La historia de la primera mujer que fue jefe de salto de la Fuerza Aérea Colombiana
Es tan intensa la emoción de esa primera experiencia de saltar, que sientes que pasa tan rápido y sin poder detallarla”, así explica la capitana Paola Andrea Bayona Arévalo lo que siente cada vez que va a saltar de un avión y abre su paracaídas.
Bayona Arévalo, a sus 33 años, se convirtió en la primera mujer en ser jefe de salto en la Fuerza Aérea de Colombia (FAC) tras diez años de carrera. Su camino en el paracaidismo empezó en el 2010 en la Escuela Militar de Aviación EMAVI, su primer salto fue en el municipio de Puerto Salgar, en el departamento de Cundinamarca.
“Siempre hay ansiedad previa. El primer salto, dicen que es como nocturno porque hay unos segundos en que no eres tan consciente por los mismos nervios. Ya después uno reacciona y sigue, abre el paracaídas y continua con el protocolo; luego viene la preocupación de dónde y cómo vas a aterrizar. Ya cuando uno cae, es un tiempo para agradecer que todo salió bien. La clave es la confianza y el desarrollo progresivo de tus habilidades”, indicó.
“En cada salto, uno se encuentra con cosas diferentes”
En el paracaidismo existen diferentes modalidades. Arévalo se ha dedicado en la FAC a dos de las más importantes. La primera es el paracaidismo militar modalidad de Línea Estática (hoy llamado infiltración a baja altura) y la segunda es la modalidad de caída libre, las dos son disciplinas que requieren un arduo entrenamiento y exigen una gran habilidad y destreza.
“Cuando llegué a la especialidad de Seguridad y Defensa era la primera vez que incorporaban mujeres oficiales en este entrenamiento, ahí inicié en paracaidismo militar de línea estática en el 2010 y en 2015 se me da la oportunidad de hacer el curso de paracaidismo en caída libre”.
Los fuertes entrenamientos de aproximadamente cuatro semanas no distinguen entre hombres y mujeres. De acuerdo con la capitana, las practicas están enfocadas en aterrizajes y caídas, bastante ejercicio físico, días enteros en las pistas cayendo al cisco, saltos de torre, procedimientos de emergencia, saltar hasta de las mesas para practicar aterrizajes y la lucha eterna con las barras, esto último, para ella, es una de las pocas dificultades que tienen las mujeres dentro del entrenamiento.
En 2015, Arévalo tuvo la oportunidad de hacer el curso de Paracaidismo Militar Modalidad Caída Libre y poder pertenecer al equipo “Águila de Gules”, siendo la primera mujer en realizar este curso en la Fuerza Aérea.
“Era otro reto más grande, eran procedimientos totalmente diferentes, pase de saltar a 457.2 metros de altura, donde yo no abría el paracaídas a 3962.4 metros, tener caída libre de 45 segundos y abrir sola mi paracaídas, era un reto que sabía que tenía y quería sacar adelante”, aseguró.
“El paracaidismo es algo que tu no haces en otro lugar”
Saltar desde 3.000 o 10.000 pies de altura no es para cualquiera. El riesgo y el peligro están en todo momento, sin embargo, la capitana Paola Andrea no tiene agüeros para saltar, lo único e imprescindible es llamar y hablar con su mamá minutos antes de hacer cualquier maniobra en el aire.
“Mi familia siempre me ha apoyado en mi carrera militar, habló con mi mamá cada vez que voy a saltar y ellos siempre están pendientes y con mucha curiosidad de saber cómo son los saltos”.
Generalmente en los grupos de entrenamiento hay entre 20 a 22 personas. De ellas, casi siempre hay de a tres o cuatro mujeres. Cuando Arévalo inició, era la única mujer en su grupo.
“Lo más difícil de ser mujer dentro de estos cursos es como la parte mental, romper ciertos paradigmas porque estas especialidades solo las realizaban hombres, no había mujeres entonces la carga mental de sacar victoriosa el curso es lo más complejo. En general todo está hecho para mujeres y hombres, no hay una limitante como tal que tú digas esto no lo puedo hacer o esto es solo para hombres, no. Yo creo que el reto más grande era demostrar que la mujer podía estar en estos espacios de la vida militar”.
Con el tiempo y la experiencia, los retos aumentan. Para la capitana Arévalo, cada nuevo salto es un desafío y una oportunidad de demostrar que la vinculación de las mujeres en esta área es un buen acierto dentro de la FAC, una institución que le ha enseñado el valor de ser valiente y de cumplir cualquier objetivo.
“El día en que salté sola es algo que nunca se me va a olvidar, la tranquilidad que se tiene en ese instante de salir de la aeronave es algo único, ya con unos pocos segundos de caída libre inicié unos giros involuntarios que me asustaron un poco, pero llegó el instructor y recuerdo que con una mano me detuvo y me hizo sonreír, ahí entendí que el cuerpo se acomoda en el aire de la mejor manera cuando estas relajado y tranquilo”.