La «Casa de Navidad» de Austria abre también en medio de la crisis energética
Pese a la crisis energética que vive Europa este invierno, una familia de Austria mantiene su tradición -iniciada hace 25 años- y decora el jardín de su hogar con cientos de miles de luces para crear su propia «Casa de la Navidad», la más grande de Europa.
Este paraíso navideño, fundado por Sabine Gollnhuber, de 55 años, abrió sus puertas el pasado 26 de noviembre y estará abierto para el público hasta el 8 de enero.
Cada Navidad, miles de visitantes, incluido turistas de todo el mundo, llegan hasta Bad Tatzmannsdorf, un balneario a unos 120 kilómetros al sur de Viena, para contemplar el espectáculo.
Aquí se puede ver la colección privada de muñecos hinchables más grande de Europa: Casi un millar de figuras diseminadas por todo el recinto de 5.000 metros cuadrados, la gran mayoría de temática navideña, aunque también hay superhéroes y personajes de películas de Disney.
Todo parece envuelto en un halo multicolor, un reflejo festivo que nace de las 700.000 lucecitas que cuelgan de los árboles y del techo de la casa, dispuestas cuidadosamente por Sabine Gollnhuber y su familia durante varios meses.
Crisis energética
Este año, la crisis energética, que ha multiplicado en Europa los precios de la electricidad por la guerra en Ucrania y otros factores, ha hecho que la familia tome medidas para evitar facturas de luz excesivas, pero no ha mermado de ninguna manera su espíritu navideño.
«Hemos cambiado ya toda la iluminación por luces led, lo que hace que este año el gasto energético no sea mucho mayor que en años anteriores», cuenta Sabine, ingeniera de caminos de profesión, que se define como una «fanática de la Navidad».
«Especialmente ahora, cuando hay guerra en Europa, es tan importante que se lleve un poco de luz a las vidas y se calienten los corazones. Y espero hacerlo con nuestras luces de Navidad aquí», señala.
Una idea nacida en EE.UU.
Cuenta que de niña tuvo la suerte de viajar varias veces a Estados Unidos y a los parques temáticos de Disney, también en Navidades.
«Allí me infecté con el virus de la Navidad», comenta entre risas en declaraciones a EFE en la parte baja del jardín, donde su casa iluminada se refleja en las aguas de un estanque.
«Cuando iba con mis padres y mi hermana a Disneylandia, en Florida (EEUU), aquello era un lugar especial que se me quedó grabado en el corazón», recuerda.
A raíz de estos viajes, Sabine siempre soñó con montar, en su propia casa, una especie de «parque temático» navideño a imagen y semejanza de los de Disney.
Tras el nacimiento de su primer hijo. en 1990, empezó con unas pocas luces y figuras.
Pero a medida que su colección de hinchables fue creciendo, la familia comenzó a abrir el recinto al público de forma gratuita, con el objetivo de recaudar donativos que entregan a diversas organizaciones humanitarias en Austria.
«Cada año logramos recaudar entre 30.000 y 40.000 euros para ayudar a la gente, sobre todo en Austria, pero también apoyamos la creación de un colegio en Nepal», cuenta Sabine.
Superar la pandemia
Asegura que los dos inviernos de la pandemia del coronavirus fueron «mucho peores» para la Casa de la Navidad que la actual crisis energética.
«El precio de la luz lo debemos pagar nosotros, pero no nos afecta tanto, ya que hemos reducido el horario de apertura en una hora (hasta las 21.00 horas, en lugar de 22.00)», precisa.
La factura antes de la crisis energética, para las seis semanas de iluminar la «Casa de Navidad», era de unos 2.000 euros, un monto que esperan mantener estable este año, en parte gracias a las subvenciones del Gobierno.
Un trabajo de 10 meses
Aunque montar los hinchables y colocar las luces les lleva cerca de cuatro meses, en realidad el trabajo de organización de la «Casa de la Navidad» ocupa a los Gollnhuber durante casi todo el año.
Cuando termina la temporada navideña toca limpiar y recoger, sustituir las luces que se han estropeado y comprar nueva decoración, un proceso que dura hasta mayo.
Además, supone una gran inversión de dinero, que en los últimos años no proviene sólo del bolsillo de la familia, sino también de algunas empresas que patrocinan este proyecto.
EFE