Diomedes y la moda: De blanco en un mundo de colores.
Por Edgardo Mendoza Guerra
El gran cantautor vallenato Diomedes Díaz, cinco años después de su partida en el diciembre más triste que los vallenatos recordemos, sigue alegrando con su música al país, con solo un recorrido cualquier día de la semana a los lugares públicos, su canto nunca falta y las emisoras musicales programan obligatoriamente sus canciones, pues el saludo para un amigo, que siempre ha estado ahí, siempre ahí, ahora parece dedicarla a su misma música.
Como fenómeno masivo del vallenato, del Cacique de La Junta, se ha dicho de todo, o casi todo. Sus frases, desde “la demora me perjudica”, hasta vivan las mujeres y “desde mi papá para acá que vivan hombres” se repiten en cada conversación o parranda. Esta vez hacemos un breve repaso por la moda. Y entonces, recordamos, ¡hay que estar de moda, hay que estar de moda! Como decía en sus presentaciones para excusarse de alguna cosa.
Revisando sus caratulas, sus vestidos, ¿Estuvo Diomedes al día en la moda?
Miremos:
La primera caratula con Náfer Durán, el joven cantante aparece con una camisa de flores de cuello largo de la época y al siguiente disco con Debe López aparece de camisa roja manga larga, en el tercer álbum otra camisa con estampa florida que fue discusión, aún hoy no se sabe si es catleya, cayena, tulipán, orquídea, girasol extranjero y no hay quien diga es flor de lis. El gusto que casi siempre usó- manga larga en la mayoría de sus fotos disqueras, puede comprobarse.
En “La Locura” con Juancho Rois, regresa a su camisa manga larga y botas, accesorio que siempre lo caracterizó en sus discos. Luego en “Dos grandes” al lado de Colacho Mendoza con impecable camisa blanca de rayitas y un botoncito negro que según cuenta la leyenda – donde no falta un embustero- era de la chaqueta de Julieta Merchán Garantivá secretaria de CBS su casa de grabación, simplemente se perdió el botón original de la prenda. Ese detalle es tan real como curioso. Una amiga en Bogotá me cuenta que aún Julieta guarda con celo su chaqueta sin el botón regalado al artista.
En “Los profesionales”, el Cacique salió de blanco el color que más usó en sus caratulas, pero igual combinó una mezcla de hilos oscuros y grises en cuello y bolsillo para ir anunciando cambios.
Y llego “Tu Serenata” su álbum de reconfirmación popular, no solo puso de moda el amarillo en los jugos de naranja para guayabos- antes eran de limón- sino que los seguidores se vistieron con esa tela amarilla con pepas negras, donde turcos, libaneses y demás vendedores vaciaron sus armarios, algunos dicen que fue el primer contrato de esa comunidad con un cantante para salir de kilómetros de telas en toda la costa, pues no había lugar ni fiesta donde no hubiera alguien con la camisa de Diomedes; en Valledupar los barrios Fundadores, – en ese entonces Rojas Pinilla- y Primero de mayo, fueron los chachos, incluso el Sicarare habitado por empleados públicos no se quedó quieto. Cada parranda era un batallón de amarillo y negro, por cantidades. Los nuevos comunicadores piensan que la prensa amarilla nació en ese año de 1980.
Luego en “Para mi fanaticada”, usó el mismo tono gris en cuello y bolsillos, siempre manga larga, pero en “Con mucho estilo” se desquitó. Que elegancia! su camisa de estampas con mariposas modernas y la contra carátula con saco y corbata por primera y única vez, marcó la pauta, ningún seguidor siguió el ejemplo, pero en Bogotá si hubo repetición entre los estudiantes vallenatos de clase media y alta, solo que ahora lo niegan.
En “Todo es para ti” aparecen los sastres con ropa a su medida, el mismo color del acordeonero, solo que usó manga corta para identificarla, ya que en las presentaciones exigían la ropa de la foto y evitaba confusiones a la hora de las presentaciones en lugares cerrados.
Al disco siguiente “Cantando” pasó a manga corta y sin cuello, luego en “El Mundo” regresó a la misma camisa azul de flores, pero escondió el detalle porque la discusión del nombre de la flor, seguía sin resolver.
Llegó con Cocha Molina, tres discos inolvidables, tanto en música como en moda. El primero, “Vallenato” con elegancia máxima de abogados en salones de fiesta y wisky en carritos, el segundo “Brindo con el alma” con la informalidad al máximo, Diomedes con suéter azul y Cocha con una chaqueta amarilla, en esa ocasión Joaco Guillen le enganchó un poncho verde y uno morado al cantante, pero éste no aceptó, alegando que no era Semana Santa, y la foto salió como puede verse, sencilla y fresca. El pocho morado lo tiene una la Virgen del Rosario en Sutamarchán, Boyacá. Guillén después sería un referente en la moda del caribe y sigue siéndolo.
En el disco “Incontenibles” por vez primera aparece con chaleco corto, que años adelante usaría con Iván Zuleta, y por primera vez usa un sombrero blanco como homenaje a Colacho de quien aprendió muchísimo, como reconocería en su biografía cantada.
Al regresar nuevamente a la locura musical con Rois, fue un derroche de moda, algunos viajes a EE. UU, no pasaron de agache. Ropa de tallas superiores, parches mexicanos, dibujos con tejidos de águilas, correas brillantes, incluso cabellos largos y colitas fueron la marca. Con “26 de mayo”, Diomedes dejó plantado al fotógrafo en los cerros de Bogotá, y la solución fue montarle una foto sencilla con suéter azul de domingo. Varias veces el Cacique hizo lo mismo, la fotografía no fue su encanto, reconocería siempre.
Con Juancho seis veces salió con camisas manga largas en diferentes colores, volvió al blanco de siempre con Iván Zuleta y De La Espriella, Franco Arguelles donde volvió al saco, fotografía de presentaciones pues tampoco asistió a la sección de los expertos en caratulas, aceptó gustoso con Cocha Molina uniformarse con camisas naranjas en “Gracias a Dios”, para algunos afirman que inventó el tema de economía naranja, sin los coaching de hoy.
En “Listo pa la foto” tampoco apareció el personaje, y el mejor homenaje fue un excelente montaje donde su color blanco sigue intacto. Y sonriente como si nada.
Ya en el final de los días, sus discos con Alvarito López El Cacique no estaba consiente de nada lo vestían con cualquier cosa, todos hacían fiesta con su canto y con su vida, hasta llevarla al final. Quien lo creyera, el artista que pintó la vida de colores siempre vistió de blanco como si fuera para su propia despedida. Diomedes, como el vallenato mismo es una forma de vida, incluso de vida loca por supuesto.
Hoy su tumba sigue llena de flores y la discusión continúa, catleyas, pompones, rosas, claveles, anturios, pensamientos, orquídeas…
Son 1.825 días en la soledad, donde los colibríes tristes llegan a visitarlo, ellos saben que Diomedes fue un chupaflor de la vida.