29 de noviembre
General

Campesinos restituidos están transformando sus tierras en Cesar

Son 150 hectáreas restituidas, las que componen los predios de cinco familias víctimas de las autodefensas, que los recuperaron con el apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras. 

“Estamos trabajando para consolidar la paz en territorios que fueron afectados por la violencia y así lo vemos en el Cesar, donde los campesinos están haciendo nuevamente, de sus tierras, su fuente de ingreso y progreso”, dijo Ricardo Sabogal Urrego, director general de la Unidad de Restitución de Tierras (URT), en su visita a los proyectos productivos de los campesinos de Mariangola.

Sostuvo además que en Colombia, cada día un campesino recupera su tierra, “más de 31.000 personas han sido beneficiadas y más de 220 mil hectáreas han sido restituidas. Ningún campesino ha vuelto a salir de su tierra y el 89% ya tienen proyectos productivos, esto, promueve la inversión de grandes empresarios y ya podemos contar historias de exportación”, explicó.

Los resultados alcanzados en Mariangola, también se viven en varios municipios del Cesar, donde han sido restituidas 4.373 hectáreas de tierra, beneficiando a cerca de 700 familias campesinas.

Los actores armados ilegales llegaron a Cesar, a principios de los años 80, con el frente 42 de las Farc y el ELN. Por años, las guerrillas ejercieron todo tipo de presiones a la gente de la región, con el fin de garantizar su lucha armada. Tomas guerrilleras, secuestros, pescas milagrosas y amenazas fueron enfrentadas por los habitantes de la región. Con la conformación de las Autodefensas Unidas de Colombia, el Cesar fue uno de los departamentos estratégicos a controlar, por parte de este grupo armado.

A mediados de los 90, la violencia aumentó. La masacre de siete campesinos, sucedida el 11 de noviembre de 1995, marcó para los habitantes de Mariangola una tensa calma que terminó con el desplazamiento de la mayoría de la población. A este lugar llegaron tres de los más temidos integrantes de las autodefensas que cumplían las órdenes de los hermanos Castaño y Salvatore Mancuso.

Alias El Pájaro; alias Pedro; y alias El Tigre, se convirtieron en el terror de la región y fueron los protagonistas de hechos que le cambiaron el destino a centenares de familias.

Actualmente en la región, y con el respaldo de la Unidad de Restitución de Tierras (URT), las familias desplazadas están viviendo una segunda oportunidad. Es el caso de Leovigildo Movilla Pimienta, quien a sus 77 años de edad emprende, junto con su familia, dos iniciativas productivas enfocadas en la piscicultura; y en la cría y levante de ganado, para la producción de leche y carne.

“Durante 45 años viví en mi parcela y salir de ella fue uno de los hechos más tristes de mi vida. Cuando la recuperé y pude volver a levantarla fue como volver a nacer”, afirmó don Leo, como lo llaman sus amigos.

Por su parte, Jaime Rafael, otro campesino beneficiado, insistió en que nada le devolverá los años que perdió, cuando los paramilitares lo sacaron de su casa. “Nos quedamos sin nada, pero la justicia nos devolvió la esperanza y ahora trabajamos en porciones dobles, para lograr mucho más de lo que teníamos”.

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