Rafael Orozco: 30 años de eternidad y preguntas tras su asesinato
En algunos aspectos, la Colombia que vivió el cantante vallenato Rafael José Orozco Maestre es muy diferente a la que vivimos hoy, 30 años después de que nueve impactos de bala acabaran con su vida el 11 de junio de 1992, justo en la terraza de su casa en Barranquilla.
Por ejemplo, en los tiempos de Rafael, las tiendas de música eran un negocio rentable y los artistas musicales podían juntar grandes sumas de dinero por cuenta de la venta de sus producciones en físico. El talentoso y carismático cantante nacido en Becerril (Cesar) se juntó en Barranquilla con el acordeonero guajiro Israel Romero y firmaron con la disquera colombiana Codiscos. Su primer sencillo, La creciente (1976), los lanzó al estrellato y los zafó a ambos de terminar la universidad.
Además, en esa época, el género vallenato estaba sufriendo una revolución: los juglares, artistas integrales que componían sus canciones, las cantaban e interpretaban el acordeón al mismo tiempo, estaban siendo reemplazados por conjuntos musicales con acordeonero, cantante y equipo de producción. El Binomio de Oro —Organización Romero-Orozco— tenía dos líderes y un gran equipo detrás, capaz de enriquecer las canciones con coros, efectos e instrumentos adicionales.
“Son 18 familias que dependen del Binomio de Oro. Yo me puedo dar el lujo de quedarme un fin de semana o dos, un mes sin cantar, pero la gente que trabaja con nosotros no. Entonces, tenemos que seguir trabajando para sustentar todas esas familias”, dijo el cantante en entrevista a Página Social, en 1991.
Ser un artista musical famoso cuando no había internet implicaba, entre otras cosas, que sus ventanas al país y el mundo eran la radio y la televisión. En la radio cautivaba con su voz de extenso registro, que sonaba idéntica en vivo y en los LP, más las composiciones románticas de Romero. En televisión llamaba la atención por su vestuario de vanguardia, con sacos de gala y detalles brillantes, como el oro.
En el país que vivió Rafael Orozco había programadoras de televisión que se peleaban por vender cientos de ideas de programas a los únicos tres canales que había, de propiedad estatal. El Binomio era una apuesta ganadora de sintonía: se dieron el lujo de ser invitados a programas musicales, como El Show de las Estrellas de Jorge Barón, programas de comedia —como El Show de Jimmy y Sábados Felices—, entrevistas y hasta comerciales: vendían desde su propia música hasta aceite de cocina.
En esa época tampoco había redes sociales en las que se pudiera saber de los artistas favoritos al instante, así como escribirles de vuelta en cuestión de segundos. Rafael Orozco recibía montañas de cartas de sus admiradores y enamoradas en su apartado aéreo, según confesó en entrevista al programa de televisión Página Social. Al no tener manos para tanta carta, contaba con una secretaria que le ayudaba a responder las toneladas de correspondencia.
A comienzos de los 90, las relaciones extramatrimoniales de los famosos eran secretos a voces, a veces confirmados por las revistas del corazón, otras veces graduados de leyendas urbanas. Ni siquiera el carácter celoso de Clara Cabello, la musa de La creciente y esposa de Rafael Orozco, fueron impedimento para que el cantante se enredara con María Angélica Navarro Ogliastri. Varias teorías que rondan su muerte están relacionadas con ella.
Una versión de la muerte
Tristemente, la época de Rafael Orozco también es recordada porque las figuras públicas no necesariamente tenían garantizado llegar a viejos. Eran los tiempos de los capos del narcotráfico y quien salía de casa no tenía asegurado volver. Era más bien sencillo hacer enojar a la persona equivocada. Justo eso le pasó a Orozco.
En la noche del 11 de junio de 1992, Rafael salió a la twrrqzade su casa para hablar con Alfonso Ariza De La Hoz y Francisco Manuel Corena, músicos cercanos a Diomedes Díaz que llegaron sin avisar mientras el cantante departía con su familia. En medio de la conversación, un sicario llegó al lugar y le disparó diez veces.
