Del Rey cachaco al Rey gringo
Por: Brandon Barceló
@brandondejesusb
Era su decimotercer intento. Después de todos esos años presentándose, en el 2006, Beto Jamaica alcanzó la corona del Festival Vallenato. Conmocionado estaba el Valle cuando descubrió que esa noche de abril, la corona se la llevaba por primera vez alguien tan lejano de la tierra: sí, Jamaica consiguió ser el primer Rey Vallenato cachaco, una hazaña que dejó a más de uno boquiabierto.
Varias décadas atrás ya, a principios de los 70’s, se le realizaban reclamos a Escalona y a la Cacica por el afán de querer sacar el vallenato más allá de los límites del Valle y aceptar que el mundo estaba cambiando. “Y no tendrán palabras pa´ exigir, si el nuevo rey es un barranquillero”… Fue el verso que reprochó la corona de Alberto Pacheco y que puso en evidencia que era difícil aceptar que también los foráneos pudieran sentirse enamorados de esa expresión cultural que se movía por toda la costa y que ya empezaba a ser reconocida como vallenato.
Hoy la contienda está tan abierta y el mundo tan globalizado que hace unos días se inscribió el primer gringo con ganas de llevarse una corona que no está especialmente guardada para alguien de la región, sino que refleja lo abierto que está el vallenato a dejarse sentir por todos. Y claro, cualquiera puede escudar su egoísmo en una defensa de lo tradicional, diciendo que en Estados Unidos no se toca ni se canta vallenato, o puede aceptar con humildad que el folclor va más allá del territorio -aunque este sea fundamental-.
Y es que aunque siempre es más fácil rechazar al diferente y optar por lo propio, es muy difícil pretender que el acordeón se deje tocar solamente por quienes nacieron entre la Sierran Nevada y el Perijá; y es un orgullo poder contar que más allá de los océanos, de las montañas y los ríos, late el sentimiento que se fundó en el alma de los campesinos y que como el bostezo -según lo decía Escalona-, se fue de boca en boca hasta llegar a lugares que quizá ni el mismísimo Francisco el Hombre se alcanzó a imaginar. Sí, esta vez no tendrán palabras para exigir si el nuevo rey es un gringo, y ojalá el otro sea chino, y ojalá no se canse el vallenato nunca de viajar.