27 de noviembre
Internacional

Coronavirus, un azote para los pobres en América Latina

La crisis desatada por la pandemia del Covid-19 ha debilitado gravemente la economía en América Latina y no todos reciben ayuda económica de sus gobiernos.

Económicamente hablando, América Latina parece haber sobrevivido a lo peor. En comparación con el desastroso segundo trimestre, en el que el producto interno bruto de la región estuvo entre un 10 y 20 por ciento más abajo en relación al mismo trimestre del año anterior, se observa una cierta recuperación en muchos países de la región desde julio. Sin embargo, el proveedor de servicios financieros S&P Global pronostica que probablemente se necesitará hasta 2022 para que el continente vuelva a los niveles previos a la crisis.

El riesgo de empobrecimiento de muchos latinoamericanos aumentó con la crisis, según un estudio del Instituto CEQ de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans (Estados Unidos). Las encuestas han demostrado que los hogares cuyos ingresos dependen del llamado «sector informal» se ven particularmente afectados, pues se trata de empleos no registrados que, por consiguiente, no ofrecen ninguna protección estatal o contractual.

«Muy pocas de estas personas tienen ahorros», explica Merike Blofield, directora del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos con sede en Hamburgo. «Los proveedores de servicios o los trabajadores del sector informal pierden sus empleos de la noche a la mañana en las crisis, especialmente cuando el gobierno impone un confinamiento», añade.

Muchos gobiernos han respondido con ayuda económica ante la emergencia para mitigar el riesgo de pobreza de los beneficiarios. Blofield ha colaborado en un estudio que describe las ayudas de emergencia y las medidas contra la propagación del SARS-CoV-2 en diez países de América Latina. Tres de los cuatro países más grandes, Brasil, México y Argentina, muestran cuán distintos son estos programas.

Sólo México y Brasil sin cierres estrictos

Hasta la fecha, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no ha tomado ninguna medida a nivel nacional contra el COVID-19, a pesar de las críticas masivas desde dentro y fuera. Las normas de distancia obligatoria y las mascarillas, los cierres de escuelas o el cierre del transporte público y los toques de queda sólo se han emitido hasta ahora en Brasil a nivel local o federal.

Por otro lado, las medidas en la vecina Argentina están entre las más drásticas: a mediados de marzo, el gobierno impuso un confinamiento nacional, que sólo se ha flexibilizado lentamente desde julio. También Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia adoptaron medidas de gran alcance, como toques de queda y cierres de escuelas, en parte a nivel nacional y también a nivel regional. De los países más grandes de la región, sólo México ha seguido un camino similar al del Brasil y apenas ha tomado medidas contra la pandemia.

La ayuda en Brasil reduce la pobreza extrema

Sin embargo, la política frente al coronavirus en México y Brasil difiere en un punto crucial: mientras que el gobierno de México no ha iniciado ningún programa social adicional para aliviar las dificultades económicas de la crisis, el gobierno brasileño, bajo la presión de la oposición y la sociedad civil, está pagando una «ayuda de emergencia» de 600 reales al mes, unos 100 euros, que es más de la mitad del salario mínimo. Alrededor de un cuarto de la población se beneficia de esta ayuda, según el estudio del CEQ, en el que los investigadores simulan qué estratos de ingresos están amenazados por el empobrecimiento.

En consecuencia, la crisis económica no está golpeando a los grupos de menores ingresos en Brasil con la misma fuerza que a los de México. Hasta el 45 por ciento de los mexicanos que tenían un ingreso bajo o mediano antes de la crisis podrían pasar a un nivel de ingresos inferior: la gente de clase media se vuelve pobre y los pobres se vuelven más pobres.

En Brasil, es probable que este destino sólo afecte a entre el 15 y el 30 por ciento de la población, según los investigadores de Nueva Orleans. «Los estudios muestran que los programas de ayuda en Brasil han llevado incluso a una reducción de la pobreza extrema», dice la investigadora Blofield del GIGA.

Argentina: la ayuda que apenas salva del declive social

En general, Brasil también parece estar saliendo de la crisis económica algo más rápido que los demás países. En el tercer trimestre, según un análisis del banco neerlandés ING, la industria manufacturera, el sector de la construcción y el comercio minorista han vuelto a aumentar significativamente. En una comparación regional, Brasil lleva la delantera. Los analistas económicos de Focus Economics también pronostican una recesión comparativamente leve para Brasil, con una caída cercana al 5,9 por ciento.

Una comparación con Argentina muestra que los programas sociales no son los únicos responsables. El gobierno argentino extendió su rígido encierro a finales de septiembre hasta mediados de octubre. Al mismo tiempo, alrededor de una quinta parte de los argentinos se benefician del denominado «ingreso de emergencia para las familias».

Según las previsiones del CEQ, hasta el 46 por ciento de la población de Argentina podría caer en un nivel de ingresos más bajo, como en México. En Brasil, los expertos esperan que este sólo sea el caso de menos de un tercio de su población. Focus Economics también estima que este año la economía de Argentina, en su conjunto, probablemente se contraiga casi el doble (11,5 por ciento) que la de Brasil. Para México, los economistas predicen un 9,8 por ciento menos.

Es difícil determinar seriamente qué factores conducen a los diferentes datos económicos y riesgos de pobreza en tiempos de coronavirus. El hecho es que, sin embargo, las consecuencias de la crisis económica relacionada con la pandemia afectan a muchas más personas que la propia enfermedad. En los doce países más grandes de América Latina, donde vive más del 90 por ciento de los habitantes de la región, ha muerto hasta ahora un 0,6 de cada mil personas infectadas a causa del SARS-CoV-2.

Probablemente nunca se determinará cuántos se enfermen y mueran antes como resultado de la crisis económica o de malnutrición. Es probable que el número de estas víctimas sea mucho mayor al final que el número de muertes por COVID-19. (Informe Especial DW).

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