Angela Merkel acordó el plan para un lento desconfinamiento en Alemania
Las autoridades fijaron un umbral para un “freno de emergencia” que puede detener e incluso revertir pasos del proceso de desescalada si la incidencia acumulada de contagios vuelve a aumentar
Angela Merkel aceptó este miércoles retirar progresivamente el dispositivo contra la pandemia en Alemania, cediendo al creciente descontento de la población y en su propio gobierno a siete meses de las elecciones legislativas.
Tras más de nueve horas de duras negociaciones, la canciller y los dirigentes de los 16 Estados-regiones del país llegaron a un acuerdo sobre un calendario para flexibilizar las medidas de confinamiento parcial en vigor desde finales del año pasado.
Solo un tercio de los alemanes apoya el dispositivo anticovid, frente a dos tercios a principios de enero, según un sondeo de YouGov publicado esta semana.
“Hoy podemos hablar de esperanza”, dijo en una conferencia de prensa la canciller que estimó que su país entra ahora en “una nueva fase” de la lucha contra la pandemia posible gracias a la aceleración de la vacunación.
Alemania va a autorizar la administración de la vacuna de AstraZeneca a los mayores de 65 años, anunció la canciller. El espacio entre las dos dosis se va a ampliar para poder vacunar a más personas.
No obstante, la vida va a seguir a cámara lenta ya que la mayoría de las restricciones se han prolongado hasta el 28 de marzo para tratar de frenar la propagación, en particular la variante británica, que representa el 46% de las infecciones.
Las reuniones privadas serán posibles, a partir del 8 de marzo, entre los miembros dos hogares pero no pueden superar las cinco personas en total.
Las primeras medidas ya se han implementado: muchos estudiantes de primaria regresaron a las aulas la semana pasada. Y el lunes, los salones de belleza volvieron a abrir sus puertas tras una pausa de dos meses y medio. Las reglas actuales de confinamiento estaban en vigor hasta el domingo. Librerías, floristerías y autoescuelas, que ya funcionan en algunos Estados, abrirán en todo el país.
Un umbral de 50 casos por cada 100.000 habitantes permitirá abrir la vía, a partir de finales de marzo, a la reapertura de restaurantes, sector cultural y deportivo al aire libre. Por encima de 100 casos, se volverán a reintroducir draconianas medidas. No obstante, todavía queda camino que recorrer para alcanzar el umbral de 50 ya el miércoles era de 64 casos, en ligera alza en los últimos días.
Solo la región de Turingia (ex-RDA) registra una tasa superior a 100 casos y solo dos tienen una incidencia inferior a 50 en un país donde el covid ha matado a más de 70.000 personas.
La estrategia de apertura del gobierno quiere apoyarse en la realización masiva de test antígenos, un sector en el que Alemania es poco eficaz.
El gobierno promete poner a disposición estos tests rápidos, en las farmacias para que para principios de abril toda la población pueda realizarlos regular y gratuitamente. Todo el personal de los colegios y guarderías, así como los alumnos se podrán someter todas las semanas a un test de antígenos gratuito. Las empresas también tendrán que ofrecer test a los trabajadores que acudan a su lugar de trabajo, una medida que no ven con buenos ojos las organizaciones profesionales.
Ineficacia
¿Bastarán estas perspectivas para contentar a todo el mundo, en particular en las regiones menos afectadas por la pandemia? No es seguro.
Después de haber aceptado a regañadientes las restricciones, la población muestra señales de impaciencia. Tanto los grandes comercios como los pequeños han alertado de los riesgos de quiebras masivas de empresas. Todos los comercios “no esenciales” están cerrados desde mediados de diciembre.
A siete meses de las elecciones legislativas que cerrarán la página de la era Merkel, los debates sobre la estrategia a seguir tiene un tinte eminentemente político. Y el fin del mandato de la canciller corre el riesgo de verse empañado por la creciente polémica sobre los fallos de la gestión de la pandemia.
“Estos deberían ser pasos para volver a abrir, pero al mismo tiempo pasos que no nos hagan retroceder”, comentó Merkel a los reporteros en Berlín. “Hay muchos ejemplos en Europa de una dramática tercera ola”. Se comprometió a que “la primavera de 2021 será diferente a la primavera del año pasado”.
Cuando se reunieron por última vez el 10 de febrero, Merkel y los gobernadores fijaron un objetivo de 35 casos nuevos semanales por cada 100.000 habitantes antes de permitir que las tiendas pequeñas, museos y otros negocios reabrieran. La meta era lograr un rastreo fiable de contactos.
Pero alcanzar ese objetivo en el corto plazo parecía cada vez más improbable al aumentar los casos de la variante más contagiosa del coronavirus detectada por primera vez en Gran Bretaña, y el total de infecciones registró una ligera alza. La cifra de casos semanales, que alcanzó un máximo de casi 200 por cada 100.000 habitantes justo antes de Navidad, se ha estancado por encima de los 60 en los últimos días.
La oposición, y también los socialdemócratas, miembros de la coalición dirigida por la canciller, ya no dudan en criticarla abiertamente. El vicecanciller Olaf Scholz, candidato socialdemócrata a la cancillería, no pierde ocasión de fustigar la ineficacia de la campaña de vacunación en Alemania, donde 4,4 millones de personas (5,3% de la población) había recibido el miércoles al menos una dosis.
(Con información de AFP, AP y EFE)