22 de noviembre
Crónicas

Los sobrinos y el festival,  los grandes amores de La Polla Monsalvo

Esos sobrinos del alma, que hoy no se resignan a abrazarla en el recuerdo

Por Taryn Escalona Gil

Ellos, toda esa camada de muchachos que Cecilia ‘La Polla’ Monsalvo ayudó a criar y a educar, sus sobrinos queridos, sabían que algún día tenían que verla  partir, pero jamás se prepararon para este momento de dolor y ausencia que cada uno vive a su manera. El infarto que sufrió ‘La  Polla’, el viernes 5 de abril en la Clínica Cardiovascular de Valledupar,  y que acabó con su vida, les arrugó el sentimiento.

Ellos, son los mismos niños que la gente del Valle siempre vio cerca de la mujer que ayudó en el crecimiento y posicionamiento del Festival Vallenato, a la que se refería Consuelo Araujonoguera en las entrevistas cuando expresaba “yo me puedo morir mañana, pero ahí queda ‘La Polla’ que conoce el ‘tejemaneje’ de esto y puedo seguir sin mí”, como en verdad ocurrió. Consuelo murió y Cecilia ‘La Polla’ Monsalvo, tomó el timón del barco, en el momento en que más se necesitó de un buen capitán y a mi juicio, ella lo fue; navegó de una manera segura, desprevenida, sin apegos porque amaba ese evento. Lo dio todo, al tiempo que ayudaba a mitigar el dolor en el corazón del hijo más querido de La Cacica, que la consideraba otra madre.

A los muchachos los conozco desde siempre, y  a La Polla, la quise desde mi infancia, mi amistad  con Cande Montero su sobrina, me permitió gozar en su casa  de esos privilegios que tenían sus consentidos; siempre vi en ella, esa tía alcahueta y dispuesta a cumplirles todos los caprichos a esos hijitos que sus hermanos y  la vida le regalaron.

Llegar a la casa de las hermanas Monsalvo Riveira un domingo a desayunar, era un ritual de los sobrinos, que se embriagaban con  el pechiche y el cariño de Lety, Ana Helena ‘La Cona’ y La Polla: Sin embargo, los combos estaban divididos, y los  de ‘La Polla’ sabían que cuando ella no estaba en casa, tenían que pisarle suave a la tía Cona, ya que Lety -fallecida hace ocho meses-, no se metía en eso, ella se dedicó a quererlos a todos por igual.

La Polla,  a pesar que moría por todos sus sobrinos, tenía debilidades marcadas, en esas tres generaciones de sobrinos que el señor le permitió lidiar desde niños. Indudablemente fue la segunda generación la que más disfrutó el pechiche de Cecilia. Entre Candelaria, Fernando, Eunice  María, Helena Rosa, Nuri Cecilia, Dieguito, Ciro y los hijos de algunos de ellos,  se repartió media vida de La Polla, para todos les alcanzó el amor que almacenó en ese corazón que decidió parar su latir, en víspera de su otra pasión, el festival.

Paradójicamente en medio de bromas, cuando Cecilia le comunicó a Fernando su sobrino adorado, que pronto se iba a someter a una operación que tenía pendiente, este le dijo que aplazara eso, “porque si te mueres en abril Polla, vas a llevar es bastante tacón  para festival” a lo que ella ya le tenía su respuesta: “Sí me muero en abril Fernan, si me van a bailar, me van a bailar; lo mejor es que ya tengo asegurado mi puesto junto a Jesús”. “La vida es vaina fregada,  ella sabía que se iba a morir en abril”, expresa Fernando en medio de su  tristeza, comentando también,  que en diciembre su tía también estuvo muy enferma, “pero se quedó callada por no dañar la fiestas decembrinas en  familia, y cuando todos marcharon, se internó una semana. Pero esta era su fecha de morir, no era otra”

 

 

Hoy el vacío es grande en el alma de esta familia, los sobrinos no se hallan, extrañan sus llamadas, extrañan sus atenciones, extrañan sus domingos en familia; a ella, a la Polla, la extrañan toda. Saben que se marchó la otra mamá, un pedazo de su existir, el timón de sus sentimientos. Los niños están afectados de igual manera, la tía Polla ni siquiera se pudo despedir de ellos, y es muy difícil a esa edad, aceptar un adiós por siempre. Pese a todo la vida sigue y Fernando Villegas Monsalvo, el hijo querido de La Polla, sabe que el mejor homenaje que le puede hacer a la creadora del desfile de Las  Piloneras,  es editar el libro que La Polla preparaba, tema de conversación la noche antes de su partida;  sin imaginar siquiera,  que ella le   estaba delegando una gran responsabilidad. Un libro escrito por Cecilia donde plasma todo su trasegar por el folclor vallenato y sus  experiencias al lado de La Cacica; al igual que todo lo vivido, en medio de  alegrías y tristezas, satisfacciones y decepciones.

Y claro, nadie duda, que el asiento que ocupaba Cecilia Monsalvo Riveira en la  Fundación Festival Vallenato y que se ganó a pulso, por todo lo que trabajo desde allí por nuestro folclor, lo ocupará un miembro de su familia. Es algo que  no se puede desconocer; porque sería olvidar que La Polla Monsalvo  con su aporte, ayudó a posicionar la fiesta folclórica más importante de Colombia; tal vez por eso, decidió partir en un mes de abril,  en la antesala  del festival vallenato, para que nadie se olvide de ella, y siempre la evoquen como la mujer que supo amar de una manera única a su festival, y a esos sobrinos del alma, que hoy no se resignan a abrazarla en el recuerdo.

tarynescalona@gmail.com
@tarynescalona

Un comentario en «Los sobrinos y el festival,  los grandes amores de La Polla Monsalvo»

  • Es una gran mujer y su partida será también grata en el cielo. Para Valledupar , es pilar fundamental del folclor. Paz en su tumba.

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