Liderar es Servir con Amor
“En el liderazgo, la espiritualidad y la pasión son los elementos diferenciadores que permiten volver a la esencia de las relaciones personales entre los seres humanos, que son los afectos.”
Jim Collins
El liderazgo es una competencia que se aplica, de manera consciente o inconsciente, en todo colectivo humano, pues siempre que se reúnan dos o más personas se ejerce por uno u otros. Por ello, la capacidad de liderar ha sido, es y seguirá siendo objeto de estudio de las ciencias administrativas y sociales, con el propósito de conocer si un líder nace o se hace y qué características debe tener para ejercer con efectividad esta aptitud.
En 1989, cuando fungía como Coordinador del Programa de Microempresa en FUNDICAR (Fundación para el Desarrollo Industrial, Comercial y Artesanal de La Guajira), empecé a buscar herramientas gerenciales para mejorar mi desempeño profesional, lo que me permitió descubrir la importancia del liderazgo y, por fortuna, conocer de la organización mundial formadora de líderes Cámara Junior Internacional (JCI, por sus siglas en inglés). Participar activamente en seminarios talleres y realizar una amplia lectura sobre el tema me permitieron, paralelamente con el gimnasio del liderazgo práctico vivido en la Cámara Júnior, comprender que la esencia del liderazgo es servir con amor.
Mi talante humanista para liderar fue influenciado por la participación en un Círculo de Estudio de Filosofía conformado por docentes y estudiantes de la Universidad de la Guajira entre los años 1985-1987; aprendido por el método de liderazgo situacional compartido por Kenneth Blanchard y Spencer Jhonson en el libro El ejecutivo al minuto: Nuevas técnicas de dirección, conocido a inicios de 1990; y más tarde (en 1994) fortalecido con el pensamiento de Stephen R. Covey con su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva y posteriormente con su libro Liderazgo centrado en principios.
En la década de los 90 compartía, en los seminarios que desarrollaba como facilitador, la siguiente definición de liderazgo: Es el efecto de seguimiento entusiasta y voluntario que logramos de quienes nos siguen hacia un propósito común. Más tarde, con el libro La paradoja, de Hunter James C., comprendí que liderar consiste, paradójicamente, en servir a los demás, porque un buen líder está pendiente de los integrantes de su equipo para atender a sus legítimas necesidades, ayudarles a cumplir sus aspiraciones y aprovechar sus capacidades al máximo.
Sin lugar a duda, el liderazgo es un arte que se perfecciona con la práctica. Y desde mi experiencia, allende a las diversas lecturas y videos para aprender sobre esta habilidad, encontré en mi ejercicio directivo la mejor formación poniendo a prueba, inclusive, las lecciones de las cinco parábolas del liderazgo que divulgaron Chan Kim y Renée Mauborgne, que tratan de las cualidades que definen a los verdaderos líderes. Hoy Ronald Baasch Barberis nos comparte en el artículo Liderazgo de nivel 5.1: un desafío mayor (Revista de Marina Nº 958, 2017, pp. 35-37) respecto al estudio adelantado por Jim Collins en 2005, en el que concluye cinco niveles de liderazgo y sólo les atribuye a aquellos que han alcanzado el nivel 5, las capacidades para transformar una organización de buena a excelente.
Veamos rápidamente esta evolución del liderazgo que plantea Jim Collins, toda vez que “la coexistencia de diferentes personalidades generan formas de liderazgo que varían significativamente y que inexorablemente tienen relación con esos rasgos especiales de nuestras cualidades personales.” A partir de esa realidad y de la clasificación este autor encuadró a los líderes en cinco categorías, que brevemente comparto:
- Nivel 1: Individuo altamente capaz. Hace contribuciones productivas mediante talento, conocimiento, habilidades y buenos hábitos de trabajo.
- Nivel 2: Colaborador de un equipo. Contribuye al logro de objetivos grupales, trabaja eficazmente con otros en un entorno de grupo.
- Nivel 3: Ejecutivo competente. Organiza a las personas y los recursos para la búsqueda eficaz y eficiente de objetivos predeterminados.
