Las mejores actuaciones de la Super Bowl
Uno de los grandes eventos mediático-deportivos de cada año es la Super Bowl, la final de la liga de fútbol americano, que se celebra el primer domingo de febrero. Son los 15 minutos del intermedio más deseados por las estrellas desde que, gracias a Michael Jackson, adquiriera en 1993 su formato actual: puesta en escena ‘top’, millones de espectadores de todo el mundo, audaces coreografías y un vestuario muy meditado.
En estas tres décadas, han pasado por el escenario de los estadios los artistas más importantes del panorama mundial. Diana Ross, Paul McCartney, The Who, Madonna, U2, Lady Gaga o los Rolling Stones son solo algunos de los grupos y cantantes que han dejado sorprendidos a medio planeta con sus ‘performances’. Para que disfrutes de todos ellos y los revivas, aquí tienes, completos, algunos de los mejores ‘shows’.
En uno de los últimos espectáculos multitudinarios antes de que el mundo cambiara por completo antes de la pandemia, Shakira y J.Lo deslumbraron en un show donde se celebraba el empoderamiento de la mujer y la cultura latina. Shakira arrancó el concierto vestida con un conjunto de top y falda rojos de Peter Dundas, mientras que Jennifer Lopez se decantó por un body de cuero negro de Versace, su habitual firma. Lo más curioso de todo es que hubo televidentes que denunciaron el espectáculo por pornográfico. Al parecer, la comisión que controla los shows de entretenimiento en Estados Unidos recibió unas 1.300 denuncias porque las coreografías y los movimientos eran ‘impropios’.
Una entrada volando desde lo alto del estadio: no se esperaba menos de una estrella como Lady Gaga, que aprovechó su interpretación del ‘God Bless America’ para recordar un juramento de los niños estadounidenses que dice que su país «es una tierra de libertad y justicia para todos», en clara alusión a las políticas migratorias del presidente Trump. El repertorio contó con sus grandes éxitos: ‘Poker Face’, ‘Telephone’, ‘Born This Way’… y por supuesto, ‘Bad Romance’, con el que terminó el espectáculo, el tramo más increíble. Vestida con un body ‘glitter’ de Versace, ejercía como una gran directora de orquesta de los extras que, en el césped del estado, agitaban sus lámparas de colores perfectamente coreografiados.
«No habrá encuentro de las Destiny’s Child». Se lo preguntaron millones de veces y ella siempre lo negó. Luego llegó la Super Bowl que todo lo puede y en el minuto 6’47», Michelle Williams y Kelly Rowland aparecieron disparadas sobre el escenario. Beyoncé, vestida por Rubin Singer y seguida por 110,8 millones de espectadores, interpretó «Crazy in Love», «Baby Boy» e «Independent Women», pero lo que lo petó fue su número final, «Halo», in crescendo. Increíble.
Cuando a ‘Jacko’ le comentaron la posibilidad de actuar en el intermedio de la Super Bowl y poder llegar así a millones de personas, ni lo dudó. Hasta entonces, los shows habían sido aburridos desfiles patrioteros de ‘college’. Se calcula que 91 millones de estadounidenses vieron a Michael Jackson en un show retransmitido a 120 países, que hizo aumentar la audiencia un 8,6%. Los responsables de la Super Bowl entendieron cuál era el camino.
El concepto de espectáculo en la Super Bowl alcanzó una nueva dimensión con la participación de Katy Perry, que entró montada en un tigre robot cantando «Roar». Cuatro ‘looks’ de Moschino vistieron diferentes momentos del show, en el que el estadio se convirtió sucesivamente en un tablero de ajedrez con piezas humanas, en un concierto de rock con la participación de Lenny Kravitz en «I kissed a Girl», en una playa californiana, una pista de baile raperos… Todo esto generó 3 millones de ‘tweets’ enviados durante la emisión.
Llevaban ya 20 años de espectáculos en los intermedios… ¿y nunca había estado la Reina del Pop? Pues cuando le llegó su turno decidió hacerlo a lo grande y montar uno de los ‘shows’ visuales más grandes de todos los tiempos. Entró como si fuera una emperatriz romana, en una enorme cuádriga arrastrada por ‘esclavos’, con lo que reivindicaba desde la Super Bowl su lugar en la música. Pero ahí no acabó todo: luego convirtió el estadio en una pista de baile con ‘Music’ y la ayuda de LMFAO; Nicky Minaj encabezó un ejército de animadoras, decenas de tamborileros marcaron el ritmo en ‘Open your heart’, cerró con un emocionante ‘Like a Prayer’ con un coro góspel… y todo ello vestida de Riccardo Tisci para Givenchy. La más grande.
El cantante de Minnesota hizo un regreso por todo lo alto en uno de los espectáculos más alucinantes de la Super Bowl, y no tanto porque volara, explotara o entrara de alguna manera especial, sino porque se marcó una clase magistral de rock que llegó a su culminación justo al final, con la interpretación del esperado ‘Purple Rain’. Todo ello, en medio de un impresionante aguacero y de un vendaval. Las bailarinas con trajes fluorescentes y su alucinante solo de guitarra, junto a una enorme tela que proyectaba su tela, puso los pelos de punta. Duplicó las ventas de su disco ‘Planet Earth’ tras el show.
