2018: Se mueve Colombia y Latinoamérica
Por: Camilo A. Pinto Morón
@camilopintomEs normal que periodistas, politólogos, analistas, y sobre todo, nosotros los generadores de opinión, acostumbremos a proclamar cada inicio de año que este será uno muy movido, lleno de cambios, mejorías, complicaciones, desequilibrios, reactivaciones, en fin. Este año no será la excepción, y eso tiene asidero en que claramente el panorama nacional demarca una anualidad bastante ajetreada. La implementación de los acuerdos de paz y lo correspondiente a la etapa del posconflicto, las elecciones legislativas y presidenciales en Colombia y países latinoamericanos, son algunos de los puntos que conforman la agitada agenda.
En temas de paz se debe concretar todo lo referente a la JEP y tratar de enmendar los errores que dejaron la incompetencia del ejecutivo y la paquidermia del legislativo. Ya que no se aprobó la jurisdicción para las víctimas en el congreso, lo correcto y lo justo es que se gesten espacios donde las víctimas se sientan plenamente representadas, de igual forma, resulta necesario que los actores del conflicto comiencen a reparar de manera integral a las víctimas, que el Gobierno Nacional les ofrezca verdaderas alternativas de crecimiento, que lleve a los territorios golpeados por el conflicto armado la institucionalidad que siempre le han negado, esos en donde la ausencia de estado ha estado siempre latente, viva.
Se vienen las elecciones legislativas y surge otra oportunidad para elegir personajes que francamente sean unos fieles agentes de nuestra vilipendiada democracia representativa. No hay que elegir personas carentes de capacidad y voluntad para trabajar por la ciudadanía. No hay que votar por títeres que reciben órdenes cual peones de sus jefes políticos y financieros, algo muy común en nuestro país, sobre todo en el departamento del Cesar, donde son las mismas casas y clanes quienes ponen y quitan congresistas cada cuatro años. Tener presente que renovación no siempre es juventud y que la experiencia y aptitud no siempre se mide por los años.
Por otro lado, no menos importante, desde luego, está la puja por la presidencia de la república, espacio electoral en el que los ciudadanos jugamos un papel sumamente importante. El próximo presidente debe tener una clara visión de temas sociales, políticos, económicos, culturales, humanitarios e internacionales, pero sobre todo, atacar tópicos débiles y maltratados como lo son la salud, educación, desempleo, desigualdad, pobreza extrema, medio ambiente, reducción de gasto público (funcionamiento), ciencia, tecnología, productividad, investigación, seguridad, orden púbico, entre otros. El próximo huésped de la Casa de Nariño deberá reencausar y ajustar las maneras con que se ha venido combatiendo el narcotráfico, la guerrilla del ELN, organizaciones paramilitares y la delincuencia común. Debe seguir trabajando por el proceso de paz y su implementación, hacer todo lo posible por dialogar con el ELN, de lo contrario, combatirlo con toda la potencia de nuestra fuerza pública. Debemos evitar a todo candidato radicalista, caudillistas y populista, necesitamos sobriedad, compromiso, ética y contundencia.
Si en Colombia llueve, en otros países latinoamericanos no escampa. Habrá elecciones presidenciales y legislativas en Costa Rica, Paraguay, México, Brasil y probablemente en Venezuela si así lo permite el burdo gobierno de Maduro, que de darse los comicios, habrá, por supuesto, un estricto control por parte del ejecutivo. Es bueno que los países latinoamericanos vayamos relegando la política tradicional dañina para darle paso al dinamismo y a nuevas formas responsables de gobernar.
Es año de elecciones, año de la ciudadanía, una oportunidad más para ver si somos capaces de reinventarnos. Sin duda, en 2018: Se mueve Colombia y Latinoamérica.