21 de septiembre , 2024
General

Huertos urbanos orgánicos, una alternativa para la escasez de alimentos en el Cesar

Como dice el escritor argentino Martín Caparros: “El hambre es la metáfora más violenta de la desigualdad”; y sí que lo es, en la crisis que actualmente está afrontando el mundo, debido a la pandemia por el Covid-19, la cual ha desencadenado recesiones brutales y puesto en peligro el acceso a los alimentos.

Sin embargo, incluso antes de la pandemia, el hambre se propagaba, y estancaban los progresos en materia de nutrición. Así ocurría especialmente en los países afectados por conflictos, condiciones climáticas extremas u otros debilitamientos de la economía o sometidos a un alto grado de desigualdad.

Las Naciones Unidas añade que el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (Hambre cero de aquí a 2030), quedará incumplido por un margen de casi 660 millones de personas. De esta cifra total, puede que unos 30 millones se deba a los efectos duraderos de la pandemia.

El departamento del Cesar, como muchos otros departamentos del país y especialmente del Caribe, no se escapan a esta cruda realidad. De acuerdo con el Dane, antes del inicio del aislamiento preventivo el año pasado, el 89,5 % de los vallenatos consumían sus tres comidas diarias, pero actualmente sólo el 61,5 % tienen las tres raciones diarias en sus hogares, siendo los más afectados los niños, y los adultos mayores, debido a la inseguridad alimentaría se ven afectados por la triple carga de la malnutrición, desnutrición, y carencias en micronutrientes.

Por ello, los cultivos de traspatio o llamados cultivos urbanos, son una gran alternativa para los cesarenses y especialmente para los habitantes en condiciones de inseguridad alimentaria, pues cada centímetro, cada metro cuadrado, puede ser aprovechado para cultivar de manera orgánica, y sin hacer grandes inversiones, destacó Franklin Blanco, miembro de la comunidad Arawak y de Colombia Orgánica.

“Aqui todo cuenta, todo vale, algunos materiales reciclados pueden convertirse en semilleros o materas productivas, todo es cuestión de imaginación y aprender a usar nuestros espacios y nuestros jardines. En un metro cuadrado podemos tener de 10 a 15 plantas distintas comestibles, esto lo podemos lograr en familia de manera sencilla, práctica, muy didáctica para los niños, y nuestros adultos mayores para que participen en la producción de nuestros alimentos”, explicó el experto.

Actualmente un proyecto de emprendimiento Colombo Méxicano llamado, Atyka Orgánica, nacida en Valledupar, viene dictando talleres, cursos, y montajes de unidades productivas familiares en la ciudad de México, y en algunos estados mexicanos, con el fin de dar a conocer esta gran alternativa productiva.

“De acuerdo al International Growth Centre de la London School of Economics (LSE), la producción doméstica de alimentos tiene el potencial de proporcionar ahorros sustanciales para los hogares urbanos más pobres —que generalmente gastan hasta el 80% de sus ingresos en alimentos—, con la ventaja adicional de la diversificación de la dieta y una mejor nutrición. Asimismo, puede proveer a las familias de ingresos adicionales si venden el excedente de su producción en mercados locales”, dijo.

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