La historia del perro que va los velorios, misas y sepelios de los muertos en La Paz
“No importa cuántos entierros haya en un día, el perro va a todos, escucha las misas y acompaña a los muertos al cementerio, le gustan los difuntos, eso es indiscutible”, dice la gente en La Paz al referirse a un perro de color amarillo, ya de unos 10 años de edad, que ha sido por todo ese tiempo el más fiel compañero de los cadáveres desde la iglesia hasta su última morada.
Según cuentan, el animal no puede ver féretro alguno porque de inmediato va al velorio, entra a la iglesia y está hasta que no sacan el ataúd de allí no se va, además acompaña al muerto en el recorrido hasta su última morada.
“Aquí todos conocen y quieren mucho a ese perro, le dan desayuno y almuerzo, es el perro del pueblo, no tiene dueño, nunca ha tenido, siempre ha sido de la calle, se mantiene en el parque San Francisco de Asís “, señala María Oñate, una feligrés.
El perro es un misterio hecho realidad, es muy especial, entra a misa como cualquier parroquiano, luego recorre junto con los familiares y amigos el pueblo, hasta dejar el ataúd en el cementerio donde no se va hasta que ya no se vea nadie más allí.
En la mayoría de municipios acostumbran a ponerle música a los muertos para despedirlos, pues cuando el perro escucha eso se pone a ladrar o a aullar, lo mismo hace cuando replican las campanas de la iglesia.
Aunque no hay certeza de que parte del Cesar, viene este animal, no ha adoptado el apodo de forastero, porque para los pacíficos ya es un miembro más de este municipio.
Por Jorge Luis Contreras Ortiz
@Luiscontre90