22 de noviembre
Opinión

La Ambición: Factor esencial para la Prosperidad

  “―Soy eso que hace a la piltrafa humana, al fracasado, levantarse y caminar el mundo.

―Tú eres la AMBICIÓN. Ahora, te conozco. Le grité.

―Sí―, contestó la voz. ―Yo soy todo lo que tú dices: Fe, Confianza, Poder, Ambición y mucho más. Porque más grande que todo es ESE ALGO. Soy eso que todo hombre debe encontrar en su alma, o de lo contrario será menos que mediocre, un pobre ser que se arrastra sobre la tierra en que vive, compadeciéndose de sí mismo, sintiéndose incapaces de merecer una vida digna y de bienestar.”
Fragmento del cuento ESE ALGO
(Resaltado propio)

Con base a lo que afirman James Champy y Nitin Norhia en el libro Ambición. Los secretos de los grandes líderes, he podido constatar que la gente siempre siente ambivalencia con respecto a la ambición, pues algunos la consideran peligrosa y otros la creemos esencial. También repruebo a los que abusan de ella, pero es mejor alejarse de quienes no la sienten. Como se lee en el epígrafe, la ambición es combustible para toda persona, una forma de energía que nos puede traer gloria inmortal, pero puede también destruirnos para siempre, según como la usemos.

La ambición no es mala, por el contrario, es necesaria. Sin ambición no hay crecimiento, no hay desarrollo. Lo malo es caer en las aberraciones como la codicia, la avaricia y la envidia. La primera no es un deseo noble, busca acumular por miedo a no tener en el futuro; la segunda tampoco es aconsejable por el afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie; y la tercera surge de anhelar para sí los éxitos de otros por considerar que ellos no lo merecen, pero quien lo desea sí. Estos pecados capitales están influenciados por pensamientos de escasez, pero la ambición surge de un sano y merecido deseo de ser mejores personas, de hacer cosas y actividades más exigentes, de obtener una mejor calidad de vida.

La ambición es lo que nos hace mover, por lo que Rupert L. Swan en el libro El método Macron precisa: “Macron apunta a la ambición positiva que nos ayuda a alcanzar nuestras metas individuales y colectivas, a mejorar cada día, a ser perseverantes, a mantener siempre encendida la llama de la motivación.” La ambición es el espíritu de lucha que nos impulsa a tratar de lograr algo que vale la pena, así lo aseveran Champy y Norhia: “La ambición es la raíz de toda realización. Sin ambición no se hacen conquistas, no se descubren tierras, no se crean negocios. La historia de la humanidad es básicamente la historia de individuos que vencen los obstáculos y suben triunfalmente por el arco de la ambición.” Por tanto, la ambición, es decir, desear ardientemente una cosa, es una necesidad perentoria para mejorar el mundo.

Por ende, amigo lector, no debería sentir vergüenza por tener ambición; por el contrario, te invito a despertarla y a utilizarla adecuadamente (para no caer en los pecados capitales arriba descrito), pues el objeto de toda la vida es el desarrollo, la evolución, el avance, el progreso, el bienestar. Este es un derecho indeclinable de toda persona. “El derecho de una persona a la vida significa su derecho a tener el uso libre e ilimitado de todas las cosas que sean necesarias para su total desarrollo mental, espiritual y físico, o, en otras palabras, su derecho a ser rico. […] La mayor felicidad de una persona se encuentra en el otorgamiento de beneficios sobre aquellos que ama; el amor encuentra su expresión más natural y espontánea en el dar. El individuo que no tenga nada para dar no puede llenar su lugar como esposo o padre, como ciudadano, o como ser humano. Es en el uso de las cosas materiales que una persona encuentra la vida plena de su cuerpo, desarrolla su mente y despliega su alma. Es, por lo tanto, de suprema importancia que cada individuo sea rico.” (Wallace D. Wattles La Ciencia de hacerse rico, Negrilla propia).

Bien afirmaba, el clérigo congregacionalista estadounidense y prominente abolicionista de la esclavitud, Henry Ward Beecher: “La pobreza es buena en términos de poemas, de máximas y de sermones, pero muy mala para la vida práctica.” Luego entonces, es menester vencer el miedo para dar cabida a la riqueza en su vida, o al bienestar propio y de sus seres queridos. Si siente estupor por permitirse la abundancia y la felicidad, tenga presente lo siguiente: “La persona que no desee vivir  más abundantemente es anormal y también lo es la persona que no desee tener el suficiente dinero para comprar todo lo que quiere.” (Wallace D. Wattles).

