Urge un Cesar productivamente diverso
Por: Camilo Andrés Pinto Morón.
@camilopintom
Sea lo primero decir que no soy ni economista ni especialista en temas de productividad, sólo veo viable abordar este tipo de temáticas, que son de interés general, desde una plataforma que, quizás atrevidamente, he denominado: economía ciudadana. Tener en un país, departamento, ciudad o municipio una productividad diversificada, básicamente es tener un amplio portafolio de medios de producción aportantes a los productos internos brutos (PIB), es decir, considero que es el punto clave, no estar sujetos únicamente a una sola fuente económica como aportante. No es otra cosa que tener una economía robusta basada en la diversidad.
El Departamento del Cesar en su historia económica ha tenido altos y bajos, hemos pasado por las verdes pero también hemos disfrutado de las maduras, hablando en términos de agricultura, por cierto. En la década de los 60 y los 70, la dinámica económica que le brindó el algodón a las tierras cesarenses fue bastante provechosa, algo de lo que queda poco o nada por distintas circunstancias que son de conocimiento público. Con el algodón a nuestro territorio llegaron buenas noticias para la hacienda, se nos abrieron los mercados tanto a nivel nacional como en el extranjero, sobre todo en el periodo 1955 – 1960, tal como lo indica Fernando Bernal en ‘Crisis algodonera y violencia en el Departamento del Cesar’, para ese momento prácticamente el precio internacional en pesos dobló, ocurriendo algo parecido en la década de los setenta. Toda esa estantería económica homogénea se vino abajo a finales de esa misma década, se calcula que de 125.200 hectáreas cultivadas en 1978, en 2002 se registraron solamente unas 1.836, lo que representaba un 1,7% de todos los cultivos de ese año y menos del 2% del área cosechada en 1978.
No cabe duda que para los años 80 y comenzando los 90 la situación económica para el departamento del Cesar entró en una fuerte crisis y como nos encontrábamos un tanto embelesados con la bonanza del algodón, carecíamos de planes de contingencias y alternativas de productividad para forjar una mayor estabilidad económica. Sólo a mediados de los 90 fue que pudimos tomar oxígeno con la llegada de proyectos mineroenergéticos, nuevos cultivos tales como el de la palma de aceite y lo referente a la ganadería, así está registrado en los Proyectos Objetivos de Desarrollo del Milenio del Programa de las Naciones Unidad (PNUD).
La bonanza del algodón y su posterior caída nos deja un par de enseñanzas, la más importante es que no debemos supeditar las economías departamentales a uno o dos medios de producción, la economía hay que diversificarla. En conversación con el actual secretario de agricultura departamental, Carlos Eduardo Campo Cuello, me contaba que “en la actualidad, el Departamento del Cesar tiene una alta dependencia en los hidrocarburos, más o menos del 35% del PIB departamental, seguido a ello, se encuentra el sector agropecuario que aporta un 9% aproximadamente. Por otra parte, el sector agropecuario del Cesar, hacia el año 2002, constituía más o menos el 32% del PIB, unos 14 años después ha bajado al 9%, no porque la economía se haya vuelto más pequeña, sino porque ha crecido, pero lo ha hecho con hidrocarburos. No es un tema sano porque estamos ad portas de adquirir lo que se conoce como la enfermedad holandesa, que no es otra cosa que depender de un producto totalmente agotable”. Esto deja totalmente claro que la administración departamental es consciente de una u otra forma que la bonanza carbonífera tiene cierto parecido con lo ocurrido con el algodón y que deben ponerse en marcha todos los planes de acción necesarios para diversificarnos sólidamente.
En el Cesar lo correcto sería que comencemos a explorar nuevas opciones de crecimiento económico del PIB. El asunto no es satanizar el carbón, es un medio de producción que nos sacó de una crisis y que ha traído un progreso considerable a nuestra región sobre todo en temas de empleabilidad, así que bienvenida la minería responsable. Aquí la cuestión es que la respuesta a la propensión de una enfermad holandesa o a un fenómeno con sus vestigios, como consecuencia de tener el carbón como el medio de producción más fuerte sin que las demás secciones de la economía tengan una relevancia formidable, está en asignaturas como agricultura, ganadería, turismo, industria, cultura, arte, y la tendencia mundial, tecnificación del capital humano, investigación, ciencia, innovación y tecnología, esa ha de ser la vía.
