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Piera Aiello, la primera testigo protegida que no quiso vivir “sometida” por la mafia

Piera Aiello tiene 56 años y lleva más de 30 luchando contra la mafia, desde que en 1991 denunció a los asesinos de su marido porque no quería vivir “sometida” ni ser “cómplice” del crimen organizado como “las viudas de la mafia” en Sicilia (sur de Italia).

La primera mujer incluida en el programa de protección y la primera testigo antimafia en llegar al Parlamento italiano es risueña, locuaz y muestra un entusiasmo inquebrantable, aunque haya pasado media vida con otro nombre y lejos de su Patranna natal.

“Soy una madre siciliana que cocina”, dice sonriendo en una entrevista con EFE, a la que acude protegida por sus escoltas.

Después de 28 años, Aiello ha recuperado su identidad y, tras una “bella y terrible” experiencia de cinco años como diputada, recorre escuelas de toda Italia para contar sus vivencias a los jóvenes, su gran esperanza.

La nuera del “boss”

“Soy la primera testigo reconocida por el Estado. Antes hubo otras, pero nunca en un programa de protección. Yo entré cuando ni siquiera existía la ley. Dejé Sicilia el 30 de julio de 1991 porque Borsellino quiso sacarme de allí”, relata nombrando a uno de los “ángeles protectores” de su vida.

El juez Paolo Borsellino o “tío Paolo”, como lo llama Aiello, es un icono en Italia: él y su colega Giovanni Falcone consiguieron romper el muro de silencio que protegía a la mafia y despertaron a los palermitanos del terror impuesto por “Cosa Nostra”. Ambos lo pagaron con su vida en 1992.

Pero hasta llegar al caluroso día en que abandonó Sicilia, Aiello vivió un largo “viacrucis” que comenzó cuando con 14 años la vio el hijo del boss local: “Yo no lo sabía, en aquellos años no se nombraba a la mafia”.

Pronto se dio cuenta de que la familia de Nicola Atria era muy diferente a la suya: “Todo lo que decía Don Vito era ley y su mujer lo secundaba”.

Fotografías gigantes de los jueces anti-mafia Paolo Borsellino (i) y Giovanni Falcone en el costado de un barco en el puerto de Civitavecchia
Fotografías gigantes de los jueces anti-mafia Paolo Borsellino (i) y Giovanni Falcone en un barco en el puerto de Civitavecchia. EFE/Massimo Percossi

Y cuando quiso romper su relación, el ‘boss’ la amenazó: “Vayas donde vayas, serás siempre mi nuera porque todos tenemos una familia a la que queremos”, le dijo cuando en Partanna se moría “solo por una mirada”.

Durante la luna de miel, asesinaron a su suegro y su marido “juró venganza delante del cadáver de su padre”. “Nunca me había tratado mal, pero ese día me dijo que yo no había sido su elección, sino la de su padre”, señala con un velo de tristeza, al recordar “las palizas” que le daba.

Un día Nicola intentó acabar con el asesino de su padre, pero quien murió fue él: “Lo mataron ante mis ojos. Vinieron con la escopeta y lo asesinaron, fue tremendo, no olvidaré jamas el olor de la pólvora”.

Un pañuelo negro

Aiello tomó la decisión que cambiaría su vida tres días después, cuando su suegra le entregó un pañuelo negro para llevar en la cabeza, como todas las viudas en Sicilia.

“Le dije que no me lo pondría nunca, para mí era estar sometida, ser cómplice, porque las viudas de mafia saben quién ha asesinado a su marido, con quién hacía negocios y a menudo en la calle se encontraban de frente con su asesino. Se sometían a la ley de la mafia. Yo, no”.

Fue a hablar con el mariscal de carabineros, que le guió hasta Borsellino, cuya empatía fue clave para que las revelaciones de Piera, que entonces tenía 23 años y una hija de 3, y a la que meses después se unió su cuñada, Rita Atria, de 17, sirvieran para condenar a 14 mafiosos.

Ese año fueron “nuestras ‘Vacaciones en Roma’”, relata Piera, que se reencontró con Rita: “Íbamos al parque, al mar”, eran “momentos muy bonitos de una vida sin vida”, que terminaron cuando ella fue trasladada, la mafia asesinó a Borsellino y su cuñada, a la que su madre había amenazado de muerte, se quedó sin fuerzas y se suicidó. Hoy Rita Atria está considerada una heroína en Italia.

“Fui al tribunal y les miré a los ojos”, dice Piera de los mafiosos a los que juntas enviaron a prisión.

La antimafia en el Parlamento

Desde entonces, “continuo mi peregrinaje, esperando que algún día la juventud pueda cortarle los brazos a este ‘pulpo’ (mafia)”, dice Aiello, muy crítica con los “viejos camaleones” y los nuevos políticos: “Ni un solo partido habla de antimafia en sus programas”.

Por eso se personó ante elParlamento, donde pudo presentar dos propuestas de ley, una sobre colaboradores y testigos y otra sobre empresarios extorsionados: “Mientras yo estuve allí, se habló de antimafia”, enfatiza.

Meses después de acceder al escaño, tras 28 años con otro nombre y sin dejarse fotografiar, decidió descubrir su rostro y lo hizo en Sicilia, ante su gente y con el sostén de su “nueva” familia, que también la apoyó cuando se sacó el título universitario en Ciencias Políticas durante la pandemia.

“Mi vida ha estado llena de metas. He conseguido encontrar una persona que me ama y que he elegido yo y he creado una bella familia que sostiene todo lo que hago”, pero aunque parezca increíble “hoy mis hijos no son hijos de Piera Aiello, sino de aquella que era antes” porque ella permanece en estado “ilocalizable”. Con EFE

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