Algemiro Quiroz: rostro del perdón
Después de las últimas horas del mediodía en Guacoche los recuerdos penetraban ventanas recubiertos por el dolor. Entonces aparecieron sin permiso cargados de fragilidad. Los cardonales perdieron el brillo y solamente siluetas conformadas con un ocaso cómplice formaban sombras oscuras. Era 6 de abril y el clima agobiaba.
Solo en media hora la historia de este corregimiento ubicado al norte de Valledupar recayó en Algemiro Quiroz Churio, después de que un grupo de paramilitares asesinara a su padre en la plaza del pueblo, siendo el mismo pueblo testigo del asesinato.
Nadie comprendía cómo o por qué Algemiro Quiroz Márquez, líder de Guacoche, había sido asesinado. Muchos menos sus familiares quienes simplemente se dieron a la tarea de recoger el cadáver y sepultarlo.
“El conflicto armado llegó precisamente un 6 de abril de 1997, incursionó un grupo armando y reunió a toda la comunidad en la plaza. Nos decían que solo entregarían una información. Se identificaron como miembros de las Autodefensas Campesinas del Urabá Antioqueño”, relata Algemiro.
Recuerda, como si fuera ayer, que a las 3:30 de la tarde les pidieron formarse en filas. Como soldados. Debían entregar los documentos. “Yo fui a una esquina con otras 10 personas más que nos mandaron. A mi papá lo sacaron y lo hicieron caminar hacia la parte superior del pueblo, la parte vieja donde nació Guacoche, y a eso de las 5:00 lo regresaron a la plaza”.
Regreso sin final. “Se vino un solo grito de dolor”, lamenta. A su padre balearon junto a otra persona de la comunidad. Y así, según el hijo del líder comunal, “llegó un decaimiento total de la comunidad porque asesinaron al miembro más representativo del pueblo para la época. Algemiro Quiroz Márquez”.
Tal vez esa tarde la muerte pudo arrebatarle una parte de su alma. No pudo volver a ver a quien lo llevó y le engendró la pasión por el sentido social de los más agobiados por las necesidades. Pero nunca le quitó el aliento para formarse como abogado de la Universidad Simón Bolívar en Barranquilla y ser, como lo era su padre, un referente para Guacoche.
El conflicto armado lo obligó a despedirse de su tierra y quizá como a él, otras más lo hicieron por temor a ser asesinados. Este conflicto, el de América Latina, es el más largo de la historia reciente. Se inició en los años 60, cuando las guerrillas de corte comunista y el Ejército se disputaron el control de ciertas zonas del territorio. Las acciones armadas han causado cerca de 220.000 víctimas por desplazamiento forzado, que integran las más de siete millones de víctimas registradas en Colombia.
“Nuestra madre nunca se fue de Guacoche”, así fue como Algemiro tiempo después regresó al mismo lugar donde nació. Huyó a las balas, pero no al recuerdo de que en la plaza que hoy lleva el nombre de su padre, ‘Miro Quiroz’, debía dejar sembrada una semilla de reconciliación. “Fueron nueve años mal vividos, donde el susto era lo que permanecía en los cerca de 1.200 habitantes”.
Difícilmente puede olvidar ese 6 de abril. A diario se levanta y el primer recuerdo que le llega es ‘Miro’ Quiroz porque la vivienda donde está residenciado junto a su familia está ubicada frente al sitio donde quedó tendido el cuerpo de su padre.
Nunca perdió la esperanza que las balas trataron de sellar. Se levantó y le demostró al pueblo entero su compromiso con la reconciliación. Lideró el proceso de reparación colectiva ante la Unidad para las Víctimas, que terminó beneficiando a la comunidad entera, antes de declararse como víctima del conflicto causado tras la ausencia del Estado en este territorio de origen palenquero.
Hoy, Algemiro es presidente del Consejo Comunitario Cardonales de Guacoche, nombre que lleva el pueblo en honor a las tunas de cardón establecidas en las sábanas comunales y además de eso, a la canción que Emiliano Zuleta Baquero le hiciera al juglar Lorenzo Morales, nacido en Guacoche, como fue ‘La gota fría’: Que cultura, que cultura va a tener, un indio chumeca que nació en los cardonales’.
El asesinato de Algemiro Quiroz Márquez y otros hechos victimizantes, le entregó a Guacoche la oportunidad de ser reconocido por el Estado como sujeto de reparación colectiva. “Ese era el interés de mi papá, buscar un bienestar general para Guacoche y nuestro Consejo Comunitario”.
Las calles de Guacoche hoy tienen otro tono. Pavimentación de su vía principal, además la ejecución de la Unidad para las Víctimas que incluye 10 puntos, entre ellos: recuperación del río Cesar, recuperación y proyecto productivo de la laguna El Caney, escuela de liderazgo Miro Quiroz para jóvenes hasta los 26 años, memoria histórica, libretas militares para jóvenes.
Algemiro Quiroz Churio conoce los embates de la violencia, sobre sus hombros recae la tarea de perdonar a quienes asesinaron a su padre, algo que según él lo hizo hace muchos años porque en la violencia no estaba la solución. Un rostro ejemplo del perdón que puede verse diariamente en la tienda ubicada en su casa, donde vende víveres, abarrotes y hasta recibe el pago de algunos servicios públicos.
Espera que el tiempo pueda darle vida y ver materializado el avance de Guacoche, que lastimosamente es reconocido a nivel mundial por la muerte de su padre.
Golpe del conflicto en Cesar
La investigación periodística La maldita tierra: guerrilla, paramilitares, mineras y conflicto armado en el departamento de Cesar (2016) destaca que “campesinos, sindicalistas, empresarios, trabajadores, agricultores, líderes, políticos, mujeres y niños, hacen parte de la numerosa lista de víctimas de una guerra que ha tenido de trasfondo el control de miles de hectáreas de las tierras más prósperas que tiene el país”.
En el Cesar las víctimas llegan a casi 400.000, quienes son hoy objeto de estudios con base a la Ley 1448 de 2011 creada por el Gobierno Nacional para reparar a los agobiados por el conflicto armado.
Para Guacoche, por ejemplo, el programa de reparación colectiva, apoyado por el Banco Mundial y otras instituciones, fue aprobado en diciembre de 2015, y tiene como objetivo la reparación de toda una comunidad y no de una sola familia víctima del conflicto armado.
Fotos / Jaider Santana