26 de noviembre
Internacional

Miles de trabajadores palestinos de Gaza, desplazados en Cisjordania sin opción de volver

Por ahora, miles siguen ahí atrapados, a la espera de regresar con sus familias.

“Quiero volver para vivir y morir juntos”, decía a EFE Fuad, un trabajador de la ciudad gazatí de Jan Yunis.

Tras el inicio de la guerra se fue del taller metalúrgico de la ciudad de Modín donde estaba empleado y se desplazó a Cisjordania ocupada, un camino similar al de muchos otros palestinos que estaban entre las entorno a 17.000 personas de Gaza que estos años lograron permiso de empleo en Israel.

Fuad, de 64 años, dejó a su mujer y dos hijos para buscar trabajo en Israel: “La situación en Gaza era muy difícil antes de la guerra, no había dinero ni ayudas”.

Sin embargo, la guerra actual “es la peor de todas”, acabó con su empleo y le dejó bloqueado en Cisjordania ocupada con la angustia de no estar con su familia, amenazada por las bombas.

Campo de refugiados de Jenín, en Cisjordania
Vista general del campo de refugiados de Jenín, en Cisjordania, en una imagen de archivo. EFE / Yemeli Ortega

Solidaridad en los campos de refugiados

“En el momento en que pueda entrar a Gaza me iré para allá”, explica desde un centro comunitario en el campo de refugiados de Deheisha, en la ciudad de Belén, donde está alojado con casi otros dos centenares de palestinos de Gaza que ahora no tienen adónde ir.

Ahí, reciben ayuda de la gente del propio campo, que estos días se organizó para traerles comida, ropa, colchones o apoyo logístico.

Esta escena no sucede solo en Belén, sino que se repite en muchos otros puntos de Cisjordania como las ciudades de Ramala, Jericó, Nablus o Hebrón, donde se da cobijo a miles de gazatíes en centros universitarios, pabellones públicos, hoteles o casas de familias.

“La propia gente y autoridades locales se hacen cargo de ellos”, dice a EFE el analista palestino Jamal Zakout, que calcula que ahora hay entre 10.000 y 15.000 empleados de Gaza repartidos en territorio cisjordano en un esfuerzo muy apoyado por la iniciativa popular.

A su vez, denuncia que “Israel despidiera y cancelara los permisos de trabajo a todas las personas de Gaza que trabajaban ahí”, pese a que las autoridades israelíes revisaron sus casos con rigidez para descartar lazos con Hamás o facciones políticas o armadas de Gaza.

“Eran trabajadores, les hicieron controles de seguridad y que se les despidiera de esta manera dudo que sea por protección, sino más bien por castigo colectivo”, dice Zakout, sobre casos de gazatíes a los que se instó a irse tras suspenderse sus permisos de trabajo.

Operación israelí en el campamento de refugiados de Nur Shams, en Cisjordania
Imagen de archivo de los restos de una barrera en el campamento de refugiados de Nur Shams, cerca de la ciudad de Tulkarem, en Cisjordania,tras una operación militar del ejército israelí. EFE/EPA/Alaa Badarneh

Tensión en Cisjordania

EFE ha consultado sobre la situación estos trabajadores al COGAT, órgano israelí que gestiona asuntos civiles en territorio palestino, y está a la espera de respuesta.

Según el analista palestino, a la incertidumbre de muchos se añade la campaña de arrestos de Israel en territorio cisjordano, donde en los últimos días al menos a cien gazatíes fueron detenidos, dentro de un operativo contra personas sospechosas de tener lazos con Hamás.

“No sabemos qué pasará ni qué será de nosotros”, comenta a EFE otro trabajador de Gaza que no quiere revelar su identidad, y que hace dos semanas dejó su empleo en una tienda de ropa en Tel Aviv para irse a Cisjordania por recomendación de los jefes empresa.

Tras su paso por Ramala, capital de facto de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), le derivaron al campo de Deheisha en Belén, donde ve pasar las horas con preocupación por su esposa y sus seis hijos, refugiados en el hospital Al Shifa de ciudad de Gaza.

Este hombre en su cincuentena, como otros gazatíes, temió no estar ya seguro en Israel tras el ataque de Hamás que dejó más de 1.400 muertos, en el golpe más duro al país en sus 75 años de historia.

“Había miedo, temíamos venganza”, añade Fuad, que cree que la guerra actual “puede llevar tiempo” y tiene una cosa clara: “Ya nada será como antes”, ni para Israel ni para los palestinos de Gaza. Con EFE

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