Despertar al ayer
Por: Edma Louis Lakah
No hubo necesidad que pasara mucho tiempo para ver cambiar el mundo de nuevo. Pudiéramos precisar la fecha exacta, pero sabemos que siempre recordaremos el inicio de 2020 como el año donde la humanidad puso punto final a tantas equivocaciones y a tantos abusos.
Esto, es solo un ideal. Porque muchos creemos que después que todo pase, que se aleje por siempre la pandemia, todo seguiría igual.
El mundo no cambiará porque la humanidad aún con pequeños o grandes aportes, no está dispuesta a renunciar a una comodidad arraigada, ni a realizar mejores esfuerzos por educar a los que vienen, mostrándoles sus errores para que no se vuelvan a repetir. Nos falta conciencia, nos falta decisión, nos falta compasión. Oímos voces gritando y cantando que todo sea como antes.
Sí, que todo sea como antes, pero mucho antes de 2020. No sé cuántos siglos atrás. Yo no quiero regresar a los abismos hacia donde se conducía a la humanidad.
Abismos ocultados por el divertimiento, en la revolución del placer. En ese “Yo primero” que se escucha a los jóvenes decir. Abismos disfrazados en los avances de la superprotección de los derechos a minorías que apartan a la mayoría pobre y vulnerable de su primer puesto de atención. Esa mayoría de la humanidad que vive en la miseria, y para ellos los derechos no existen, y ni siquiera el de la vida digna se le reconoce. No quiero regresar a la indiferencia, al vacío de la vida misma, al desenfreno del consumismo, donde sin remordimiento el hombre invertía tanto en su vanidad, ignorando a quien ha llamado hermano, pero solo para referirse a su condición de mortal.
Sin duda, nos hace bien que nos quedemos en acuartelamiento, limpiando y restaurando al mundo de tanta suciedad. Que se apague el bullicio mundano que nos impide oír los gritos de los que nos extienden sus manos pidiendo eso que invertimos en tanta frivolidad.
Y si al final, todo vuelve a ser como antes, que solo sea para llegar a aquel momento preciso donde la peste se asomaba asustándonos. Y allí, en ese momento, encontrarnos frente a frente, como ante un espejo, poder mirar lo que ha quedado de aquella figura de barro que fue creada para disfrutar de una creación que ha desfigurado. Esa creación que ahora quiere recuperarse, obligando a la humanidad a aislarse, porque por muchos años en vez de preservarla, la destruía poco a poco.
Y sí, seguro algo cambiará en nosotros. Pero está vez no será porque el destino así lo quiere, sino porque habrá que decidir.