23 de noviembre
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Adiós a ‘La Polla’, la mamá grande del folclor

 

Ya comienza el festival vinieron a invitarme

ya se van los provincianos que estudian conmigo,

ayer tarde que volvieron preferí negarme

para  no  tener que contarle a nadie mis motivos,

ya que me muero por ir y  es mi deber  quedarme.

(‘Ausencia sentimental’, himno del Festival de la Leyenda Vallenata, autor, Rafael Manjarrez)

Por Efrain El Mono Quintero*

Hoy una extraña presencia vive y no vive en mi sombra. Las mañanitas de abril dejaron el perfume a flores de heliotropos marchitos, cuando el paisaje de mi tierra empezaba a llenarse de polleras danzantes por todas sus calles.

El silbido de la brisa loca del verano se había borrado intempestivamente llevándose en su prematura huida el olor a polleras guardadas en viejos arcanos.

Con ella desapareció la madre de las piloneras, esa maravillosa mujer que ahora viaja en el recuerdo dejándonos una estela de logros extraordinarios en la memoria de quienes tuvimos la dicha de compartir sus tristezas y alegrías.

Era una mujer dulce, con rostro bonachón que escondía las justas y precisas alternativas para solucionar los inconvenientes que aparecían en el  atajo de la vida.

Conservaba el aglutinante perfecto para mantener sólida una cofradía de amigos,  que habían creado desde 1968 al lado de su inseparable vecina de la calle grande Consuelo Araujonoguera, ‘La Cacica’, el Festival de la Leyenda Vallenata que con el trascurrir del tiempo se convirtió en la empresa cultural más importante del país.

‘La Cacica’ y ‘La Polla’, instituyeron desde entonces una llave indisoluble con sellos distintos en su personalidad, que les permitió mantener el equilibrio perfecto para sembrar la vallenatía en el corazón de los colombianos.

Un día cualquiera, a finales de septiembre del año 2001 abruptamente desaparece esta unión y nos queda ‘La Polla’, la que supo trasmitir con sabiduría los sueños de ‘La Cacica’. Aprendimos con ella a sortear con tranquilidad y entusiasmo los momentos más espinosos desde que nos constituimos como Fundación, la consejera, ‘La Mamá Grande’, la encargada de llevar el faro para buscar el sendero que nos condujera a mantener ese vallenato tradicional como lo había  soñado su entrañable amiga.

‘La Polla’, fue una mujer ortodoxa, jamás accedió a cambios abruptos. “La gente cree que el Desfile de Piloneras es un carnaval, ¡no! Esto  tiene la misma o igual connotación de la danza de los diablos del Corpus Cristi”, solía decir. Ella era así, con la respuesta precisa a flor de labios, contundente y atrevida por lo experticia que dan los años.

Tal vez, yo, la observé más que nadie y me decía: “Que tanto me miras Mono, no me vayas a pintar hoy porque estoy mal arreglada”. Era vanidosa, coqueta, de una pulcritud impecable, estricta, eso sí.

Cuantas veces no le llamó la atención a Libia Murcia por el protocolo, o a las secretarias por los tacones, a Juan Rincón, que usara medias que estaba muy viejo para no usarlas, a Rodo Molina, por los botones mal pegados en las camisas de los miembros de la Fundación o cuando le dijo que no soportaba el cambio de menú del Club Valledupar por el del Montacarga. “Rodo, así no es, así no es”…

Era contundente en su opinión cuando le expresó a Zulma Valdés, en la esquina de la Tienda Compai Chipuco. “Yo me quedo con la antigua plaza aunque esta sea más bonita. Lo mejor que hicieron fue dejar el palo de mango porque a ese no lo pueden cambiar por otro”.

‘La Polla’ y sus pollitos como ella lo expresaba, nos deja un vacío muy grande porque nos abandonó en el momento menos oportuno. Su imagen jamás podrá borrarse de nuestro disco duro y sus consejos los seguiremos al pie de la letra.

Murió con la mirada nostálgica, con el alma hecha trizas por el golpe certero que nos dieran al despojarnos del Parque de la Leyenda Vallenata, el cual había inaugurado el primero de agosto del 2003, lugar que adoraba. Lágrimas corrieron por sus gordas mejillas el día que lo entregamos a la Administración Municipal, al cual después de esto, jamás pudo regresar.

‘Polla’, aquí estamos librando la batalla, acuciosos en la tarea que nos queda de preservar, conservar y difundir la cultura vallenata. Necesitamos de esa sinergia que amerita “nuestra vallenatía”, la cual nuestra sociedad se apropie de su festival, que es un bien de todos. A los detractores que sean más inteligentes que  nuestros juglares, artistas, gestores culturales y comunicadores, que vienen construyendo esta obra cultural extraordinaria, la cual seguiremos defendiendo a capa y espada. La industria cultural que hemos generado ofrece cientos de alternativas abiertas a todos para seguir creciendo en el universo y se nos mire de otra manera. El mundo será nuestro en la medida que depongamos la envidia, aquí no puede anidar el egoísmo y las pasiones, porque daremos al traste con este maravilloso proyecto cultural.

Amigos todos, la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata en cabeza de su presidente Rodolfo Molina Araújo, sus directivos de Junta Directiva y toda esta numerosa familia, estamos  desconsolados por este golpe al corazón en ausencia de luz, abiertos e incluyentes, para seguir construyendo el sueño de estas gestoras incansables, ‘La Cacica’ y ‘La Polla’, que miraron este planeta de una manera diferente para engrandecer el universo vallenato.

Palabras de vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Efraín Quintero Molina, en la iglesia La Concepción durante el sepelio de Cecilia ‘La Polla’ Monsalvo, ‘La mamá grande del folclor’.

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