Carlos Vives: ícono de la música colombiana
Creó un estilo moderno con la raíces del folclor colombiano y engrandeció el legado cultural del país. Más de mil conciertos, millones de discos vendidos y un sinnúmero de premios a su destacada obra musical de casi 30 años.
Por Uriel Ariza-Urbina
El médico Luis Aurelio Vives solía llevar a sus hijos a las prácticas en el quirófano en Santa Marta. También lo acompañaban a los entrenamientos del Unión Magdalena, como gerente y médico del equipo. Carlos Vives no sería médico ni futbolista, aunque le apasiona el balón. El adolescente le cantó una serenata a una enamorada y empezó a molestarlo la espinita de la música. Dos décadas más tarde haría historia en el gran libro de la música colombiana con una de sus páginas más gloriosas.
De la medicina y el fútbol tiene dos imágenes imborrables. De la labor de su padre recuerda cuando llegaba a su casa con gallinas, patos, perros, gatos, loros o chivos que le daban sus pacientes cuando no tenían para pagarle la consulta, una costumbre del caribe colombiano. Del fútbol no puede olvidar cuando tenía 12 años y el arquero del Unión Magdalena, ‘Chimilongo’, lo salvó de morir ahogado en una piscina en Cúcuta, adonde había ido con su padre a un juego del equipo.
De la casa grande al lado del mar y la montaña salía con sus hermanos y su padre por los caminos de la Sierra Nevada hacia los poblados indígenas. Aquella impresión estuvo siempre en su vida y la plasmaría en su música. El gusto por los aires vallenatos vendría de sus parientes en Valledupar. La mayor parte del tiempo jugaba fútbol en los potreros con los amigos de la cuadra, pescaba y buceaba en el mar. Por las tardes escuchaban en la radio las aventuras de Kalimán y por las noches echaban cuentos imaginarios comiendo frunas de limón.
La música de Carlos Vives está montada en las vivencias cotidianas de los pueblos del Caribe. Una de esas historias está en su rostro. Su madre Aracely Restrepo recuerda cuando Carlos se afanó por ponerse un disfraz de lucha libre y una máscara que no lo dejaba ver bien. Salió corriendo a la calle y se dio contra un poste, hubo sangre y le cogieron puntos. En su ceja está la cicatriz. Pero era un soñador enamoradizo, y cuando alguno de sus amigos quería dar serenata, Carlos se apuntaba y soltaba el repertorio romántico de Alfredo Gutiérrez.
Cuando salió de Santa Marta a estudiar en Bogotá se encontró un ambiente cultural muy distinto. Tenía los aires del Caribe a flor de piel, aunque las costumbres musicales del interior del país eran muy rígidas. Empezó a cantar baladas en bailes de amigos, en la universidad y en pequeños bares de barrio, y a veces soltaba uno que otro ritmo del Caribe y les daba un toque distinto para no sonar tan regionalista.
A los vallenatos clásicos y las cumbias les hacía ciertos giros y los suavizaba. Carlos no se daba cuenta ni tenía idea de lo que estaba haciendo, pero más adelante seguro le sirvió para crear un estilo que marcaría a una generación y abriría las puertas a muchos músicos con sus propias versiones, como Shakira, Juanes y una larga lista de artistas hasta el día de hoy. Mientras tanto, estudiaba publicidad y con su estampa de galán hacía comerciales e incursionaba en la pantalla con roles en telenovelas. La música seguía ahí, esperando su momento.
Carlos Vives adquirió fama internacional como actor de telenovelas como Gallito Ramírez y otras en Puerto Rico y México. Cantaba, bailaba y actuaba. Prueba como cantante y graba su primer trabajo en balada y más tarde hace otros dos álbumes. Todo quedó allí. En 1991 Caracol lo invita a protagonizar un musical televisivo basado en la vida y obra del célebre compositor vallenato Rafael Escalona, y en ese momento se da cuenta que esa es la música en la que puede expresar su pasión y talento.
El éxito de la serie televisiva lo lleva a grabar el álbum Escalona: Un canto a la vida, acompañado de Egidio Cuadrado, su acordeonero y compañero de aventura musical desde entonces. Un año más tarde lanza el segundo álbum con canciones de Escalona y hace presentaciones por América Latina. Seguía actuando en telenovelas, pero Vives tiene en mente algo nuevo que ningún músico de su región había intentado antes: hacer un álbum de clásicos vallenatos con un sonido diferente.
Seleccionó cantos célebres de juglares y los trajo a la modernidad con un sonido y estilo revolucionarios. Partió en dos la forma cómo se escuchaba esta música tradicional y hermética. Sin distorsionar la raíz de las composiciones, Vives y su grupo les hacen arreglos inéditos y logran desempolvar los viejos cantos de la provincia y los difunden por el mundo como nunca antes se había hecho. Hizo dos álbumes de Clásicos de La Provincia. Fue un suceso internacional que cautivó a la crítica y amantes de la música con acordeón, que Gabriel García Márquez ya había lanzado a la fama en Cien años de soledad.
Le siguieron otros álbumes exitosos y rompió record de ventas con discos de oro, platino, nominaciones y apariciones en el listado de Billboard. Sus cantos se volvieron himnos. La Tierra del olvido, El amor de mi Tierra, Tengo fe…, fueron algunos de sus trabajos más aplaudidos, aunque cada grabación era un éxito asegurado. En 2001 el álbum Déjame entrar gana el Premio Grammy como Mejor Álbum Latino Tradicional, y en 2002 obtiene tres Grammy Latino como Mejor Álbum Tradicional Contemporáneo. Tiene en su poder 14 premios Grammy Latinos, Premio Onda, Premio Amigo, Premios Nuestra Tierra y Principado de Asturias.
En 2004 se atreve a algo más arriesgado y resultó ser una de sus obras mejor trabajadas. En El rock de mi pueblo introduce guitarras eléctricas, baterías de rock y bajo, sin apartar el acordeón, y reivindica las líricas populares. Gana el premio a Mejor Álbum Tropical Contemporáneo en los Latin Grammy Awards. En 2009 y 2010 regresa a las raíces y hace otro Clásicos de La Provincia. En 2013 lanzó Corazón profundo y le valió toda clase de elogios, y luego con sus sencillos Volví a nacer, Como le gusta a tu cuerpo, Bailar contigo y La bicicleta.
Vives ha cantado a dúo con artistas de distintos géneros y ha hecho presentaciones con artistas internacionales para propósitos benéficos. Su última búsqueda musical lo llevó por las regiones lacustres del Caribe para producir Cumbiana, la música del cielo, del agua y de la tierra, el decimosexto trabajo musical en estudio del artista, una fusión de ritmos entre el pop, el reguetón y aires folclóricos colombianos y tropicales. Vives grabó imágenes en el barrio Pescaíto de Santa Marta para su álbum Cumbiana 2, en la que participan los hijos de Ricardo Montaner, su hija Lucy y el ‘Pibe’ Valderrama.
Carlos Vives nació el 7 de agosto de 1961 y se alimentó de los cantos de su época. Sin embargo, su música hace la magia de hacer sentir joven a gente de otro tiempo. Desde que empezó a grabar con su estilo creativo moderno nunca se apartó de las raíces del folclor. Allí parece estar el secreto de sus cantos. “Es extraño –dice Carlos Vives-, cuando nos vamos haciendo viejos, todos vamos corriendo pa’ atrás”, refiriéndose a su música siempre actual, aunque inspirada en la tradición.
“Se lo debo a ella”, dice Vives señalando a Claudia Elena en una entrevista, su esposa y cómplice de buena parte de su mejor obra musical.