Rusia, Irán y Hezbollah intentaron interferir en las elecciones de Estados Unidos
Vladimir Putin fue señalado por dirigir una operación para alterar el proceso a favor del Partido Republicano. El reporte desclasificado también señala intentos del régimen de Teherán, el grupo terrorista libanés y Venezuela
El presidente ruso Vladimir Putin autorizó operaciones de influencia para ayudar a Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos celebradas en noviembre del año pasado, de acuerdo con un reporte desclasificado de inteligencia que fue difundido el martes y que encontró amplias maniobras por parte del Kremlin y de Irán para dar forma al resultado de la contienda, pero al final no existen pruebas de que algún actor extranjero haya cambiado votos o alterara de alguna manera el proceso electoral.
El reporte publicado por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional representa la evaluación más detallada sobre el conjunto de amenazas extranjeras a las elecciones de 2020. Ese conjunto incluyó intervenciones de Irán para socavar la confianza en el proceso y dañar las posibilidades de Trump de conseguir la reelección, así como operativos de Moscú que se apoyaron en los aliados de Trump para desprestigiar a Joe Biden, el eventual ganador de los comicios.
Sin embargo, a pesar de esas amenazas, los funcionarios de inteligencia no encontraron “indicios de que algún actor extranjero tratara de interferir con las elecciones estadounidenses de 2020 alterando algún aspecto técnico del proceso de votación, incluido el padrón electoral, la emisión de los votos, la tabulación de los sufragios o la comunicación de los resultados”.
El reporte es la confirmación oficial más reciente de la integridad de las elecciones, incluso cuando los simpatizantes de Trump siguen haciendo declaraciones sobre una injerencia en el proceso, de parte de actores extranjeros o nacionales, y se niegan a aceptar la victoria de Biden. Varios tribunales e incluso el propio Departamento de Justicia de Trump rechazaron las afirmaciones de que hubo un fraude generalizado en los comicios.
El documento deja claro que, aunque Trump ha dudado de la legitimidad de las elecciones, los funcionarios de inteligencia creen que Rusia trató de influenciar a aquellos cercanos al expresidente para inclinar los comicios a su favor.
El reporte se adentra en la tarea de indagar qué adversarios extranjeros apoyaron a qué candidatos durante las elecciones de 2020, un problema que acaparó los titulares el año pasado. Trump, cuya campaña de 2016 se benefició del hackeo por parte de agentes de inteligencia rusos y de una labor encubierta en las redes sociales, se aprovechó de una evaluación de inteligencia de agosto que señalaba que China prefería que Biden obtuviera la presidencia, aunque el mismo documento decía que Rusia trabajaba para impulsar la candidatura de Trump al desprestigiar a Biden.
Sin embargo, el reporte publicado el martes señala que, al final, China no interfirió en favor de ninguna de las partes y “consideró, pero no desplegó” operaciones de influencia dirigidas a afectar el resultado. Las autoridades estadounidenses dijeron que creen que Beijing dio prioridad a una relación estable con Washington y que no consideró ninguno de los dos resultados de las elecciones lo suficientemente ventajoso para correr el riesgo de la “reacción” que se produciría si se le descubriera interfiriendo.
En el caso de Rusia, señala el reporte, Moscú intentó socavar la candidatura de Biden debido a que consideraba que su presidencia contravendría los intereses del Kremlin, aunque tomó algunas medidas para prepararse para un gobierno demócrata a medida que se acercaba la elección.
El reporte también dice que Putin autorizó operaciones de influencia con el objetivo de denigrar a Biden, impulsar a Trump, socavar la confianza en el proceso electoral y exacerbar las divisiones sociales en Estados Unidos.
Parte central de esa tarea fue el uso de representantes vinculados con la inteligencia rusa para “lavar la narrativa” a través de medios de comunicación, funcionarios federales y personas allegadas a Trump para promover acusaciones “engañosas e infundadas” en contra de Biden.
