26 de noviembre
Internacional

China inició un juicio por espionaje contra un escritor australiano

Las autoridades australianas denuncian que se trata de una detención arbitraria, que en su juicio no habrá contrainterrogatorios ni testigos, y que ni su familia ni los diplomáticos pudieron asistir asistir

China procesó el jueves a un escritor y académico australiano acusado de espionaje, en un caso que podría dañar las ya deterioradas relaciones entre los dos países.

Yang Hengjun, un novelista y ex funcionario chino que renunció a su nacionalidad y emigró a Australia, fue detenido a principios de 2019 después de tomar un vuelo de Nueva York a Guangzhou. Hasta ahora, no ha podido comunicarse con familiares y solo ha tenido un contacto limitado con su abogado, informó el gobierno australiano.

El jueves, el embajador de Australia en China fue impedido de participar en el juicio de Yang, cuya primera audiencia se celebró en el Tribunal Popular Intermedio número 2 de Beijing.

“Esto es profundamente lamentable, preocupante e insatisfactorio”, dijo Graham Fletcher a los periodistas fuera de la corte. “Estamos preocupados desde hace mucho tiempo por este caso -incluso por la falta de transparencia-, y por lo tanto hemos llegado a la conclusión de que es un caso de detención arbitraria”.

El juicio comenzó un día después de la publicación de una carta que Yang dictó en marzo desde la prisión, en la que dijo que su salud se estaba deteriorando pero que su espíritu era fuerte.

“He estado en confinamiento durante 26 meses sin aire fresco ni sol”, dijo Yang al comienzo del mensaje, que está dirigido a un amigo que prefirió mantener el anonimato y al que tuvo acceso The Washington Post.

“Si lo peor llega a suceder, si alguien quiere vengarse de mí por mis escritos, por favor explícale a la gente de China lo que hice y el significado de mis escritos para ellos”, continuó Yang, quien se dedicaba a escribir novelas de espías sobre China y los Estados Unidos, así como críticas a la política china que eran consideradas sencillas y relativamente moderadas.

Un amigo cercano de la familia, Feng Chongyi, confirmó la autenticidad de la carta a The Post y agregó que el juicio fue “una mera formalidad y una vergüenza”.

“Será un juicio a puertas cerradas”, dijo Feng, profesor de la Universidad de Tecnología de Sydney. “Su familia y los diplomáticos australianos no pueden asistir. No habrá contrainterrogatorio de testigos”, añadió.

China dijo poco sobre los cargos que pesan contra Yang, además de que se relacionan con un presunto episodio de espionaje. Estuvo retenido durante siete meses en “duras condiciones” antes de ser acusado a mediados de 2019, según la ministra de Relaciones Exteriores de Australia, Marise Payne.

“Tengo muchas esperanzas en que Yang tenga un juicio justo, pero no hemos visto ninguna explicación o evidencia de los cargos presentados en su contra”, dijo Payne a la radio australiana ABC el jueves.

Sophie McNeill, investigadora australiana de Human Rights Watch, dijo que era “alarmante” que las autoridades chinas hubieran impedido que los diplomáticos australianos observaran los procedimientos. “A Yang se le ha negado el derecho a un juicio justo desde el momento en que fue detenido”, agregó.

El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, dijo el jueves que Beijing rechazó firmemente los intentos de Australia para intervenir en el caso de Yang.

Esta no es la primera vez que Yang es detenido en China, que dejó el país en la década de 1990 después de un período en el Ministerio de Relaciones Exteriores de China. Durante años bromeó públicamente diciendo que con frecuencia querían reclutarlo para ser un agente de la inteligencia extranjera.

Después de estar detenido durante dos días en el año 2011, aunque se negó a hablar públicamente de la experiencia, escribió en una publicación de un blog que continuaría trabajando como un “intermediario tranquilo” para impulsar a China -“nuestra nación”- a convertirse en un país fuerte, próspero, libre y democrático.

El juicio contra Yang llega en un punto bajo en las relaciones entre China y Australia. Después de que Australia pidiera una investigación sobre el origen de la pandemia de coronavirus, China bloqueó las importaciones de carne de res, vino, carbón, langostas, madera y cebada australianos. La retórica en ambos lados se ha incrementado recientemente.

El caso de Yang es el último de una serie de incidentes en los que Beijing parece detener a ciudadanos extranjeros como palanca en las disputas con los gobiernos occidentales.

De hecho, el escritor fue detenido un mes después de que China detuviera a dos canadienses, Michael Spavor y Michael Kovrig, que desde entonces han permanecido arrestados y acusados de delitos graves. Sus casos parecen estar vinculados con las disputas entre Beijing y los gobiernos occidentales sobre Huawei, el gigante tecnológico chino que está tratando de convertirse en el líder mundial en sistemas 5G.

El año pasado, China acusó a las autoridades australianas de allanar las casas de periodistas chinos en Australia. Unas semanas después de las redadas, las autoridades chinas detuvieron a una presentadora de televisión australiano que trabajaba para una emisora estatal china. Ella aún está detenida. Otros dos corresponsales australianos pasaron días encerrados en complejos diplomáticos antes de huir de China después de que las autoridades exigieron entrevistarlos sobre lo que -dijeron- era un asunto de seguridad nacional.

En su carta, Yang escribió que si lo dejaban salir de la cárcel, le gustaría visitar tanto Australia -“un lugar celestial”- como “las verdes montañas y ríos de China”. Prometió escribir artículos “para mejorar las relaciones entre Australia y China, y dijo que espera que eso ayudara “a China a comprender el mundo y al mundo a comprender a China”.

Sin embargo, también reafirmó que no comprometerá sus creencias.

“No hay nada más liberador que hacer realidad los peores temores. Ahora no tengo miedo”, dijo. “Los valores y creencias que compartimos, y que compartí con mis lectores, son algo más grande que yo”.

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