De la “prima verde” a los autos eléctricos: los conceptos clave de Bill Gates para salvar al planeta
El cofundador de Microsoft seleccionó temas y autores para que la revista Fortune mostrara el presente y el futuro de las propuestas para frenar el calentamiento global
La revista Fortune dedicó un número especial a “la crisis señera de nuestra época”, según presentó su editor, Clifton Leaf. “Esa crisis no es la pandemia de COVID-19, por monumental que haya sido su rastro de muerte y destrucción sin dudas, sino el cambio climático”. Para esta producción el mensuario eligió, por primera vez en sus 91 años de historia, un editor invitado: Bill Gates, quien acaba de publicar el libro Cómo evitar un desastre climático.
“Desde mi perspectiva, Bill ha escrito la explicación más exhaustiva sobre qué impulsa el calentamiento de nuestro planeta, cómo medir el impacto de la miríada de factores que contribuyen a este problema abrumador y aparentemente incalculable y, en última instancia, cómo procurar enfoques más efectivos para cada uno de ellos”, presentó Leaf al cofundador de Microsoft y filántropo, que aceptó la edición del número especial para impulsar también su trabajo con Breakthrough Energy y Gates Ventures.
El conjunto de artículos aborda distintos temas: por qué importa que los Estados Unidos hayan regresado al Acuerdo Climático de París; qué elementos condicionan un futuro de energías limpias y cuáles son las tendencias de 2021 en la materia; por qué un material que usaban los antiguos romanos puede cifrar la clave de edificios más sustentables y duraderos; qué impacto tiene la electrificación de la industria automotriz; la relación entre creatividad empresaria y regulación estatal para cumplir con los objetivos del clima; quiénes son los futuros líderes del activismo por el planeta. El propio Gates escribió un texto, sobre por qué la energía solar y la eólica no son suficientes y dialogó largamente con Leaf en una entrevista.
La cifra clave: la “prima verde”
El texto de Gates señaló que uno de los problemas centrales para crear estrategias contra el cambio climático es que los datos no son claros. “Más o menos todo el mundo está de acuerdo en que la temperatura en aumento es un problema urgente, pero no hemos tenido una manera clara de medir cuán lejos nos hallamos de resolverlo”, planteó.
Mientras escribía su nuevo libro desarrolló un concepto, la “prima verde”, para ponerle una cifra a “la diferencia en el costo entre hacer algo de una manera en la que produce gases del efecto invernadero y hacer lo mismo sin las emisiones”.
Dio un ejemplo: “Si vuelas un avión con combustible para jets, pagarás unos USD 0,60 por litro. Si en cambio compras biocombustibles limpios, pagarás USD 1,42 por litro. La diferencia entre ambos —alrededor del 140%— es la prima verde para el combustible de aviones. En otras palabras, si quieres eliminar las emisiones por volar un jumbo ahora mismo, te costará 140% más”.
Si bien el cálculo de la prima verde “no es una ciencia exacta”, reconoció, ya que parte de varias suposiciones, sigue siendo un concepto útil “en las diferentes actividades que causan emisiones”, como la industria, la generación de electricidad, la agricultura, el transporte y la calefacción y el aire acondicionado de los edificios. Básicamente, permite ver “dónde tenemos soluciones que funcionan ahora mismo, dónde tenemos que inventar algo y qué innovaciones merecen la mayor atención”.
Cambiar todas las fuentes de electricidad en Estados Unidos por aquellas exclusivamente limpias, como energía eólica, solar, hidráulica y nuclear, aumentaría poco los pagos de los consumidores: un 15% en promedio, unos USD 18 por mes. En algunos casos se ahorraría dinero —la prima verde sería negativa—, por ejemplo si se reemplazaran aires acondicionados y hornallas de gas por sistemas de bombas de calor.
Sin embargo, en la mayoría de las áreas que afectan el clima la prima verde es elevada, estratosférica.
“El costo de usar las tecnologías actuales para eliminar las emisiones del efecto invernadero en todos los sectores de la economía llegaría a billones, año tras año”, sintetizó Gates.
