24 de noviembre
Historias

¿Se puede salir del infierno?

Por: José Galiano La Rosa

 

Muchos Psicólogos, Psicoanalistas, Psiquiatras, Neurólogos, Neurocirujanos  y hasta charlatanes, abiertamente dicen que no, otros más moderados, dicen que es posible; sin embargo, los que dicen que es imposible salir del infierno, muestran imágenes del cerebro de las personas en estado sano y a renglón seguido, muestran las imágenes de los que se encuentran en el infierno, desde luego con cambios que hasta un lego en la materia puede notar, eso, me creó una gran inquietud y comencé hablar con mucha gente, unos más letrados que otros, unos más inquietos , unos más tranquilos que el tema parecía no importarles, de esos que dicen, eso no va conmigo, ni con mi familia, pero seguí preguntando.

Una tarde cualquiera, de esas que a plenas cuatro de la tarde, aún se está a más de treinta y dos  grados centígrados, de esas tardes, que mezclan inexplicablemente, la frescura de las brisas que el rio Magdalena alienta y estimula, con el calor de un sol, que parece seguir calentando más de lo debido a esas horas; en una tarde así, me encontré a Bernarda; hacía por lo menos 6 años que no nos habíamos visto, una amiga sincera, trabajadora y también debo decirlo, una hermosa trigueña de ojos garzos y cuerpo de guitarra; nos apreciábamos, habíamos estudiado juntos una especialidad en el campo administrativo de nuestra profesión; era una colega echada pa´lante, pero sobre todo, tenía “azogue” en sus rodillas, por lo que ni en el salón de clases Bernarda estaba quieta, por eso le solía decir, tú debes tener el “baile de San Vito”, se lo decía en broma, porque su afán de moverse, nada tenía que ver con la enfermedad de Huntington y su memoria era prodigiosa.

Bernarda, se había ido a trabajar a un pueblo cercano a Barranquilla, así que teníamos mucho que hablar y le invité a comer helados en una de los sitios más conocidos en la ciudad; yo le conté algunas cosas mías, me pregunto por mi familia e igualmente lo hice yo y pasamos a: y tu dónde estabas, estas de gerente de alguna IPS (Institución prestadora de Salud) y me dijo casi llorando, ya no.

Siempre la conocí como alguien alegre y optimista; verla, así como “achantada” me hizo preguntarle, qué te pasó y me dijo, duré casi un año en el “infierno”;  por unos segundos, quedé en silencio; ¿el infierno? ¿Qué carajo era eso? Y le pregunté, ¿cómo así que en el infierno? Y con seguridad, aunque con voz temblorosa y bajando la vista me dijo: amigo comencé a ir a un Casino y jugaba con mucha alegría, observaba como unos se ponían tan alegres que pegaban gritos cuando ganaban bien y ahora que te cuento esto, me salta una pregunta, ¿por qué no me fijé nunca en los que perdían?

Así comenzó Bernarda a contarme sobre su estadía en el infierno y ya recuperando un poco de la Bernarda que yo conocía, me dijo esta historia es larga, te la cuento toda, pero, con dos condiciones, tú me invitas cada día que tengamos tiempo a almorzar y me prometes que algún día cuentas mi historia, porque como ves, es de final feliz, muy distinto a todo lo que hayas oído hasta ahora.

Le dije a mi amiga, que podíamos almorzar en casa, con mi familia y me dijo que no, que con mi familia iría más adelante, cuando llevara siquiera un año trabajando en un “Paso” del sistema de salud de Barranquilla. Quedamos en almorzar y dedicar por lo menos tres horas los sábados, para que me contara toda su historia.

Hoy, mi compromiso con Bernarda, es una de las razones para abrir este Blog; comenzaré a contar su historia, su paso por el infierno, pero con la alegría de saber que la historia no acaba con suicidio ni nada por el estilo, desde ya les adelanto: si se sale del infierno. Mañana les narrare o más bien, les trasladaré en mis palabras, lo que me ha contado mi amiga.

Tengo muchas de las anotaciones que ella misma me decía que no fuera a dejar por fuera de lo que me contaba y se las pondré a disposición en el cuento que aún no sé cómo titularé pero que a solicitud de Bernarda, debe hacer referencia al “Infierno”.  Tengan un buen día y recuerden, el infierno está ahí, sabe cómo atraer y debemos estar atentos para no entrar en él.

Bernarda tuvo “un mal”, no fue el de San Vito, ni tampoco un mal de amor, fue algo que la hizo atravesar las puertas del infierno, pero como pocos, lo hizo dos veces, entrando y saliendo y tuvo los ovarios, para quedarse afuera, ya conocerán como se las arregló para hacerlo.

Pasen un estupendo día,; cuídense del coronavirus, no olviden tapabocas, lavado de manos frecuente y distancia.

 

 

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