24 de noviembre
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“Con amor y Dios en el corazón, se logra  lo que nos proponemos”: ‘Toyo’ Saavedra

Paúl José Saavedra Zuleta, conocido como ‘Toyo’ Saavedra, es un empresario que a partir de las enseñanzas de su padre, formó empresa y hoy es ejemplo en Valledupar.

“Trabaja duro, no te rindas, tu puedes hacerlo. El éxito se gana, sueña en grande, céntrate, haz lo que amas, mantente humilde…”.

Con este pensamiento ha dado cada paso en su vida para desarrollar con habilidad lo que se propone. Sencillo, amable y con claros valores religiosos y familiares, Paúl José Saavedra Zuleta, un reconocido empresario adoptado por los vallenatos desde el municipio de Codazzi, hoy es la clara muestra que de las adversidades renace la semilla del éxito.

Creer en Dios sobre todas las cosas, es su principal norte. Considera que el valor a la familia es primordial para poder ser exitoso.

Germinó de un negocio familiar donde la madera era la materia prima para construir, pero además labrar un futuro que hoy es realidad y que forma parte del crecimiento económico de esta ciudad. Es conocido como ‘Toyo’ Saavedra, nombre que heredó de su padre Eustogio Saavedra, un reconocido ebanista y pionero en la fabricación de muebles, que retumbó en la mente de los vallenatos, luego que Consuelo Araujonoguera, en su programa radial ‘La Cacica Comenta’, lo selló con ese nombre que hoy es reconocido en la ciudad.

Con tres trabajadores inició el gran sueño, incluso con maquinaria prestada, que lo ayudaron a labrar un camino que hoy sigue con satisfacción.

Con orgullo ‘Toyo’ Saavedra le narra al El País Vallenato su historia de vida, su ejemplo de dedicación y constancia, que a pesar de los tropiezos, es un ejemplo de superación que en la actualidad ayuda a construir con ideas de negocios, una mejor ciudad.

Tiene 51 años de edad, de los cuales 42 ha vivido en esta capital, tierra llena de oportunidades que le abrió los brazos y hoy lo acobija con grandes satisfacciones.  Puntual, como en todo lo que se propone, llegó a su negocio que cataloga un sueño hecho realidad, ‘Toyo Saavedra Mobiliarios’, una infraestructura de 1.400 metros cuadrados de ideas que hoy generan empleo y productividad.

Fiel creyente de Dios y protector de su familia. Trabaja bajo la bendición de la Virgen de Guadalupe, cuya imagen se muestra como una bienvenida a su oficina, desde donde proyecta cada idea como un hombre visionario y progresista que con orgullo resalta el valor de su padre en sus enseñanzas.

Viene de una familia humilde que con tesón ha labrado el futuro en Valledupar. Es el segundo de cuatro hermanos y a pesar de no haberse profesionalizado, su habilidad mental y disposición al trabajo desde niño, le permitió abrir el camino cuyo destino ha sabido edificar.

MÁS 50 AÑOS DE HISTORIA

Así empezó su gran proyecto. Un local arrendado que se hizo pequeño para atender la aceptación que tuvo el empresario en Valledupar y el departamento.

“El negocio de la fabricación de muebles, viene desde hace 52 años cuando mi padre comenzó en Codazzi con una empresa que se llamaba ‘Madera Santa Fe’. Era un negocio construido a la manera de mi padre con poca organización, pero con una visión futurista de montarlo en Valledupar”, dijo el empresario.

Desde muy niño permanecía al lado de su padre, aunque no tenía la autorización para tomar las herramientas, observar le permitió desarrollar la habilidad de fabricar y de mirar más allá el negocio que buscaba un mejor concepto para su desarrollo.

Luego el negocio  llegó a esta capital, con el nombre de Industrias Eusar, en el cual ‘Toyo’ Saavedra siguió visionando lo que sería su futuro. Antes de ir al colegio, ya adolescente, siempre estaba al lado de su padre ‘copiando’ un arte que considera bonito y muy constructivo. “Mi padre fue pionero en la construcción de mobiliario escolar y de oficina en Valledupar, una gran herencia que permitió el desarrollo de mi negocio que va más allá de la madera”.

En la actualidad Toyo Saavedra Mobiliario genera más de 25 empleos en Valledupar, pero además ofrece innovación y productos de calidad.

A pesar de su dedicación a los estudios de bachillerato, ‘Toyo’ no dejaba de pensar en la idea del crecimiento del negocio familiar, mirándolo desde otras perspectivas. En el año 1991, luego de graduarse como bachiller, no fue posible seguir con sus estudios y un año después la muerte de su madre marcó su vida, ya que ella era el pilar de una familia que alcanzó a superarse por sus arraigados valores.

A los 18 años, la ganas de comerse el mundo se reflejaban en su mirada, convencido que con trabajo todo era posible. Fue mesero, vendedor de pan, de bolis a los escolares desde la ventana de su hogar, en la carrera cuarta, y su primer empleo formal fue en el Juzgado Cuatro Penal de Valledupar como mensajero, cuya labor la cumplía con una bicicleta que le regaló uno de sus mejores amigos.

AMOR Y VALOR A LAS AMISTADES

El establecimiento cuenta con un espacio de 1.400 metros cuadrados, que combinan modernismo, calidad y buen gusto.

Con un gran brillo en sus ojos y sentado en su silla gerencial, ‘Toyo’ Saavedra, siguió narrando su ejemplo de vida. Aseguró, que desde los 18 años, aunque ejercía otros empleos, su mirada no perdió el norte y seguía visionando una gran empresa del sector mobiliario, construida sobre las bases de la enseñanza de su padre.

