28 de noviembre
Opinión

Mala Administración y Desgobierno

Por Luís Orozco Córdoba

El desarrollo de las ciencias administrativas y políticas dejó atrás los tiempos en lo cuales las acciones de gobierno obedecían a la intuición o a la inspiración de un líder carismático que creía interpretar con sus programas las aspiraciones populares; gobernar pasó de ser una habilidad infusa o heredada a una técnica aprendible y enseñable, a una disciplina académica que busca la eficiencia de la gestión de lo público a través del conocimento y de la planeación. Hoy gobernar es diseñar y ejecutar políticas públicas decididas de acuerdo a unos valores y a unas metas de la ciudadanía participativa, consignadas en programas y planes de gobierno y encaminadas, de manera primordial, a satisfacer necesidades públicas prioritarias y a mejorar la calidad de vida de los asociados.

En esta línea de pensamiento se puede argumentar que un gobierno requiere, para ser exitoso, tanto de un líder con capacidades y competencias probadas como de un equipo de alta dirección conformado por expertos calificados en sus respectivas áreas. La búsqueda del éxito en la administración pública hizo plausible la adopción de valores y prácticas empresariales del sector privado, entre ellos de manera principalísima la planeación en todas sus dimensiones y proyecciones.
La migración de categorías propias del sector privado a la administración pública le dio a esta un enfoque empresarial-gerencial orientado a lograr, por un lado, un alto grado de satisfacción del ciudadano por los resultados en la prestación del servicio público y, por otro, el cumplimiento de los objetivos y metas de la administración frente a sus compomisos y responsabilidades con la ciudadanía.
Hoy la administración pública exige calidad certificada, mejoramiento de procedimientos y procesos, evaluación por desempeño y capacitación continuada de los funcionarios, todo con miras a la obtención de la transparencia, la eficacia y la eficiencia que se requiere para brindar un servicio público oportuno y de calidad a la ciudadanía, vale decir para ejecutar un buen gobierno.

Ignorar las no tan nuevas enseñanzas de la gerencia pública y de la planeación continuada en la gestión de gobierno puede conducir al el fracaso de la gestión administrativa, a un mal gobierno o una mala admnistración, definidos por el español Nieto García el primero como el establecimiento o fijación de unas políticas públicas erróneas y, la segunda, como su gestión o realización desacertada.

Omitir estas enseñanzas con conocimiento de causa lleva, necesariamente, a un desgobierno el cual, según el mismo autor, “supone una condición distinta puesto que lleva consigo la nota de intencionalidad y no la mera ignorancia o incapacidad que provocan un mal gobierno o una mala administración.” (Alejandro Nieto García, El desgobierno de lo público, Editorial Ariel S.A., Barcelona 2008)

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