Señor Rafael Ricardo, por favor vacíe su alma
Desde hace algún tiempo, diría mejor, desde hace algunos años, vengo observando una malquerencia, un odio arraigado, un extraño proceder, hacía la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco, por parte del señor acordeonero de nuestra querida sabana, Rafael Ricardo.
Si nos limitamos solo al nombre, en la incidencia y en el aporte para el reconocimiento y crecimiento de Sayco; podemos decir que la entidad sale ganando con dos grandes, entre tres.
Ya que por esas cosas de la vida, que algunos llaman destino, u otros casualidad; un mismo nombre en tres personas, ha sido la constante para que el trabajo de la sociedad sea enaltecido a través de dos de ellos; y de la misma forma pisoteado por el otro, que en un tiempo hizo parte y se benefició de Sayco.
Si el maestro Rafael Escalona, el que elevó el canto vallenato a su máxima categoría, uno de los fundadores y pilares para el crecimiento y reconocimiento de la entidad, regresara a la vida; moriría nuevamente, pero esta vez de tristeza; viendo la forma como desde la trinchera le lanzan dardos llenos de veneno al único ente que defiende y vela por el bienestar de los compositores en Colombia.
Pero también moriría de nuevo al ver tanto odio, tanta ignorancia, tanto deseo de hacer daño, represado en el alma de un solo ser: Rafael Ricardo.
Infortunadamente Rafael Escalona ya no está para salir en defensa de lo que ayudó a consolidar hasta convertirse en una gran empresa y en la mejor representación que tiene el gremio de compositores del país; porque Escalona se fue dejando una bandera a media asta y un legado que cuidar.
Con la muerte de Escalona, el mayor doliente que tuvo Sayco, la orfandad de la sociedad fue notoria, mientras llegó el otro Rafael a recoger esas banderas que dejó el maestro. ‘Rafa’ llegó a moverse, a hacer Lobby ante los entes comprometidos en otrora con Sayco, gracias al maestro desaparecido.
Fue precisamente el compositor Rafael Manjarrez Mendoza, que se echó esa responsabilidad sobre sus hombres desde entonces, y hasta el día de hoy; que le ha tocado recorrer un camino lleno de espinas por defender y cuidar la sociedad.
A Manjarrez, este otro Rafael, que ama a Sayco, le tocó ‘curtir su cuero’ para que esas lanzas que seguían -y siguen cayendo- desde la trinchera con más veneno aún, no acabaran con sus ansias y le mataran sus ganas de continuar peleando por su gremio.
Calumnias, injurias, amenazas, chantajes, saboteo, durante casi ocho años; toda una mezcla explosiva para que cualquier humano colapse, abandone su lucha y diga hasta aquí. Pero Manjarrez de forma callada, sin alaridos corronchos, con hechos concretos; siguió apoyando, siguió empujando y sigue de pie resistiendo los embates de Rafael Ricardo; el enemigo más grande que tiene Sayco.
Este último Rafael, el de los aullidos temerarios, quien desde su trinchera lanza dardos, insulta, amenaza, ofende, vitupera, reclama lo que perdió por su mal proceder. A esta golondrina que se ha quedado sola en medio de la nada, le aconsejo que vacíe su alma de tanto odio y la llene de fe y de esperanza. Esa es la mejor manera para recibir ayuda divina y no morir en el intento.
Entendemos que se requiere de gran mesura para detenerse a tiempo al borde del precipicio y no caer en el ridículo; pero igual sabemos que nunca es tarde para intentarlo.
Ojalá que en algún momento, olvide ese sentimiento adverso hacía Sayco, tendiendo un puente de reconciliación desde la Sabana hasta La Vela de Marquesote. Y así termine de una vez por todas, vaciando el rencor del alma; guardando la cordura “hasta cuando sea bueno”.
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