“Nosotros teníamos algunas precariedades económicas y no era posible seguir estudiando, pero Dios siempre pone en el camino buenas amistadas y eso hay que valorarlo, ya que hacer las cosas con amor y saber aprovechar la ayuda de los amigos, permiten crecer y salir adelante”.

Recordó a su mejor amigo, con quien decidió irse hasta Bogotá alcanzado a estudiar Administración de Empresas en una corporación, recorrido que dejó a la mitad por temas de juventud y su empeño de regresar al calor vallenato.

De nuevo en la tierra del Cacique Upar, retomó los negocios con su padre, admitiendo que el valor a las amistades le fueron permitiendo abrir los caminos que lo llevarían a un buen negocio. Comenzó con pequeños contratos hasta que llegó a negociar con el Estado, impulso que le fue abriendo su mente hacia algo grande, pensando primeramente en su padre a quien no se atrevía a hacerle competencia.

EL PASO AL ÉXITO

En sus espacios muestra con orgullo una exhibición fotográfica sobre el crecimiento de su empresa, la cual ha logrado con mucho esfuerzo y dedicación.

Sin embargo, en el 2006, decidió independizarse y montar su primer negocio, ubicado en la calle 17, barrio El Gaitán, diagonal al local de su padre, un espacio de 400 metros cuadrados donde empezaron a cumplirse los sueños, gracias a la amistad de un trabajador barranquillero, que con su maquinaria, se atrevió a emprender y hacer una pequeña sala de exhibición para empezar la atención al público.

Así empezó el sueño, y con ello las bendiciones en las que las buenas amistades seguían edificando. El primer nombre del negocio fue Inversiones Toymar y desde el 2006 Toyo Saavedra Mobiliario, por consejos de su hermano mayor.

Desde entonces, el proyecto avanzaba, y sus amigos cantantes como Silvestre Dangond, lo mencionaban en sus canciones como la revolución en el sector mobiliario. Para entonces, el espacio ya se hacía pequeño y la capacidad empresarial permitió a ‘Toyo’ Saavedra lograr negocios que lo llevaron a ampliar el espacio, pero con el detalle que trabajaba solo con tres empleados y dos máquinas prestadas.

Considera que los sueños se proyectan y siempre mirando hacia arriba se logran los objetivos que cada quien se propone.

El recorrido siguió, y entre altos y bajos ‘Toyo’ Saavedra seguía con su objetivo, su resiliencia lo fueron llevando a la cúspide con el concepto de ir más allá de la madera. Visitó varias ferias de mobiliario fuera de la ciudad y el país, en la que consiguió a través de un crédito, sus dos primeras maquinarias que más delante casi pierde una de ella por falta de pago, ya que como todo comercio, las ventas suban y bajan.

Sin embargo, no fue obstáculo para seguir labrando los sueños y de nuevo vuelve a salir de esta adversidad, más fortalecido y con ganas de seguir creciendo, ya que su talento le demandaba más espacio y capacidad de atención. Seguía con su sueño de construir un gran local que generara impacto en la ciudad, que transmitiera innovación a través de un servicio único en la ciudad.

Con esta pequeña sala de exhibición empezó su camino empresarial. Hoy cuanta con un amplio establecimiento comercial que se ha convertido en referencia en la ciudad.

Así comenzó la construcción de lo que hoy es Toyo Saavedra Mobiliario. Un espacio inspirado en la modernidad de la arquitectura italiana, que empezó desde cero e incluso superó las adversidades de la pandemia. Este creativo empresario inició la construcción como trabajo de ‘hormiga’, hasta que alcanzó su sueño que culminó con la fachada en vidrio y su sala de exhibición de 400 metros cuadrados que, junto a un taller de construcción de ideas innovadoras, hoy generan más de 25 empleos en la ciudad.

Fue inaugurada poco antes de la pandemia por el Covid-19, aislamiento que se convirtió en el peor enemigo de este próspero negocio, que supo seguir en pie, incluso sin necesidad de salir del personal, quienes junto a su patrón idearon productos para estudiantes y trabajadores que desde casa debían seguir su ritmo de vida.

Así superó los compromisos con sus empleados, proveedores, bancos y acreedores que le permitieron ver la luz en el oscuro camino que la pandemia generó. ‘Toyo’ Saavedra siguió en pie y aún después de la emergencia mundial volvió a la cima y hoy es ejemplo de admiración, incluso para su padre.

EL EMPRESARIO FAMILIAR

Para ‘Toyo’ Saavedra, además de vivir apegado a Dios como principal guía en la vida, su amor a la familia lo hacen grande. Es un hombre con un corazón de papel, como él mismo se define, y junto a su esposa Carmen María Vargas, con quien procreó dos niños, sigue adelante infundiendo valores a su generación en la que nació otro hijo, que aunque está fuera de su nido, lo abraza con el mismo amor para tomarlos de la mano y llevarlos por el mejor camino.

“Mi proyecto no queda aquí, mi meta es exportar mis productos para vender a Colombia, y a Valledupar, como la mejor en la fabricación de mobiliario. Son ideas nuevas que hacen el trabajo innovador y único en esta ciudad”, aseguró el empresario, quien solo pide a Dios salud para seguir adelante.

Se considera un empresario exitoso. La clave fue tomar la iniciativa de formar empresa para aportar a la ciudad y el departamento. “Si no hay amor por lo que se hace, no hay éxito, allí está la clave”.

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