19 de septiembre , 2024
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William Rosado fue un amigo distinto, sin intereses y sin envidias

No hubo promesas ni pactos después de la muerte, pero si grandes historias que viajaron junto a él al infinito. William Rosado Rincones, fue un amigo inseparable, distinto, sin intereses y sin envidias; hoy nos deja el corazón partido, con vivencias que entre lágrimas, también hacen aflorar carcajadas que ayudan a sobrellevar el dolor que ha dejado su ausencia.

La madrugada del 11 de mayo de 2021, ha sido la más oscura y triste para Edgardo Mendoza Guerra. “Mi mente se bloqueó al conocer la noticia de mi gran amigo, que aunque éramos distintos, con ideas diferentes, fuimos inseparables, casi que familia de sangre”, manifestó entre lágrimas que hasta ahora no ha podido contener, ante la falta que le hace su aliado como profesional y persona.

Hablar de William Rosado es remontarse a la época de estudiantes de bachillerato en el Insmtpecam. “Cada lunes al recreo me esperaba, siempre dijo que lo que hoy llaman bulling escolar, lo inició conmigo donde Franco, el de las avenas y las empanadas. Me decía que me esperaba porque yo siempre cargaba plata, pero lo cierto es que el destino fue el que nos unió hasta que Dios decidió separarnos”.

Y así pasaron los años, sin imaginarse que un nuevo motivo los uniría en la vida, la profesión de locutores y periodistas. Era como parte de la vida, esperarse uno al otro; “éramos totalmente distintos en el pensar, pero a la vez uno era el complemento del otro para narrar anécdotas, y convencer a los demás de las historias imaginarias que él se inventaba con gran facilidad. Su buen sentido del humor, amarrado a un gran corazón de solidaridad lo hicieron un gran ser humano”.

William Rosado y Edgardo Mendoza, se quisieron con el alma, fue una amistad tan igual y valerosa como la del maestro Rafael Escalona y Jaime Molina. Es la radiografía a color del dolor, de la tristeza, de la melancolía y un golpe certero de la vida por la muerte de un amigo bueno y fiel.

La diferencia entre Escalona y Molina, es que entre William y Edgardo no hubo pacto después de la muerte, “a Rosado no le gustaba tocar el tema de la muerte, por su mente no pasaba la tristeza, de hecho, el día que lo llevaron a urgencias pidió a su esposa e hijos que no lo dejaran morir en pandemia, porque nadie lo podía acompañar”.

MIL HISTORIAS, MIL RECUERDOS

“Me quedan cien mil recuerdos, mil alegrías, mil sonrisas, mil historias, algunas tan nuestras que cuesta creerlas, y ahora me toca convencerlos solo, cuando no ha sido mi habilidad. Radio Reloj, tiempos de Cañaguate, Radio Guatapurí, sus cosas en Bogotá sin conocerla, aquellas amigas que compartieron momentos en tantas fiestas, carnavales, ríos y pueblos aquellos amigos que siempre encontramos y que siguieron siéndolo desde el primer encuentro, como si la vida estuviera esperándolos”, escribió Mendoza en un artículo que dedicó a su inolvidable amigo William Rosado.

Con Rosado, mi amigo, se fueron grandes vivencias, se fue un hombre que con su nobleza y gran corazón lograba que todos caminaran a su paso, de hecho fue el timón del Club Bololó, donde no se tomaban decisiones sin consultarlo, “le decíamos el general de tres soles, él aprobaba el ingreso de los miembros y todo lo que se desarrollaba a su alrededor”.

Los recordarán entre lágrimas, pero más entre risas, cuando Dios les dé valor de sentarse a recordarlo, a reunirse en el Bololó donde su silla estará vacía, pero sus recuerdos perdurarán en el tiempo, mientras él desde el cielo meterá su mano y ordenará como siempre lo hizo.

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