Este fue el año del ‘pezongate’: al final del show, Justin Timberlake dejó al descubierto el pezón de Janet Jackson, y nadie supo nunca si fue adrede o fue «un problema de vestuario», como dijo ella. Lo que está claro es que fue uno de los momentos más importantes de la historia de la televisión. 92 millones de espectadores lo vieron en directo y, desde entonces, la retransmisión se demora dos segundos para ‘censurar’ instantes así. Como anécdota, este instante fue el inspirador de Youtube, porque Jawed Karim, cofundador, se lo perdió, y como no encontraba el vídeo en internet decidió crear su propia plataforma.
La cosa comenzaba a ponerse seria. La diva del soul de los 60 hizo un repaso de todos los temas de la época y de sus éxitos con las Supremes, mientras hacía un cambio de look por cada canción. El abrigo dorado pasó a la historia de la Super Bowl y casi 100 millones de personas vieron la salida más espectacular de todas: Diana Ross salió en un helicóptero mientras cantaba «Take me higher». 94 millones de espectadores lo vieron con la boca abierta.
El coro infantil con el que empezaba el ‘show’, el increíble solo de batería del principio y esa preciosa chaqueta dorada ‘retro’ que creó Hedi Slimane para Saint Laurent nos hicieron saber que, a pesar de las dudas que generaba al ser un ‘recién llegado’ al olimpo de los dioses, Bruno Mars iba a marcarse un buen show. 115,3 millones de espectadores le vieron interpretar éxitos como ‘Just the way you are’ o, claro está, ‘Locked out of heaven’. Los espíritus de Michael Jackson y Police se pasearon por allí, pero quien le acompañó en la hazaña fueron los Red Hot Chilli Peppers. Ni más ni menos.
Se cumplían 40 años de la famosa discográfica de Detroit y se decidió hacer un gran homenaje, recuperando para la ocasión a estrellazas como The Temptations, Smokey Robinson y Martha & The Vandellas, y añadiendo algún componente del momento, como Queen Latifah, y el grupo petoncio Boyz II Men. Quedó muy resultón y ayudó a que las jóvenes generaciones conocieran este influyente sonido.
Era un momento delicado, pues no habían pasado ni seis meses del 11-S, así que los organizadores no pudieron elegir mejor: U2, un grupo que ha sabido aunar como nadie la denuncia, la política y la protesta. Bono entró dándose un baño de masas, en un paseíllo que abrió el público, y arrancaron con la esperanzadora ‘Beautiful Day’. Pero el momento más emocionante del show llegó con ‘Where the streets have no name’, cuando se desplegó una enorme tela en el escenario donde se proyectaron todos los nombres de los fallecidos en los atentados, y Bono se abrió su cazadora y dejó ver un forro con la bandera estadounidense.
Era imposible que cupiera más gente en el escenario. Aquel año se juntaron Aerosmith, ‘Nsync, Britney Spears, Mary J. Blidge y Nelly. La cosa ya resultaba un poco extraña, pero es que además, en la presentación, se unieron Ben Stiller (a tope entonces con la primera parte de ‘Zoolander’), Adam Sandler y Chris Rock. A partir del minuto 7’40» empieza uno de los momentos más dementes de la historia del rock, con casi una veintena de músicos en el escenario interpretando «Walk this Way» cada uno, a su ‘way’, total.
Solo interpretaron tres canciones, «Start me up», «Rough Justice» y «Satisfaction», pero eso les fue suficiente. Eso sí, su concierto duró 20 minutos. Los organizadores estaban muy preocupados sobre qué podía decir durante el show, si lanzaría muchas groserías o no (el ‘Pezongate’ estaba muy reciente). Al final no sucedió nada, pero censuraron dos de los tres temas; uno por una alusión de la inclinación sexual de una mujer hacia un hombre muerto y otro hacia un término con el que se designa al órgano sexual masculino. En aquella ocasión, los anunciantes pagaron 83.000 dólares por segundo.
«¡Quiero que os alejéis del bol de guacamole! ¡Quiero que dejéis los fingers de pollo! ¡Y poned la televisión lo más alto que puedas!». Así de fuerte, y subiéndose al piano de la E Street Band empezaba el ‘Jefe’ su actuación de 14 minutos (se saltó en 2 el protocolo), un ‘show’ irrepetible y lleno de fuerza, como todos los suyos. No hubo grandes excesos escénicos ni coreográficos, fue puro rock con clásicos como «Born to run» y «Glory Days», y eso en estos días no es poco.
Aunque fuera el año de la cantante canadiense, la verdad es que el concierto nos habría dejado bastante indiferentes si no hubiera sido por la partipación de Sting y Gwen Stefani, llamados a rescatar un mortecino show (con los años, queda terrible el momento ‘grúa con globos’). Pero llega el minuto 5 y entonces aparece Gwen, haciendo planchas y cantando «Just a girl», y entonces sabes que va a empezar la fiesta. A continuación, un rejuvenecido Sting aborda con fuerza «Message in a bottle». Ya nadie se acuerda de Twain.
Fue el año siguiente a la polémica Justin-Janet, y los organizadores quisieron ir a lo seguro: nada de escándalos, por favor. Sir Paul McCartney fue el elegido y el acierto fue absoluto. Se calzó un traje de chaqueta y una camiseta roja, agarró su bajo Hofner y deleitó a la audiencia con temazos, sin ostentaciones ni excesivos brillos. Sorprendentemente, abrió con ‘Drive my car’ y los Beatles estuvieron muy presentes, con ‘Get Back’ y la mítica ‘Hey Jude’. El momento más épico fue su interpretación de la potente ‘Live and Let Die’. Lecciones de música con mayúsculas.
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