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Bibliotecario Kankuamo ganó premio nacional de bibliotecas

El pasado mes de julio el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes dio a conocer a los ganadores del Programa Nacional de Estímulos 2023 de la Biblioteca Nacional de Colombia. Con 10 años de experiencia en la labor bibliotecaria y toda una vida de amor y pasión por la lectura, Souldes Maestre, de la Biblioteca Pública Kankuaka, fue merecedor del Reconocimiento a la labor bibliotecaria y de promoción y mediación de lectura, escritura y oralidad. En esta entrevista nos habla sobre la importancia de la biblioteca y su relación con el territorio y la comunidad indígena kankuamo.

La Biblioteca Pública Kankuaka está ubicada en el municipio de Valledupar, en el corregimiento de Atanquez, que es la capital del Resguardo Indígena Kankuamo, en la vertiente suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, que para nosotros es ‘el corazón del mundo’. El contexto histórico de donde estamos ubicados es muy importante porque la biblioteca ayuda a preservar el conocimiento de los cuatro pueblos indígenas que están alrededor: el pueblo kankuamo, kogui, wiwa y arhuaco. Aquí se preserva un territorio donde existen muchos peligros debido a la minería que se practica muy cerca a este ecosistema ‘único en el mundo’, como declaró la Unesco hace unos años.

Souldes Maestre, contó a la Biblioteca Nacional, que la biblioteca es un ejemplo de interculturalidad. Acá llegan usuarios de las cuatro etnias, llegan personas foráneas, del municipio de Valledupar, y llegan personas migrantes, por ejemplo, de Venezuela, entonces es una biblioteca que media entre varios conocimientos y que, aun así, tiene claro que su mayor función es la preservación de la identidad del pueblo kankuamo. La biblioteca ayuda a preservar, desde su principal fortaleza que es la oralidad, nuestros saberes propios. El intercambio generacional que se produce entre los mayores y los chicos permite el fortalecimiento de la identidad, identidad que se potencia con la lectura y que no es un proceso fijo, sino uno cambiante, que se va adaptando a la forma en que los chicos ven el mundo, pero sin olvidar las costumbres que por miles de años nos han ayudado a preservar el territorio. Es así como la biblioteca va muy ligada al territorio, a lo que somos y, por lo tanto, a la función de preservar los sitios sagrados que existen en la Sierra Nevada de Santa Marta.

¿Cuál es la relación de la comunidad con su labor como bibliotecario?

Primero que todo, la biblioteca la comenzamos a raíz del trabajo que ya existía. Mucha gente comenzó a discutir si era necesario contar con una en la comunidad. Esa preocupación por el saber, que es una preocupación que no es como en la ciudad —que uno se preocupa por saber para tener un título o para desempeñarse mejor laboralmente— va ligada al ‘saber por el saber’, es decir, a aprender para poder ayudar al otro. Entonces, ese espíritu comunitario se refleja en mi labor. Yo represento a una comunidad y ella ve en mí alguien que va a ayudar a cumplir ese propósito colectivo. Es raro hablar en primera persona porque la biblioteca es el resultado de este colectivo. A la pregunta de “¿cómo me ve la comunidad?” diría que, por el apoyo que he sentido, me ve como alguien que está cumpliendo su labor. Cuando comenzamos contábamos con el consejo de los abuelos, de los mamos —la autoridad espiritual de más alto rango, preparado desde el vientre para orientar a su comunidad—, de los mayores, que nos decían que para pervivir como comunidad teníamos también que aprender de las herramientas de afuera, en el tema tecnológico, por ejemplo, pero también teníamos que preservar. Entonces, yo creo que la comunidad lo termina viendo a uno como ese ejemplo a seguir.

¿Cómo llegó a la Biblioteca Pública Kankuaka?

Mi amor por la literatura comienza desde pequeño, pero comenzamos con este proyecto gracias a un estímulo que ganamos en el 2012. De ahí empezamos a trabajar con publicaciones y, aunque ya el trabajo se venía haciendo desde antes, ahí comienza la biblioteca. Yo era bibliotecario y a partir del 2012 entro como coordinador de servicios bibliotecarios porque desde el principio se pensó que no iba a ser una sola biblioteca, sino que —con el aprendizaje— íbamos a terminar creando una red. En 2012 comenzamos con la biblioteca y en el V Congreso del Pueblo Kankuamo, sucedido en diciembre del 2013, queda en los mandatos que vamos a construir un sistema de bibliotecas. Esto es muy interesante porque no va a tener solamente bibliotecas públicas, sino también bibliotecas comunitarias y bibliotecas escolares que se van a complementar.

¿Qué significa la lectura en su vida?

Mi amor por la lectura comienza desde pequeño y de una manera rara porque lo primero que leí yo, además de la literatura que me compraba mi papá, como cuentos, era pedagogía. Mi papá era profesor y tenía una biblioteca muy especializada. Todos los conceptos de pedagogía: PEyE —Políticas educativas y etnicidad—, términos de aprendizaje, hacer que los chicos piensen y creen, todo eso lo apliqué luego cuando llegamos a la biblioteca. Mi papá tenía, por ejemplo, muchas enciclopedias. Creo que es curioso porque generalmente la gente se acerca a la literatura por la novela o por el cuento, pero mi acercamiento fue por el saber propiamente. Además, durante la época de la violencia, yo no podía salir a conversar con el abuelo o con nadie más, así que ese espíritu kankuamo del ‘saber por el saber’ lo llené con los libros.

¿Qué ha aprendido de la comunidad en su labor como bibliotecario?

Del tejer a diario con la comunidad uno aprende que la biblioteca no es solamente ese espacio en donde se guarda el saber. Yo siento que la biblioteca también termina siendo un lugar donde se pueden construir, crear y dinamizar otros procesos que vienen de lado. Nosotros trabajamos por comisiones, y en la biblioteca es muy común ver una reunión de la comisión de ‘El Buen Vivir’, ver reunidos a los jóvenes o al área de planeación del resguardo, y eso es lo que queremos potenciar. Yo siento que el aprendizaje más grande ha sido que la biblioteca puede dinamizar. Las bibliotecas públicas son la infraestructura cultural más grande y más longeva del país, que todavía tiene un potencial por explotar, porque la biblioteca termina siendo el eje central donde la comunidad puede llegar de manera segura, democrática, quizá hasta soñadora, y encuentra un espacio de cambio.

¿Qué significa este Reconocimiento a la labor bibliotecaria para usted y para la comunidad?

Yo creo que el reconocimiento más grande, primero, siempre va a ser el de la comunidad, pero luego del de la comunidad, tener el aval, la confianza y el apoyo de parte de otros. Yo me siento una persona joven, 10 años de labor no es nada comparado con otros bibliotecarios. Entonces, para nosotros es como el honor más grande que hemos tenido. Luego de la comunidad, está este reconocimiento y el valor que le damos es que nos impulsa y nos da la responsabilidad de acelerar la creación de esa red de bibliotecas y de impulsar otros procesos. A nosotros nos encantaría ver de qué manera nuestra experiencia puede ayudar, no solamente al resto de bibliotecas de acá, sino a más bibliotecas. Sentimos que este reconocimiento nos da también la posibilidad de ir a otros lugares, a otros países, comenzar también a posicionarnos, no solamente como biblioteca, sino como biblioteca de un resguardo indígena, que es algo que también puede ayudar a crear una manera de entrar en diálogo con los saberes de occidente, sin que sea algo que se impone, sino que medie con el conocimiento y los saberes propios.

Por Julie Guardo / Biblioteca Nacional de Colombia.

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