El concepto iluminaría entonces las áreas más críticas: dónde es prioritario reducir esa prima. “Para lograrlo se requerirá una gran cantidad de innovación, tanto en tecnología como en políticas gubernamentales”, continuó el texto. “El sector privado deberá jugar un papel de liderazgo. Por ejemplo, las entidades de crédito deberán querer financiar ideas innovadoras —con capital a bajo costo y otras concesiones financieras— que podrían abaratar las soluciones limpias”, propuso. “Los gobiernos deberán aumentar drásticamente los fondos para investigación y desarrollo en energías limpias”, además de “fomentar la igualdad de oportunidades al hacer cosas como requerir que cierta cantidad de electricidad o combustible sea limpia, o poner un precio a las emisiones de carbono”.
De estudiar el cambio climático a invertir para detenerlo
Fortune también describió el emprendimiento que Gates creó a fin no ya de reducir sino de eliminar los 51.000 millones de toneladas de emisiones anuales, Breakthrough Energy (BE), “una organización de varias ramas” para impulsar “una combinación de innovación intensiva, políticas públicas de incentivos, educación y patrocinio, inversiones estratégicas, cooperación global y creación de nuevos mercados”. Se trata de una red de programas, fondos e intervenciones para que las tecnologías limpias puedan llegar al mercado más rápidamente.
Por último, la publicación desplegó una entrevista a Gates, centrada en el libro. Antes de que dejara Microsoft, en 2008, el empresario ya estaba interesado en el tema del cambio climático, contó. Siempre lo habían fascinado los elementos materiales de la economía, como el acero, el cemento y la electricidad, y una lectura de Vaclav Smil lo dejó pensando en el espejismo colectivo que se sufre al considerar todos esos bienes como algo dado.
“La electricidad, por ejemplo, es tan confiable y tan barata, y Smil habla de todo el trabajo extraordinario que eso llevó. Pero son cosas que contribuyen a los gases del efecto invernadero y que impulsan el cambio climático, desde luego. Así que comencé a pensar en la idea de que todo esto iba a tener que cambiar”, detalló.
Organizó una reunión bimestral con expertos —entre ellos Ken Caldeira, del Instituto Carnegie de Ciencia, y David Keith, de la Universidad de Harvard— para aprender sobre temas como el almacenamiento de energía o la producción del acero. Cuando en 2010 dio una breve charla TED sobre el cambio climático, el mundo estaba preocupado por la crisis del 2008. En 2015, cuando se conversaban los términos del Acuerdo Climático de París, le llamó la atención que nadie planteara el problema del presupuesto para investigación y desarrollo, aunque eso sí sucedió en el foro COP21.
En aquel momento el campo de la inversión verde estaba casi vacante y muchos intentos erraban, como cuando Kleiner Perkins apostó por Fisker en lugar de Tesla, dijo como ejemplo. Entonces él creó Breakthrough Energy Ventures (“que es parte de Breakthrough Energy, el paraguas para todo lo que hago con respecto al clima”) que con USD 1.000 millones que logró recaudar invirtió en unas 50 compañías, y ahora se dispone a repetirlo con otras 50.
En estos años de su formación en la materia, dijo Gates, la situación se transformó desde el punto de vista de la atención popular: “Hay que darle crédito a la generación actual”, dijo. “Aunque estamos en el medio de una pandemia, a la gente realmente le importa la crisis climática. No como sucedió durante la crisis financiera [de 2008], cuando la gente decía que las cosas estaban difíciles en el momento y la cuestión del clima esperaba en el futuro”.
Un libro con un plan
Cómo evitar un desastre climático “no explica por qué el cambio climático es malo”, subrayó Gates a Fortune. El trabajo es, en cambio, una colección de propuestas. “Ey, tenemos 51.000 millones de toneladas de emisiones del efecto invernadero. Estos son los sectores responsables de ellas”, ilustró. Se centró entonces en mirar a cada uno para estimar cuánto más caro sería conseguir los mismos resultados con emisiones cero, y cómo llevar la inversión a un campo donde todavía falta el mercado.
“Está la tasa de energía, la cantidad de energía y el tiempo durante el cual se la puede almacenar. En el caso de la electricidad, todo esto se reduce a ‘¿Se la puede usar cuando uno quiera?’”, presentó. Para entender mejor el asunto Gates visitó con su hijo una planta de carbón, una de cemento y una papelera, y estudió los consumos de las ciudades y de los hogares.
