El conflicto colombiano llega a Apple TV con la serie «Echo 3»
Se muestra una nueva guerrilla binacional que opera en Colombia y Venezuela buscando desestabilizar al Gobierno colombiano.
Un secuestro, un grupo armado conformado por hijos de miembros de la antigua guerrilla urbana M-19 y dos militares estadounidenses son los principales elementos de la serie de ficción «Echo 3», primera de la plataforma Apple TV rodada en Colombia y que revive parte del conflicto armado del país.
Bajo el nombre de «2.0», una nueva guerrilla binacional que opera en Colombia y Venezuela busca desestabilizar al Gobierno colombiano mientras secuestra en la frontera a Amber Chesborough, una científica estadounidense que busca poner en marcha una de sus investigaciones.
«Es una manera de demostrar cómo una milicia puede empezar con un objetivo social y terminar bien contaminada», relató a EFE María del Rosario Barreto, actriz colombiana que hace parte de la serie estrenada el pasado 23 de noviembre.
Natural de Buga, en el departamento del Valle del Cauca (suroeste), Barreto asegura que este «thriller» de acción se constituye como un reflejo de «algo que ha pasado y sigue pasando» en su país: la violencia de las guerrillas emergentes que se materializa en forma de secuestros mientras son «patrocinadas por la coca».
Memoria de lo sucedido
Barreto interpreta a Graciella, una universitaria no binaria, hija de antiguos líderes del M-19 y guerrillera del 2.0, a la que define como «un león fuera de un circo donde unas personas manejan a otras (…) y donde realmente se siembran unas causas que creemos que es por todos, pero en realidad es en beneficio de unos pocos».
Como ciudadana colombiana a la que también atravesó el conflicto armado, Barreto reconoce que algunas de las secuencias escritas y dirigidas por el dos veces galardonado con el Óscar Mark Boal le hacen regresar a los noticieros que hablaban de la violencia en el país durante su infancia.
«Hay una escena en la que bebemos agua de un riachuelo. Ahí me acordé del video de Ingrid Betancourt (candidata presidencial que estuvo secuestrada durante más de seis años por las FARC). Yo estaba muy chiquita y vi a esta mujer totalmente desnutrida. A mí se me quedó esa imagen metida en la cabeza como parte de todas las cosas que como colombianos hemos vivido», recuerda.
En este sentido, la artista celebró la apertura del escritor y director de la producción, Mark Boal, a la hora de escuchar sus propuestas y la decisión de que los personajes colombianos fueran interpretados por gente local ya que, inicialmente, su papel estaba pensado para la nieta de Charles Chaplin, Oona Chaplin.
Al respecto, la colombiana admitió entre risas que, cuando comenzó el rodaje de la serie entre la localidad de Ciudad Bolívar (sur de Bogotá), y Girardot (departamento de Cundinamarca), temía por las escenas que se rodaban en inglés porque ella había comenzado a estudiar el idioma seis meses antes.
Sin embargo, el carácter bilingüe de esta serie hizo que lo que ella define como un «inglés chapoteado» en el que se entremezclan el español y un inglés con acento latino fuera bien recibido y hasta aplaudido por Boal.
La imagen de Colombia
Más allá de las guerrillas, Barreto reivindica la importancia de algunas escenas de la serie como forma de mostrarle al mundo que Colombia también forma parte de América, más allá de los Estados Unidos.
Sobre la perpetuación audiovisual de la imagen de su país como lugar violento, la actriz insistió en que no deja de ser necesario porque se ha «normalizado la violencia», tras más de cinco décadas de conflicto.
«Ahora todo esto se está destapando y estamos tratando de dejar de normalizar las violencias», agregó al tiempo que señaló como «primer paso» para la paz el «reconocer», «verbalizar» y «nombrar» que Colombia tiene una «violencia enquistada en muchos lugares».
Convencida de que el mensaje que recibirá de la serie cada espectador será distinto en función de su experiencia de vida, Barreto asegura que esta producción busca «hacer una sacudida para que no se olvide lo que pasó en el país» por medio de escenas que recuerdan «qué pasa cuando hay algo por ahí donde el secuestro y la tortura no son considerados tajantemente como un crimen de lesa humanidad».
EFE