25 de noviembre
Internacional

Juan Guaidó frustró secuestro de sus guardaespaldas en Caracas

«No nos van a intimidar. Inmediatamente encaramos preguntando de dónde vino la orden y logramos que cesara la persecución», explicó el líder opositor venezolano Juan Guaidó tras el extraño incidente ocurrido en una autopista del este de Caracas, cuando un comando armado pretendió detener a la fuerza a cuatro miembros de su equipo de seguridad para trasladarlos a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim).

Si algo está claro es que todo puede pasar en la Venezuela revolucionaria, desde el intento de secuestro de los escoltas del presidente encargado hasta la escenificación de un nuevo capítulo de «conspiranoia», que incluye golpes de Estado, magnicidios, ataques terroristas y disturbios, presentado ayer con todo lujo de efectos especiales por el chavismo.

Antes de que produjera el despliegue televisivo, que casi siempre sigue a los operativos policiales contra la oposición, Guaidó se vio obligado a bajar a la carrera de su vehículo para exigir explicaciones a los desconocidos, que portaban armas largas y cortas y ocultaban sus rostros con cascos y lentes oscuros.

En las imágenes del incidente se puede contemplar cómo los sujetos, que se desplazaban en motos, mantenían sus armas en mano mientras escuchaban a Guaidó, que ya sufrió una detención ilegal en enero, cuando miembros de la policía política (Sebin) le sacaron a la fuerza de su vehículo y se lo llevaron durante una hora. «Su respuesta fue la de siempre: que se trataba de una orden superior. Querían secuestrar, quieren intimidar. Suponemos que eran de la Dgcim, pero pudieron haber sido colectivos [paramilitares chavistas] o miembros de [la guerrilla colombiana] ELN», añadió Guaidó.

La acción de los agentes gubernamentales precedió a una nueva denuncia del gobierno de Nicolás Maduro, que afirmó que los presidentes Iván Duque, de Colombia, y Sebastián Piñera, de Chile, además del propio Guaidó, financiaron o participaron de distintas conspiraciones en las últimas semanas.

«Son evidentes la complicidad y la participación de Duque y del gobierno de Colombia en este intento fascista para asesinarme. ¡Desde Colombia se conspira y no lo vamos a tolerar!», dijo Maduro.

«Duque es un promotor del golpe contra Venezuela, es un financista, está al servicio del imperio», subrayó Jorge Rodríguez, vicepresidente de Comunicación y jefe de la delegación chavista en los diálogos de Oslo con la oposición.

«Querían sacar del Sebin a Raúl Baduel, llevarlo hasta [la base] La Carlota y llevarlo a las instalaciones de Venezolana de Televisión y desde ahí proclamar a Baduel presidente», dijo Rodríguez.

Baduel, exministro de Defensa de Hugo Chávez, encarcelado desde hace 11 años, pretendía -según el relato de Rodríguez- proclamarse presidente y «dar un golpe dentro de la misma oposición, dirigido contra Guaidó». Otra de las supuestas conspiraciones estaría encabezada, desde la República Dominicana, por el general retirado Eduardo Báez Torrealba, alias Mariscal. «Sabemos hasta los sueños que sueñan», dijo Rodríguez, un ávido lector que a buen seguro conoce, por sus comentarios, la obra El palacio de los sueños, del albanés Ismail Kadaré, un alegato contra el totalitarismo de un país imaginario donde los sueños de sus súbditos son catalogados según su peligrosidad.

«140.000 cartuchos de ametralladoras incautados y varios grupos de combate estaban predeterminados para capturar al presidente», afirmó Rodríguez, que también incluyó entre los conspiradores al general Clíver Alcalá Cordones, un militar que pertenecía a la cúpula del chavismo, pero que en enero pasado abandonó sus filas para reconocer a Guaidó como presidente.

En la mira asesina de los rebeldes también estarían Diosdado Cabello, número dos del chavismo, y Cilia Flores, esposa de Maduro.

Otro de los señalados es el general Antonio Rivero, militante de Voluntad Popular, que estaría conectado con algunos de los detenidos en operativos de la Dgcim y el Sebin, que se prolongaron hasta ayer. Rivero, exiliado en Estados Unidos, denunció que entre los últimos capturados se encuentra el general retirado Ramón Lozada, víctima habitual del chavismo. Lozada ya sufrió desaparición forzada y torturas, que fueron llevadas ante la Corte Penal Internacional.

Su hijo, el teniente Carlos Lozada, es uno de los militares detenidos que aparecen en videos en posesión del gobierno y que según organizaciones de derechos humanos fueron obtenidos bajo torturas.

Denuncias como las de ayer conforman un subgénero dentro de la propaganda revolucionaria, que no solo incluye dudosos documentos audiovisuales y audios manipulados, sino también los famosos «hampogramas»: esquemas llenos de flechas que unen a los presuntos conspiradores hasta conformar una tela de araña.

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