La tarea que tiene en sus manos la administración departamental es importante, además resulta un buen indicio, y de alguna manera suministra un parte de tranquilidad que esta reconozca, a voz del secretario de agricultura, Carlos Eduardo Campo Cuello, que no estamos en las mejores condiciones y que lo que hay es trabajo por delante. Esa ardua labor de aportar a la diversificación de la productividad nacional debe hacerse desde las regiones, habiendo entendido eso, en estos momentos se adelantan desde el gobierno departamental tres planes de trabajo para comenzar a tomarse el tema en serio: ‘Plan de ordenamiento productivo y social’, ‘Plan de energía alternativas – Planes de energización rural sostenible’, y ‘Plan de irrigación departamental’, ideas que hacen parte de la política pública ‘Cesar Siembre’ (2020 – 2032), el cual tiene tres ejes fundamentales: ordenamiento ambiental y territorial del departamento, la descentralización y el desarrollo social, y el desarrollo productivo para caminar hacia la agroindustria. Basado en lo explicado por Campo Cuello, es visible que hay una buena materia prima explotable para la búsqueda de disyuntivas económicas y desde luego para lograr los demás objetivos trazados, todo depende del grado de compromiso social y aptitud de gestión que tenga la administración del gobernador Francisco Ovalle Angarita para conseguirlo.
Tenemos un ejemplo cercano para no emular, en Venezuela la industria petrolera representa el 96% de sus ingresos, produciendo 1,9 millones de barriles diarios según la última cifra difunda. Clara demostración que aquí no podemos condicionar nuestra productividad y competitividad al carbón, el petróleo o el gas, de cometer ese error, allí sí verdaderamente estaríamos gestando un tránsito a lo que hoy sucede en el país vecino, este no es un tema vago y requiere de mucha atención.
Coincido con el economista Emilio Sardi cuando sostiene que la industria y el agro, de la mano de la investigación, la ciencia, la tecnología e innovación, deben ponerse a crecer a los niveles del sector mineroenergético. Por su puesto, para lograr eso hay que generar unas distintas clases de seguridad como la jurídica y la ciudadana, allí tiene una relevante responsabilidad el Gobierno Nacional y en general todos los instancias estatales conocedores de la temática, sólo con ese soporte será posible hablar de diversidad; hay experiencias que indican que problemáticas como la violencia, la falta de incentivos al campesino y la ineptitud política, han truncado algunas buenas intenciones que se han puesto sobre la mesa para encarar el tema.
En el Cesar hay café, palma de aceite, ganadería en múltiples categorías, arroz, piscicultura, yuca, plátano, lácteos, entre otros ingredientes que evidencian que sí es posible alternar la sectorial mineroenergética con el agro y la industria, que según cifras del DANE, para la vigencia 2017, fueron los dos escaños de la economía que más generaron empleo a nivel nacional, lo que se constituye en un plus ya que no solo estaríamos hablando de diversificación productiva sino también de generación de empleo, dos elementos que enlazados proyectan una buena simetría económica.
Con una economía departamental responsable en todas sus dimensiones, reducción en gastos de funcionamiento inocuos y una mayor priorización en lo que concierne al gasto público social, se le puedo dar un giro importante a la historia del Cesar, un departamento golpeado por la violencia, la politiquería y la corrupción.
El compromiso con la economía local y nacional es de todos. Hay que hacer todo lo posible para que las alianzas productivas, que integran los sectores públicos y privados, funcionen integralmente. El Ministerio de Agricultura, la Gobernación del Departamento del Cesar, el sector bancario, pequeños, medianos y grandes productores y comercializadores, están llamados a bregar mancomunadamente por armonizar la economía del departamento del Cesar, la región y todo el país. Hay que estructurar un compendio de estrategias inteligentes para sacarle el cuerpo a una economía endeble, hay que creer también en sectores distintos al mineroenergético, fijar nuestra mirada de desarrollo y progreso más allá. Desde este espacio, economía ciudadana, alzo mi voz, o más bien mis letras, diciendo con mucha convicción y sentido de pertenencia: ‘Urge un Cesar productivamente diverso’.