Había terminado un primer borrador cuando se avecinaban las elecciones presidenciales 2020 que definirían si Donald Trump, el presidente que retiró a su país del Acuerdo Climático, tendría un segundo mandato o lo reemplazaría el demócrata Joe Biden, que hizo campaña con la necesidad de evitar una crisis planetaria por las emisiones. El resultado podía cambiar mucho el contenido del libro, porque “se trata sobre la innovación, y los Estados Unidos controlan quizá más del 50% de la capacidad de innovación del mundo hoy”, por las universidades, los laboratorios nacionales y el capital de inversión. “Así que decidí hacer una revisión luego de las elecciones, y acaso agregarle algunos anticipos técnicos”.
Aunque el cambio de gobierno lo hizo sentirse más optimista en lo que respecta a este tema, el problema permanece: “Sin innovación, aun si podemos reducir la captura de carbono a, digamos, USD 100 por tonelada, todavía tendríamos un desafío enorme porque emitimos 51.000 millones de toneladas anuales. Así que habría que encontrar en algún lugar del mundo USD 5.000 billones para gastar cada año. Eso es más del 5% de la economía mundial”, explicó. “No hay modo, ni remoto, de que eso suceda”.
Obtener fondos mediante alguna forma de impuesto al carbono “es políticamente muy difícil”, recordó, y termina por ser impopular cuando el costo se traslada al combustible de los autos o los hogares. Pero algo hay que hacer: “Si no actuamos ahora, los incendios forestales y los días calurosos no serán nada en comparación con lo que tendremos en 2080 y 2100, y eso será aun peor para cualquiera que viva cerca del ecuador. En los mees de verano de 2100 salir a la calle en la India será insoportable. El trabajo al aire libre será imposible. El cuerpo puede sudar hasta un límite”.
¿A quién le interesa el acero sustentable?
Ese vacío se llena con innovación, insistió. Y el final de su libro se ocupa de la parte más difícil del asunto: “Acelerar la demanda de innovación”. Y en el campo de la energía es particularmente arduo.
Gates hizo dos comparaciones: con la informática y con la medicina. En el primera caso siempre habrá un cliente al que no le guste el software actual, teorizó, y que va a inclinarse por uno más simple, más barato o con más funcionalidades. “Entonces uno le quita ese segmento a quienquiera que sea dominante y puede ir detrás de determinado grupo de clientes, porque satisface mejor sus necesidades. Eso proporciona un mercado disponible para los innovadores en software”, resumió.
La medicina es algo intermedio entre esa flexibilidad y las enormes dificultades de lo que atañe al cambio climático. Se puede encontrar una versión oral de una medicina inyectable, se puede reducir algún efecto secundario y “con suerte, cada tanto, se halla una manera completamente novedosa de atacar una enfermedad para la que no hay tratamiento”.
Pero ¿a quién le interesa el acero sustentable?
“No hay un uso o un beneficio agregado con el acero limpio, más allá de lo que hace por el planeta”, destacó. “El mero hecho de que lo hagas de manera ligeramente diferente al proceso históricamente aceptado probablemente provoque preguntas a los compradores: ‘¿Dura, se debilita, se oxida?’. La gente mirará con desconfianza cualquier cambio. Eso es porque el acero es tan confiable. Como el cemento”.
Para mostrar un caso del problema central de que una modificación no traiga ventajas extras para quienes usan acero planteó: “Digamos que hoy la prima verde es de USD 100 por tonelada. Si alguien viniera y comenzara una empresa de acero limpio que tiene una prima de apenas USD 50 por tonelada, vamos y le decimos: ‘¡Aleluya, bien hecho, amigo!’. Pero en los hechos el mercado no existe, porque USD 50 más por tonelada significa que cuesta más dinero”.
Por eso el patrocinio es parte de la misión de BE: “Estamos tratando de conseguir que las empresas más ricas, incluidas las grandes tecnológicas, acuerden que cuando hagan un nuevo edificio utilizarán 20% de acero limpio. Y su recompensa es que pueden decir: ‘Ey, usamos 20% de acero limpio’”.
La clave, opinó Gates, es fortalecer la demanda.
“Por ejemplo esas empresas de carne artificial. Bueno, asombrosamente su mercado está impulsado por la elección de los consumidores. Cuando Burger King comenzó a ofrecer el Impossible Whopper, la demanda fue súper alta, lo cual es bueno”, dijo. “Pero en acero y cemento, dado que la tecnología verde es tan complicada, es muy difícil crear esa demanda. En el caso del combustible para aviación, el costo extra de un combustible limpio implicará que el pasaje aéreo salga un 25% más, digamos”.