Funcionarios de inteligencia no señalaron a un aliado en específico de Trump en dichas labores. Sin embargo, su viejo allegado Rudy Giuliani se reunió en varias ocasiones con el legislador ucraniano Andrii Derkach, quien en 2020 difundió grabaciones sumamente editadas de Biden en un intento de vincular al candidato demócrata con acusaciones infundadas de corrupción. Las autoridades estadounidenses han dicho que consideran a Derkach un “agente ruso en activo”, y el reporte del martes señala que se cree que Putin tuvo “influencia” en sus actividades.
“Putin tenía competencia sobre las actividades de Andriy Derkach”, dijo el informe. “Otros altos funcionarios también participaron en los esfuerzos de influencia electoral de Rusia -incluidos funcionarios de alto rango de seguridad nacional y de inteligencia- que evaluamos que no actuarían sin recibir al menos la aprobación tácita de Putin”.
Llama la atención, sin embargo, que los intentos de Rusia por hackear la infraestructura electoral no fueron tan agresivos como en ciclos electorales previos. El reporte asegura que las operaciones cibernéticas del Kremlin que atacaron redes de gobiernos locales y estatales el año pasado probablemente no se enfocaban en los comicios, sino que fueron utilizadas como una labor a gran escala para atacar entidades estadounidenses y globales.
Estados Unidos podría revelar sanciones contra Rusia tan pronto como la próxima semana debido a la supuesta intervención en las elecciones, informó el martes CNN, citando funcionarios estadounidenses anónimos y agregando que Irán probablemente también enfrente sanciones.
En tanto, Irán llevó a cabo su propia campaña de influencia con el objetivo de perjudicar el intento de reelección de Trump, una labor que las autoridades federales aseguran contó con la aprobación del líder supremo, el ayatolá Alí Khamenei.
Una “operación extremadamente específica” — tema de una conferencia de prensa que el entonces director de Inteligencia Nacional John Ratcliffe y el director del FBI Christopher Wray dieron en octubre — involucraba una serie de correos electrónicos que supuestamente fueron enviados por el grupo de extrema derecha Proud Boys a votantes demócratas en estados sin clara preferencia política y en los que se amenazaba a los destinatarios en caso de no votar por Trump.
Las labores de Irán, que de acuerdo con las autoridades fueron más agresivas que en elecciones previas y continuaron incluso una vez concluido el proceso electoral, se enfocaban en generar discordia en Estados Unidos, posiblemente porque Teherán creía que eso perjudicaría las posibilidades de reelección de Trump.
A pesar de que Irán intentó explotar las vulnerabilidades en sitios web electorales de los estados y, de hecho, “puso en riesgo a entidades estadounidenses relacionadas con la infraestructura electoral como parte de una labor a mayor escala en diferentes sectores a nivel mundial”, no intentó manipular votos o afectar la infraestructura electoral, concluyó el reporte.
Funcionarios de inteligencia dijeron que también vieron esfuerzos de Cuba, Venezuela y el grupo terrorista libanés Hezbollah para influir en las elecciones, aunque “en general, evaluamos que fueron de menor escala que los realizados por Rusia e Irán”.
En el caso del país sudamericano, detalló: “El régimen venezolano de Nicolás Maduro mantuvo una relación adversaria con la administración Trump y evaluamos que Maduro tenía la intención, aunque probablemente no la capacidad, de intentar influir en la opinión pública de Estados Unidos contra el ex Presidente. No tenemos información que sugiera que el actual o anterior régimen venezolano estuvieran implicados en intentos de comprometer la infraestructura electoral estadounidense”.
Sobre el movimiento islamista, el análisis indicó que Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbolláh, “apoyó los esfuerzos para socavar” a Trump en las elecciones porque “probablemente vio esto como un medio de bajo coste para mitigar el riesgo de un conflicto regional mientras Líbano se enfrenta a problemas políticos, financiera y de salud pública”.