22 de noviembre
Opinión

Mi gratitud eterna a la JCI

“Sentir agradecimiento es el camino más rápido para atraer milagros.” Joe Vitale


La mejora continua hace parte de mi estilo de vida, e impulsado por ESE ALGO que yace en mi interior y que por fortuna he aprendido administrar y utilizar (ahora mucho mejor que antes) tuve la iniciativa de gestionar la conformación de una Organización Local – OL de la Cámara Júnior en mi terruño natal.

En 1989, como participante del curso Mejoramiento de habilidades gerenciales, quedé profundamente interesado en esta organización mundial, pues el conferencista, Juan Alberto Palma Rojano, hizo una apología espectacular respecto a ella como formadora de líderes y esencialmente en el arte de la oratoria. “Eureka, esta es lo que estaba buscando para superar la gaguera”, pensé en ese momento, pues como Coordinador del programa de Microempresa de FUNDICAR tenía que dirigirme permanentemente a grupos de personas y me volvía un ocho con cada disertación.

Entrar a la Cámara Junior se convirtió en un propósito personal para superar la disfemia que me agobiaba, sueño que empezó a hacerse realidad el 6 de julio de 1990, junto a más de 30 jóvenes conciudadanos de Riohacha. Ante mi fervor, el grupo me designó Presidente Provisional de la naciente OL Wuayma, y posteriormente me eligieron como su primer Presidente Local, para 1991, del formalmente capítulo de la Cámara Junior de Colombia – CJC (hoy JCI Colombia-

Impregnado por los principios de la exitología y las doctrinas gerenciales humanistas desarrollé un liderazgo pragmático en la JCI (Junior Chamber International, por sus siglas en inglés) que me proyectó a nivel nacional, siendo elegido y designado en cargos directivos de esta organización nacional, mientras estuve activo. Pero lo más importante, mi oratoria, si bien no fluida y vehemente, sino más bien pausada, pero profunda, me permitió abrirme campo como facilitador. Recuerdo que, en 1995, Guillermo Delgado, quien fungía como Vicepresidente Ejecutivo Nacional asignado a la Región Caribe, me invitaba para que lo acompañase a sus visitas de las OLs diferentes a mi zona (yo ostentaba como Vicepresidente de Zona 1), para que compartiera mi visión entusiasta del crecimiento personal que posibilitaba la Cámara Júnior.

En 1998 la OL Wuayma presentó mi nombre como candidato a la Presidencia Nacional 1999 de esta amada organización. En el debate de candidatos renuncié a este proyecto por razones personales, pero ante todo por mis principios, pues un requisito para aspirar era haber asistido a un evento mundial de la organización, el cual no tenía. Desistí a dicha aspiración con pundonor, pues el propósito de postular mi nombre a este cargo fue sacar a mi organización local de la crisis que tenía de desaparecer. Pero varios Presidentes Locales estaban propiciando solicitar a la Asamblea General de la JCI Colombia levantamiento temporal del artículo de la Constitución de la organización que definía los requisitos del candidato para hacer que mi candidatura fuese legítima. Para dirigir se debe ser integro, y ello implica saber renunciar del poder cuando se trasgreden principios.

Mis finanzas durante los 90´s imposibilitaron que viajara a un evento internacional, pues en ese entonces no tenía conciencia de la prosperidad ni de la importancia de la riqueza. Estuve segado, pese a mi deseo de superación, por una mentalidad de pobreza que aniquila los sueños y la dignidad del ser humano. Si bien hoy tengo la ambición de vivir bien para mi propio bienestar como el de mi familia, el dinero como fin no es mi meta. Siempre he tenido como misión servir con amor para contribuir a la construcción de un mundo mejor.

Por lo anterior, y dado que en esta escuela formadora de jóvenes adquirí importantes conocimientos, desarrollé habilidades básicas y mejoré mi comportamiento y mi actitud ante la vida misma, a guisa de gratitud desarrollé la trama de la segunda edición de mi libro Despierta ESE Algo en honor a esta organización, recreando, en la parte 1 y 3 de este, un escenario surrealista de una reunión capitular de la OL Wuayma.

En la parte 1 del libro hago una explicación del Credo Júnior, no oficial de la JCI. Son reflexiones propias que se aproximan a mis disertaciones realizadas durante mis visitas a las OLs, pero realizadas a partir de los postulados condensados en el credo, por considerarlos principios rectores de vida que muchos júniors (miembros activos), exjuniors, senadores (miembros vitalicios de la JCI) y sus familias lo viven, y que, a mi gusto, son tendencias mundiales para lograr comunidades armoniosas y prósperas. En esta sección también se promueve sutilmente la importancia de la administración del tiempo, del manejo efectivo de reuniones (con procedimientos parlamentarios) y de la amplitud de temas que se pueden desarrollar para un liderazgo activo local.

He evidenciado en mi vida el epígrafe, y desde que empecé a ser agradecido por todo y con todos, todo cambió para bien y mi vida mejora cada día. Tal como lo explica Joe Vitale, el secreto para llegar desde un punto A hasta un punto B es agradeciendo las condiciones actuales en que estamos en A.

Cuando agradecemos el momento actual, todos los que nos rodean burbujearán de entusiasmo y llegará a nosotros la inspiración para actuar y alcanzar el punto B. Esta es la clave para triunfar, y nos motiva a desear más sin necesidad de más.

La JCI marcó y cambió mi vida. Aún tengo nítido en mi memoria la música y la letra del himno júnior (de Jairo Alonso Ramírez Zuluaga, Expresidente OL Medellín) y convertí el Juramento Júnior en una afirmación personal, la cual me repito en tiempo presente:

Soy una persona de fe y de principios.
Sostengo la juventud en mi espíritu y en mi corazón.
Soy noble en mis sentimientos y en mis actos.
Soy amigo, compañero y hermano para todos.
Soy un hombre de sacrificio y de bien.
Soy leal y honrado en todo y con todos.
Conservo sano mi cuerpo y mi mente.
No tengo odios, rencores ni egoísmos.
Perdono y olvido el daño que me hayan hecho.
Si los hombres son mis hermanos, los niños son
como mis hijos y los ancianos como mis padres.

Apropié e internalicé la filosofía Júniór como un estilo de vida. Cada acto de mi vida está regido por estos preceptos y definen mi personalidad, bien reza un fragmento del himno júnior: “Si trascendemos espacios y tiempos; seremos Júnior hoy, mañana y siempre.” Creo que la fe en Dios da sentido y objeto a la vida, porque esto me permite renovarme siempre; creo y comparto que la hermandad de los hombres trasciende la soberanía de las naciones, allende a ideología política, credo religioso, raza, género y estrato social; creo en la libre empresa y la promulgo; creo y aplico que los gobiernos deben ser de leyes más que de hombres, en pro de lograr instituciones inclusivas; creo que el gran tesoro de la tierra reside en la personalidad humana, porque es indeclinable utilizar nuestro poder interior para triunfar; y creo que servir a la humanidad es la mejor obra de una vida, porque estamos en deuda con nuestros antecesores y debemos sembrar, por gratitud, para la posteridad. Esta deuda con la CJI, la compenso legando un libro que motive a los lectores a despertar, a despertar ESE ALGO que yace en su interior. Mi gratitud eterna a la JCI.

Por: Carlos Rafael Melo Freyle

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