Espero volver a verte, te prohíbo que seas mi última aventura
Por: José Galiano La Rosa
Si te olvidaste de mí, no me lo digas, déjame creer que esos casi dos días que estuvimos juntos, los recuerdas como yo y que pasarán muchas lunas, para que puedas decirle ciao a mi recuerdo. Había pasado unos días en Scalea, ese bello pueblo donde nacieron mis padres, ese que ahora es una bella ciudad, que en los días de verano multiplica su número de habitantes en forma considerable; allí estuve conociendo después de tantos años, a las hermosas y amables familias de mis padres; Scalea, municipio de la provincia de Cosenza, en la región de Calabria; el calor y la amabilidad de sus gentes, me obligan a contarles en otro momento sobre ese viaje.
En está ocasión, debo decirte que tu pasado me impresionó; conocer tu puerto, con tanta historia, construido en el siglo II por el emperador Marcos Trajano, ya fue suficiente para motivarme a pasar unas horas en él, en solitario; conocerte valió la pena. Si para mi desdicha, te olvidaste de mí, espero tener la oportunidad de regresar y pasar nuevamente unas horas contigo; creo que no será muy difícil, pues estás mi querida Civitavecchia, solo a 80 kilómetros de Roma, en la provincia de Lacio; planeo en un tiempo no muy lejano volver a esa hermosa metrópoli, y volver a ti, y para no crearle celos, volver a verte a ti también mi querida Scalea.
Debo decirte, amiga, que tenemos una deuda con los que nos pusieron a disposición el Internet; nuestro agradecimiento a esos genios de las tres Universidades de California, que en 1969 lograron dar origen a la conectividad de la que hoy disfrutamos; gracias a ellos hoy disponemos también de esa maravillosa herramienta, que se me vuelve indispensable para llegar a todas partes, el Google Maps; como me hubiera gustado estar en su nacimiento, en Sídney-Australia, en el año 2005, pero mi trabajo y el no haber sido invitado a ese parto, me impidieron estar en tan importante evento.
Sin el Google Maps, mi familia y en especial mi hijo, en su nuevo papel de niñero, preocupado porque ya su padre tenía en ese entonces sus tiernos 69 años y no debía viajar solo, me hubieran dificultado un viaje maravilloso, que pude hacer por varias ciudades del sur, del centro y algo del norte de Italia. Olvidaron que me gusta explorar con la tecnología y que gracias a ella, Civitavecchia, también puede agradecer que nos hayamos conocido.
Veo que antes de ir a conocerte, ya habías coqueteado con algunos Papas de la Iglesia Católica, tanto así, que facilitaste que el Papa Santo Cornelio, lo expulsaran de Roma; no tengo claro que fue lo que hizo mal, tal vez alguna “diablura” que no le perdonaron, y tú con tu coquetería te prestaste para que lo encarcelaran en tus paredes. No fue con él solo con quien coqueteaste, recuerda que mucho de lo que eres ahora, se lo debes al papa Inocencio XII, quien, enamorado de tu bello puerto en el año 1.600, le dio la categoría de Puerto Franco y desde entonces empezaron a llegarle mercancías, de medio mundo porque habían quitado los impuestos.
Lo dicho, hay mucha historia en ti, hay mucho que nos puedes enseñar, pero lo principal, la amabilidad de tus gentes, su alegría, su bondad, es como la de toda Italia, donde las personas suelen ser muy amables, atentas, y les gusta orientar al extranjero que les consulta; así fue mi tiempo a tu lado. No es mi deseo despertarte celos, pero las gentes del sur de Italia y entre ellos los Calabreses, te hacen sentir como si siempre hubieras estado viviendo con ellos.
Por favor, esperen que pase la pandemia, hagan maletas o llenen sus mochilas, y si aún pueden escápense para Italia. ¡Toda Europa es bella, pero Dios se concentró en Italia y la hizo incomparable; ¡si van a ir, me avisan que yo, ganas de ir tengo de sobra!