A Duque se le explotó la bomba
Por: Rafael Porto C.
Hace yo no sé cuantos años que en Colombia se viene alimentando una bomba social de tamaño monumental. Esa bomba es el legado que un gobierno le deja al siguiente y así sucesivamente, y que al presidente Iván Duque se le explotó en la cara.
No vengo aquí a realizar un recuento histórico de la violencia en Colombia, pues la historia está ampliamente documentada en los libros y en internet se puede encontrar abundante información, pero si es pertinente mencionar, por una parte, el 9 de abril de 1948, más conocido como el Bogotazo, donde una serie de disturbios acaecidos en la capital del país fueron consecuencia del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, líder del partido liberal y, por otra parte, el paro Cívico Nacional de 1977, que fue una manifestación popular contra el gobierno de Alfonso López Michelsen en las principales ciudades del país entre el 14 y 15 de septiembre del mismo año. La marcha es considerada como el movimiento social de mayor impacto e importancia en la historia de Colombia después del Bogotazo.
Ahora bien, el resumen anterior para decir que desde que tengo uso de razón no había visto al país tan convulsionado y sumergido en una crisis institucional, política, económica y social tan aguda como por la que atraviesa hoy. En Colombia se respira un aire de descontento, desencanto y repudio por la élite política y económica, sobretodo hacia el gobierno Duque, pues el pueblo colombiano reclama justicia social, igualdad, libertad y mejores oportunidades, en palabras claras, el pueblo se cansó de Duque, de Uribe y de su partido de gobierno.
De acuerdo a lo anterior, se pueden identificar diversos factores que alimentan el malestar social, como por ejemplo, el mal manejo de la pandemia, que hasta el día de ayer, Colombia ocupaba el puesto número doce con más muertos a nivel mundial, y octavo en contagios por causa del Covid-19, el anuncio de la compra al gobierno de los Estado Unidos de 24 aviones de guerra por 14 billones de pesos, la compra de las 23 camionetas blindadas para presidencia por cerca de 9.600 millones de pesos en abril del año pasado, las masacres a líderes sociales, las objeciones al proceso de paz, el desfinanciamiento de la JEP. El hecho de que el Estado no haya ocupado las zonas donde se encontraba la guerrilla de las FARC-EP ocasionó enfrentamientos entre grupos subversivos y por ende el recrudecimiento de la violencia, las masivas migraciones de venezolanos al país, “perfilamientos” a periodistas y líderes de opinión, el contrato con la firma Du Brand SAS por 3.350 millones de pesos para posicionar la imagen del presidente Duque en redes sociales, en fin, un coctel que alimenta la bomba social. La lista es larga.
Ahora bien, a lo anterior debe sumársele la falta de empatía, gobernabilidad y desconexión con la realidad del presidente Iván Duque. Y, la leña que alimenta la inconformidad es su prepotencia a la hora de dirigirse a los colombianos, sobretodo cuando recientemente llamó vándalos a quienes marchaban, no presidente, no todo aquel que marcha se le puede considerar vándalo, en las protestas hay gente decente, estudiantes y ciudadanos inconformes que marchan pacíficamente en contra de su gobierno.
Por otra parte, el primer mandatario no sale de su burbuja –la casa de Nariño–, además se ha rodeado de personas inexpertas –más inexpertas que él–, en asuntos de gobierno, y una máxima de vida es rodearse de gente más inteligente y con más experiencia que la que uno tiene.
Los colombianos no olvidan el inmenso respaldo a la banca en plena pandemia, –el caso Avianca también causó indignación–, mientras la clase media y baja quebrada hasta la médula por causa de los estrictos confinamientos padecen el terror de la miseria.
La reforma tributaria fue el florero de Llorente, únicamente al ministro Alberto Carrasquilla se le ocurre en plena crisis una reforma agresiva y despiadada que golpea directamente a la clase trabajadora, ahora bien, no es que la reforma no sea necesaria, si lo es, pero la reforma presentada por el gobierno perjudica a los sectores más vulnerables del país. Por fortuna Carrasquilla se cayó, o bueno, más bien lo tumbaron las protestas. Ahora al gobierno le queda la pugna de la reforma a la salud y la reforma laboral que seguramente agudizará las protestas y el malestar social.
Finalmente, el programa de televisión Prevención y Acción que ha sido emitido por más de un año –que en estos días se suspendió por razones de agenda laboral¬–¬, nos cuesta a los colombianos unos 40 millones de pesos al día, mientras la gente muere de hambre y de Covid. El presidente Duque parece más presentador de televisión que presidente. ¡Sr. presidente despierte, usted es el presidente de Colombia!, aun está a tiempo, vístase de grandeza, reivindíquese con su generación y gobierne la Nación.
Aquí pensando en voz alta 1: apoyo total a las instituciones, a la policía y al ejército de Colombia y los exhorto a que procedan cumpliendo con todos los protocolos para mediar con la sociedad civil en medio de las diferentes marchas y protestas que se desarrollan a lo largo y ancho del territorio nacional.
Aquí pensando en voz alta 2: respaldo total a los ciudadanos que salen a marchar de forma pacífica amparados por la Constitución Política de Colombia de 1991 (art. 37).
Aquí pensando en voz alta 3: rechazo cualquier manifestación de violencia sin importar de donde provenga. Es condenable que algunos ciudadanos se manifiesten con violencia y vandalismo atentando contra los bienes públicos y privados, v. gr., los supermercados, vehículos particulares, Transmilenio, etc. A esos ciudadanos que les caiga todo el peso de la ley, así como al soldado o policía que dispare o atente en contra de la vida o integridad física de personas indefensas sin la observancia del principio de proporcionalidad.