson, plasmó las relaciones entre creencias, patrones de pensamiento, acciones y resultados finales en esta estrofa: “Si usted cree en lo que siempre ha creído; entonces siempre pensará lo que siempre ha pensado; y siempre actuará como siempre ha actuado; y siempre obtendrá lo que siempre ha obtenido”. —

El texto anterior es un fragmento extraído de la cuarta versión (inédita) de mi libro Despierta Ese Algo, pues he ido mejorando la redacción para que la lectura resulte más explicativa, amena y concreta al lector.

Ahora bien, para comprender el contexto del extracto compartido, a continuación, se cita el fragmento de mi libro Despierta Ese Algo que antecede al texto con el que inicio este escrito: “Con ímpetu, Guillermo exclama: —Ser triunfador, es decir, tener éxito y ser feliz o, en otras palabras, realizar progresivamente las metas trazadas y vivir en armonía con uno mismo y con los demás, radica en el poder de la creencia. Para el motivador Carlos Marín la creencia es el inicio de un ciclo que puede conducir al éxito o al fracaso, según la creencia sea positiva o negativa, respectivamente. Cabe aclarar que el éxito es intencional, es decir, debemos hacer que las cosas pasen para lograr lo que deseamos; mientras que el fracaso es producto de la incapacidad del hombre o mujer de lograr lo que quiere. —

Y con cierta pedagogía sigue explicando Guillermo: —Revisemos como opera este ciclo: primero, Creencia; segundo, conocimientos; tercero, acción; cuarto, hábito; y quinto, éxito o fracaso, afianzándose de esta forma la creencia. Según como pensemos, es decir, según sea nuestra creencia, buscamos información, conocimientos, para justificarla; conocimientos que nos llevará a tomar acción o a no actuar, siendo la inacción una forma de acción. El actuar de cierta manera en forma repetitiva, se convierte en un hábito; y los hábitos nos conducen al éxito o al fracaso, los cuales nos llevan a cerrar el ciclo, reforzando la creencia inicial. —.

Quienes han leído los últimos cinco escritos de mi columna en este periódico digital: La Fuerza de Creer, Conocimiento + Oportunidad = Buena Suerte, Lo Haré, El Hábito hace al Monje y El Éxito: Nuevas teorías con la misma Fórmula, podrán constatar que obedece a llevar al lector a comprender, de una manera explicativa de cada paso, las etapas que estructuran este ciclo, que puede llevarnos al éxito o al fracaso.

Consistentemente he pregonado que “aprender a pensar es aprender a vivir”, toda vez que los pensamientos dominantes en nuestra mente son subyacentes para lograr el éxito o no. En el primer caso, el éxito nos eleva mediante un espiral ascendente, que, como lo explica Stephen Covey, implica aprender (o reaprender), comprometerse y actuar a lo largo de la vida. Por ello Covey lo denomina Continuum de Madurez.

De no lograr lo que anhelamos, se tipifica un fracaso, que igualmente hunde a la persona mediante un espiral decreciente, el cual lo lleva a una involución como producto de obstinarse a mantener creencias limitantes, a soportarse en conocimientos desuetos, a ejecutar acciones incorrectas y arraigar hábitos de inefectividad.

Jorge Isaza Suárez y Jesús Martínez Zúñiga, en su libro El desarrollo óptimo de la inteligencia y la capacidad. Cuál es el verdadero potencial del ser humano, explican, tal como se puede visualizar en el gráfico 2, que: “Una persona óptima propende siempre por su máxima evolución, con una conciencia de prosperidad. […] De un buen pensamiento se genera un buen sentimiento y de éstos una buena palabra y, a su vez, una buena acción. Los cuatro elementos se liberan o se potencian mutuamente. Se complementan.”

El gran secreto para tener éxito en la vida y ser feliz es aprender a pensar, pues como compartí en mi escrito Transfusión Espiritual, resaltando lo que argumentan los doctores Fox: “Una transfusión espiritual es uno de los remedios más sencillos y efectivos contra la plaga del pensamiento negativo que ahora aflige a la humanidad.”

No podemos culpar a otras personas, ni volvernos victimas de las circunstancias, es un deber personal renovar nuestros pensamientos para no caer al mínimo nivel de supervivencia que causa la muerte (ver gráfico 3). Como advierten Isaza y Martínez: “El ser humano óptimo posee tres fuerzas fundamentales complementarias entre sí y que, usadas coordinadamente, equilibran las relaciones los sucesos de la vida. La capacidad analítica, la emoción y energía vital o fuerza física, conforman como en la música, una armonía que, en lugar de sonido, en este caso propicia una cantidad de comportamiento acorde a la de un ser racional y sensitivo.”

El objeto de toda la vida es el desarrollo y cada cosa viviente tiene el inalienable derecho a todo el desarrollo que sea capaz de alcanzar. El derecho de una persona a la vida significa su derecho a tener el uso libre e ilimitado de todas las cosas que sean necesarias para su total desarrollo mental, espiritual y físico.” Es muy importante este llamado que hace Wallace D. Wattles en su libro La Ciencia de Hacerse Rico e invita a pensar y actuar de la forma correcta. Por tanto, no responsabilicemos a los demás de nuestros fracasos o de nuestras limitaciones actuales, somos los creadores de vuestra propia realidad. Pensemos y actuemos de la manera correcta, pues de esta manera contribuiremos con la construcción de un mundo mejor.

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