Nueve disparos de un arma de fuego Heckler & Koch, calibre 7.65,entraron en su cuerpo: afectaron su tórax, su cara, su espalda y sus glúteos. Ante los disparos, Clara Cabello salió de la casa en compañía de algunas personas que participaban de la reunión y encontraron a Orozco agonizando. El líder del Binomio de Oro murió a los 38 años, camino a la Clínica del Caribe, en Barranquilla.
Aunque Corena y Ariza fueron sospechosos por mucho tiempo de la muerte de Rafael, finalmente fueron absueltos. También fue absuelto Jorge Navarro Insignares, padre de María Angélica, de quien se creía que había encubierto el crimen. A quien se le atribuyó su muerte de forma oficial fue a José Reynaldo Fiallo Jácome, quien se hacia pasar como Jorge Alberto Méndez o ‘Nano’. Este narcotraficante pretendía a María Angélica y fue rechazado por ella a cambio del cantante.
Lo que determinó el juez cuarto penal del circuito de Barranquilla en 1994, cuando se cerró el caso, es que Fiallo fue el autor intelectual, el encargado de idear el plan y mandar a asesinar a Orozco, pero quien disparó el arma fue Sergio González, alias ‘Tato’, su guardaespaldas.
Previamente, reporta El Tiempo, la Fiscalía esperó a Fiallo para escuchar su testimonio porque lo tenían como presunto responsable. No llegó a dar su versión nunca: fue acribillado en noviembre de 1992.
Otra versión
El final del siglo XX en Colombia está plagado de leyendas urbanas. Las personas que se llevó el narcotráfico en los 90 tienen a cuestas más de una historia de muerte. Lo mismo pasó con Rafael Orozco: existe un testimonio de un exsicario del Cartel de la Costa que vinculó al cantante con esta organización criminal.
Según esta versión, rechazada por la familia hasta hoy, quien finalmente habría apretado el gatillo no fue alias “Tato” sino otro sicario llamado “El Mono” Del Veccio.
De acuerdo con el testimonio, publicado por la Revista Semana en 1993, para momento de su muerte Orozco llevaba cuatro años trabajando para el Cartel de la Costa, cuando todavía funcionaba como una franquicia del Cartel de Medellín.
Orozco, de gran fama en Colombia, también había logrado cultivar una próspera carrera en el exterior, sus éxitos eran muy sonados en Venezuela y en Ecuador, pero también entre la comunidad latina en Estados Unidos, a donde viajaba frecuentemente.
“Era uno de los mejores lavadores de dólares, pues utilizaba sus presentaciones en el exterior para meter verdes a la lata al país (…) Cada vez que salía del país, especialmente a Estados Unidos se llevaba su colección de acordeones. Eran 12 en total. Allá los desarmaba y los rellenaba de dólares que luego entraba al país sin ningún misterio, pues era un ídolo y nadie lo molestaba”, le dijo el sicario a la revista.
Cuenta que la orden de ultimar a Orozco Maestre se dio porque el cantante quería subir su comisión por los viajes, del 15% al 25% por cada embarque, lo cual molestó a los capos de la Costa. Pero la gota que derramó la copa fue la pérdida de tres acordeones cargados con 12 millones de dólares en uno de los últimos viajes de regreso a Estados Unidos, que, pese a que el cantante se comprometió a recuperar, nunca cumplió.
“Él se torció y se quedó con el billete. Eso no le gustó a nadie y le dieron un plazo para que se pusiera al día. Una vez fuimos a su casa y le dijimos: “Arregle esa vaina rápido porque la gente está muy molesta y ya le pusieron precio a su cabeza. Están ofreciendo 130 millones de pesos (34.726 USD al cambio actual) para que lo maten y hay muchos que quieren el trabajo”, dijo el testigo.
Según esta versión, Orozco creía que podía intimidar a la gente de ese cartel con su fama y amenazarlos con armar un escándalo para dañarles el negocio. No obstante, él vivía en una época en la que nadie era intocable para el narcotráfico: ni los ministros, ni los candidatos, ni los futbolistas ni nadie. Por eso la historia, aunque rechazada, es tan verosímil.
INFOBAE AMÉRICA
Erika Meza