- Nivel 4: Líder eficaz. Cataliza el compromiso con una visión clara y convincente; y su vigorosa aplicación estimula al grupo a lograr altos estándares de desempeño.Nivel 5: Ejecutivo de NIVEL 5. Desarrolla una grandeza duradera mediante una paradójica combinación de humildad y férrea determinación.
La idea del liderazgo de Nivel 5 es convertir el trabajo de bueno en excelente, y evitar que pase de grande a irrelevante. Por eso la base de este liderazgo son la humildad, la voluntad profesional, el control del ego y una profunda ambición por conseguir los logros en equipo. Y el gran reto con el liderazgo 5.1 es que el líder con su espiritualidad, a partir de comprender cuál es el propósito y el significado de la vida, pueda imprimir pasión o todo lo que hace con la intención lograr transformaciones positivas.
El país y el mundo atraviesan grandes turbulencias que demandan líderes auténticos en todos los entornos sociales: organizacional (empresarial, administración pública o entidades no gubernamentales), político, comunitario y familiar, pues, como precisa Robín Sharma en su libro Líder sin cargo, “No hace falta tener un cargo para ser líder”, lo cual según Sharma se puede lograr con Innovación, Maestría, Autenticidad, Gran Valor y Ética.
En el libro La Paradoja, Hunter James, define el liderazgo como “El arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.” Las palabras claves de esta definición son: Arte e influir. La primera, nos reafirma que el líder se hace, que no nace, toda vez que un arte es simplemente una destreza aprendida o adquirida, la cual se perfecciona con la práctica.
Y la segunda palabra (influir), es lo que convierte al liderazgo en un arte, y nos mueve a preguntarnos: ¿Cómo conseguiremos desarrollar esa influencia en los demás?, ¿Cómo conseguiremos sus ideas, su compromiso, su excelencia, que son, por definirlos, dones voluntarios? Hunter explica que existen dos opciones: El Poder y la Autoridad. La primera, entendida como la capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque prefiera no hacerlo, haga la voluntad del líder debido a su posición o su fuerza; mientras la segunda, implica el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que el líder quiere debido a su influencia.
En mi escrito La importancia de adquirir el poder desestimo el poder exterior para liderar y, por el contrario, hacerlo con la autoridad, a partir de desarrollar el poder interior, pues tiene que ver con lo que somos como persona, con nuestro carácter y con la influencia que hemos ido forjando sobre la gente.
El liderazgo siempre conduce a resultados significativos para un colectivo humano, por ello el líder debe socializar con su equipo el objetivo y definir las tareas como resultados concretos; y durante el proceso elogiar los avances o hacer las reprimendas con afecto especificando los fallos en el procedimiento, con el propósito de mantener el compromiso y la pasión. Liderar es servir con amor. ¿Cómo así? Me Explico.
En mi libro Despierta ESE ALGO, explico, mediante la cita de un escrito de Ramón David González Rangel en el periódico Triunfadores Nº 50 que “una actitud de servicio es reconocer en cada ser humano una persona valiosa, de quien se puede aprender y a quien se le puede colaborar. Es desarrollar empatía con las demás personas, por humildes que ellas sean. Es decir, mostrar interés por lo que le sucede a la otra persona. Es la capacidad de entender por qué otra persona se siente de tal o cual manera. Es incluir en nuestra vida el hábito de procurar primero comprender a la otra persona antes de ser comprendido yo. Cuando usted desarrolla una actitud de servicio a los demás, usted realiza el siguiente proceso: intercambia servicio por poder. Usted entrega servicio y las personas le devuelven ¡poder! Poder que se manifiesta en una clara influencia sobre dichas personas, que hace que usted se convierta en líder, que quieran estar con usted, que lo consulten; usted se vuelve importante para ellos y adquiere una personalidad magnética, una personalidad atractiva para las demás personas.”
Y finalizo con la I Carta a lo Corintios, 13, 4-7: “El Amor es paciente, es afable, no es jactancioso ni engreído, no es grosero, no busca lo suyo, no lleva cuentas del mal, no se regocija con la injusticia sino con la verdad, todo lo sufre, todo lo soporta. El amor no falla nunca.” En consecuencia, al servir con amor logramos liderar con la mayor pasión desde la espiritualidad, un liderazgo 5.1 que permitirá contribuir con la construcción de un mundo mejor.
Por: Carlos Rafael Melo Freyle