Ciertamente se necesita un carácter fuerte y mucha fuerza de voluntad para conservar un sueño en circunstancias adversas. Consideremos lo que Champy y Norhia nos instan en su libro:

“…preservar el camino requiere de disciplina y perseverancia, pues transigir es malo para la ambición.” Quien no ambiciona, quien no sueña, está condenado a perecer, a vivir una vida de limitaciones e infelicidad. La vida tiene sentido cuando anhelamos algo, cuando queremos algo, cuando deseamos algo, cuando ambicionamos algo. De allí la importancia de la ambición, de soñar, de definir propósitos y trazar metas en nuestras vidas.

Algunos lectores preguntarán: ¿Cómo desarrollo la ambición? Mi respuesta es simple: Desear correctamente. Al respecto debo precisar que aprender a desear ardientemente algo es un arte, pues desear correctamente atrae prosperidad y felicidad a nuestra vida; pero hacerlo de manera inadecuada, atrae fracasos, limitaciones e infelicidad. Por tanto, es importante entender la ley de la atracción para utilizarla de la manera adecuada y evitar declinar ante la falta de confianza.

La ley de la atracción fue formalmente presentada al mundo en 1906 por William Walker Arkinson. En su libro Vibración del pensamiento: o la ley de atracción en el mundo del pensamiento, y la describió así: “Hablamos mucho de la ley de la gravedad, pero ignoramos la ley de la atracción en el mundo de los pensamientos. Nos sentimos familiarizados con la ley que cohesiona los átomos de la materia, reconocemos el poder de la ley que atrae los cuerpos hacia la tierra y que mantiene los planetas girando en sus órbitas, pero cerramos los ojos ante la grandiosa ley que atrae hacia nosotros las cosas que deseamos o tenemos, la ley que hace o deshace nuestras vidas.”

En síntesis, la ley de la atracción plantea que se obtiene lo que deseamos, es decir, que se consigue aquello en lo que nos enfocamos o concentramos, ya sea de manera consciente o inconsciente. El problema radica en que la mayoría de la gente se enfoca más, de manera inconsciente, en lo que no desea. Por ejemplo, usted desea tener un carro, pero atrae es una motocicleta. Es seguro que tus pensamientos se materializaron en lo que realmente querías, pues en tu dialogo mental probablemente aconteció lo siguiente: <<Necesito un carro para transportarme. Pero no tengo suficiente dinero y no quiero endeudarme. Por Dios, tengo que hacer algo, necesito disponer de un medio de transporte propio que me permita ahorrar tiempo y dinero para mi movilidad en la ciudad.>>

Si revisamos lo anterior en el marco del proceso de la ley de atracción, tenemos la siguiente explicación:

 Paso 1.- Desear (ambicionar): Un carro.

Paso 2.- Sentir: El sentimiento que mantuvo fue no tener suficiente dinero y no querer endeudarse.

Paso 3.- Materialización: Una motocicleta, pues el verdadero deseo es lograr un medio de transporte propio en pro de ahorrar tiempo y dinero para movilizarse en la ciudad.

En el libro La Llave. El secreto perdido para atraer lo que deseas, Joe Vitale afirma: “Siempre atraes lo que inconscientemente crees que es correcto para ti. Para obtener lo que deseas debe tener las cosas muy claras dentro de ti. Mientras no lo hagas, no conseguirás lo que dices que quieres; obtendrás lo que inconscientemente deseas.”

Respecto a lo anterior, toda persona tiene un conflicto mental entre su consciente (que abarca el 5% de la capacidad mental) y el inconsciente (que abarca el otro 95% de la capacidad mental). Por ello es necesario aprender armonizar la mente y lograr filtrar al inconsciente nuevos programas de manera consciente, y de esta manera elevar el nivel de conciencia (sincronizar consciente e inconsciente).

A guisa de conclusión, tenga en cuenta que, si usted se niega a esta expansión de conciencia, se privará del bienestar que se merece. Lo invito a tener presente lo escrito por Wallace D. Wattles: “es su deber consigo mismo, con Dios y con la humanidad hacer lo máximo de usted.” Una adecuada ambición hace del mundo un lugar mejor para todos y, conforme a la parábola de los talentos, regocija a Dios.

Por: CARLOS RAFAEL MELO FREYLE

Un comentario en «La Ambición: Factor esencial para la Prosperidad»

  • El libro. Ese Algo escrito por carlos zmrlo F. Lo leí hace muchos años y hace poco lo encontré
    y lo separe para volverlo a leer.
    Este Cristo y mi memoria no me falla. Tienes mucho de ese libro cusnfo lo leii por mi primera vez, no identifiwue ese algo….

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